Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

El Ejército Azteca - Otumba - Tenochtitlán

Caudillos aztecas (o mexicas) luciendo los distintivos de su rango.

Habíamos dejado (aquí) a Cortés en Coyoacán, tras el desastre de la "Noche Triste", lamiéndose las heridas y contabilizando las numerosas bajas sufridas, tanto entre españoles como entre sus aliados mesoamericanos.

Además de su significado jerárquico, estos distintivos servían para indicar a la tropa la situación
 de los caudillos. Aquí vemos al equivalente de un general de división, el "tlacateccatl". 

Contaba ahora únicamente con unos 600 españoles y 2000 aliados tlaxcaltelcas, por lo que  se atrincheró en el templo de Otoncalpuco después de expulsar a los mexicas que lo ocupaban y se tomó un respiro. Sus hombres estaban agotados y muchos de ellos  heridos.

Detalle de los chimallis (chimalli = escudo).

Si los aztecas hubiesen continuado la ofensiva que habían iniciado la noche anterior, seguramente españoles y tlaxcaltecas hubiesen sido aniquilados ese mismo día. Pero los de Tenochtitlán estaban muy ocupados festejando la victoria y sacrificando en los templos a los miles de prisioneros capturados.

A la izquierda, el emperador ("tlatoani").

Tras un breve descanso, Cortés comenzó a bordear el lago Texcoco por el lado norte, con intención de llegar al territorio de Tlaxcala, reorganizar a sus hombres y esperar refuerzos. Por el camino las penalidades fueron numerosas: sufrieron varias emboscadas mexicas y la escasez de alimentos les obligó a comerse varios de los caballos que habían sobrevivido.

Guerreros Jaguar. Una de las principales sociedades guerreras aztecas. Van armados con el arma más famosa 
de la panoplia mesoamericana: el "maquahuitl".

Pero la marcha hasta Tlaxcala fue bruscamente interrumpida: el siete de julio (1520) al llegar al valle de Otumba se encontraron con un enorme ejército azteca que les cortaba el paso. La Triple Alianza había movilizado unos cien mil hombres para acabar de una vez por todas con los invasores españoles y sus aliados. Mientras Cortes bordeaba el lago, los mexicas simplemente lo habían atravesado, llegando a Otumba antes que los españoles.

Los motivos decorativos del chimalli tenían distintos significados jerárquicos y religiosos.

Para hacer frente a esos cien mil hombres (hay quien dice que doscientos mil, lo que parece exagerado), Cortés contaba con 600 españoles y 2000 tlaxcaltecas. No tenía artillería y la mayoría de los arcabuces estaban inservibles... Pero aún le quedaban unos veinte caballos. Y fue un pequeño contingente de jinetes lo que proporcionó la victoria.

Los "cascos" se fabricaban en madera, tallándose con la forma del animal protector de cada orden guerrera. 
El nombre del casco en general, era "cuatepoztli".

Cuando la línea española-tlaxcalteca empezaba a ser rota por las ingentes huestes mexicas, un dirigente de Tlaxcala indicó a Cortés que acabando con el general enemigo todo el ejército mexica se desmoronaría. El general en cuestión era Matlatzincatzin, hermano de Cuitlahuac, nuevo emperador tras la muerte de Moctezuma. 

Guerreros Águila.

Cortés lo vio claro: con cinco jinetes de su confianza inició una fiera carga a través de un mar de macahuitls abriéndose paso a estocadas hasta llegar al lugar que ocupaba Matlatzincatzin, quien destacaba claramente tras las líneas de sus tropas por los altos y llamativos distintivos de su rango y por su ostentoso estandarte. 

El "mono" con que se protegían jefes y órdenes guerreras estaba fabricado en algodón y se conocía como "tlahuiztli". 
Este guerrero águila luce sobre sus pies imitaciones de las garras de su animal totémico.

Acompañaban a Cortés en esta carga, entre otros, Pedro de Alvarado, Rodrigo de Sandoval y Juan de Salamanca, y fue este último quien llegó en primer lugar junto al general mexica derribándole muerto de una lanzada. Tras esto, se apoderaron del  estandarte y volvieron grupas hacia sus líneas. El ejército azteca, tras un momento de estupor, inició la huida.

Españoles y tlaxcaltecas, animados ahora y viendo a sus enemigos en retirada les persiguieron dispuestos a vengarse por los sufrimientos pasados y por tantos amigos muertos. Al caer la noche, el camino hacia Tlaxcala estaba expedito. 

El arma de este guerrero águila, especie de maquahuitl a dos manos, se denominaba "huitzauhqui"

Entre julio y diciembre de 1520, Cortés se dedicó a atraerse a las ciudades de la región, que en su mayor parte deseaban librarse del yugo azteca, si bien algún pueblo debió ser sometido militarmente. Recibió refuerzos de Veracruz y mandó traer los restos de los barcos allí hundidos el año anterior. Con ellos hizo construir doce pequeños bergantines armados con un falconete en la proa y con capacidad para treinta soldados. Tenochtitlán estaba en un lago dominado por las canoas mexicas y Cortés sabía que debía contar con un elemento que le permitiera contrarrestarlas. Los bergantines fueron ese elemento. Fueron construidos por Martín López, carpintero de ribera, y uno de los supervivientes de la "Noche Triste", cuya supervivencia había causado tanta alegría a Cortés, como contamos en la anterior entrada.

Guerreros "Coyote".

Durante el citado período de julio a diciembre de 1520, los embajadores aztecas intentaron por todos los medios atraerse a sus antiguos enemigos, los pueblos que rodeaban el lago Texcoco y que les habían servido durante siglos como "criadero de prisioneros". Pero el odio acumulado contra Tenochtitlán era grande e impidió que pueblo alguno auxiliase a la metrópoli contra los españoles.


Durante este  período se extendió una epidemia de viruela traída por los conquistadores, que asoló Tenochtitlán causando la muerte de varios miles de mexicas, así como la del emperador, Cuitlahuac, que fue sustituido por Cuauhtemoc. La viruela había sido desconocida en América hasta este momento y sus pueblos no tenían defensas contra ella. También es cierto que la epidemia afectó igualmente a los indios aliados de Cortés.

Algunos maquahuitls eran vistosamente decorados.

A mediados de mayo, el ejército de Cortés contaba con 1500 soldados españoles, (entre ellos 80 jinetes) 15 culebrinas y los citados 12 bergantines artillados; pero la "parte del león" eran los cerca de 200.000 indios mesoamericanos que se le habían unido. Junto a los siempre fieles tlaxcaltecas militaban (entre otros): cholultecas, totonacas, huejotzingas y texcocanos (estos últimos habían abandonado su tradicional alianza con los mexicas). Frente a ellos, Cuauhtemoc disponía para defender Tenochtitlán de 60.000 guerreros, entre plebeyos y nobles de las sociedades guerreras.

Plebeyos protegidos por armaduras de algodón denominadas "ichcauipilli". Unían a su ligereza una buena protección 
contra flechas o piedras. Pronto fueron adoptadas por los españoles.

Se enviaron emisarios a Cuauhtemoc ofreciéndole la paz a cambio de su subordinación al Rey de España, como lo había hecho Moctezuma, pero el emperador no solo despreció la oferta, sino que mandó ejecutar a los nobles que optaban por un entendimiento con los españoles. Ante esto, Cortés cortó el suministro de agua a la ciudad e impidió la entrada de cualquier alimento desde el campo.

Detalle del cierre del "ichcauipilli". La macana se conocía como "quauhololli"; 
la cabeza del arma podía ser de madera endurecida (como aquí) o de piedra.

El 1 de junio de 1521 comenzó el ataque definitivo (que duraría meses) con una operación anfibia. Tres columnas por tierra mandadas por Sandoval, de Olid y Alvarado y una por el lago Texcoco, dirigida por el mismo Cortés al mando de los bergantines (que habían sido transportados hasta allí desmontados) y una cantidad sin determinar de canoas cargadas de guerreros aliados.

La batalla del lago fue una difícil pero completa victoria de los aliados. Cerca de quinientas canoas aztecas fueron hundidas. Pero los combates por tierra se estancaron, ya que cada metro de terreno conquistado durante el día era reconquistado por los mexicas por la noche. La resistencia fue encarnizada, contando incluso con la lucha de mujeres y niños. Cada casa, cada construcción emplazada en las calzadas servía de fortificación a los defensores.

Plebeyos de rango inferior. Los dos de la izquierda, armados con "tepoztopillis", lanzas de madera reforzadas 
en su punta con  lascas de obsidiana; el de la derecha porta un "quauhololli".

Siendo la ciudad de Tenochtitlán una isla surcada por canales cruzados por calzadas, la solución para que los avances no sufriesen retrocesos consistió en demoler las  construcciones de las calzadas y rellenar con los escombros los canales. Se impedía así la ocupación de las edificaciones por los aztecas al tiempo que se hacía transitable para la infantería un espacio que antes sólo lo era para las canoas. Así, poco a poco, se pudo ir avanzando, hasta que a principios de agosto, se llegaba a la plaza de Tlatelolco.

 En este momento, Cortés perdió el control sobre sus aliados indios, que se lanzaron a una matanza indiscriminada: hombres, mujeres y niños mexicas en número próximo a los 150.000 fueron masacrados. Cortés escribió, refiriéndose a sus aliados: "Nunca he visto una raza tan despiadada ni a seres humanos tan inmisericordes". El rencor y el odio acumulados por los pueblos tiranizados desde mucho tiempo atrás, se desataron contra Tenochtitlán en un solo día.

Detalle de la punta del "tepoztopilli".

Cuauhtemoc, que seguía resistiendo desde una pequeña isla se rindió el 13 de agosto de 1521, tras el fracaso de un intento de fuga. Fue felicitado por Cortés por la valentía demostrada durante el asedio. Lo que no impidió que más tarde fuese torturado para que revelase dónde "había escondido el oro", lo que nunca confesó. Ni que cuatro años después, el mismo Cortés le mandase ahorcar por considerarle cabecilla de una rebelión mexica. Rebelión que pudo ser fabulación de enemigos (españoles e indios) que se había granjeado el antiguo "tlatoani".

En cualquier caso, el 13 de agosto de 1521 terminaba una "Historia de México" y empezaba otra muy distinta.

Plebeyos honderos. La honda se denominaba "tematlatl"

Una vez relatada la aventura de Cortés, hablemos un poco del ejército azteca (detalles de su armamento quedan anotados en los "pies de fotos". 

En los días de la llegada de los españoles, imperaba en el Valle de México una coalición conocida como la Triple Alianza, que englobaba las ciudades-estado de Tenochtitlán, Tetzcuco y Tlacopan (actualmente: Ciudad de México, Texcoco y Tacuba). También contaba la coalición con otras ciudades menores.


El ejército con que esta coalición dominaba la región se componía en su mayor parte de inmensas cantidades de plebeyos ("macehualtzin") con una preparación militar mínima, armados con lanzas y hondas principalmente. Existía también una numerosa nobleza guerrera ("pipiltzin") excelentemente preparada y jerarquizada en órdenes militares o sociedades guerreras. Los plebeyos que destacaban en el combate, podían ser incorporados a estas sociedades guerreras, lo que significaba un importante cambio de status.

Entre las sociedades guerreras, las más conocidas fueron las de los guerreros águila y jaguar. Se dice que el 80 por ciento de las bajas que tuvieron los españoles en sus enfrentamientos con los aztecas se debieron a ellas. Pero existían otras muchas sociedades o agrupaciones: otomíes, guerreros rapados, papaloti...


El ejército era comandado generalmente por el propio emperador, "tlatoani", secundado por un general principal, "tlacochcalcatl" y por varios generales secundarios, "tlacateccatl". Tras ellos, la jerarquía más importante era la de los sacerdotes, seguida de las sociedades guerreras.

La Triple Alianza estaba constantemente en guerra con sus vecinos, tanto para conseguir tributos y ampliar su poder, como para capturar prisioneros que serían inmolados y posteriormente canibalizados en rituales sagrados. De hecho, la captura de prisioneros era la "unidad de medida" para ascender en la jerarquía militar mexica. A más prisioneros capturados, más alto status guerrero y social.

Vemos aquí un enfrentamiento entre la alianza de españoles y tlaxcaltecas contra las sociedades guerreras aztecas. 

A este respecto, se ha señalado que el armamento azteca-mexica estaba diseñado "para atontar o mutilar" más que "para matar", ya que el interés prioritario era obtener prisioneros vivos que pudieran ser inmolados ritualmente. Sin embargo, esto no parece del todo acertado. Las crónicas cuentan que un guerrero experimentado con un buen "maquahuitl" en las manos podía cercenar de un tajo la cabeza de un caballo.

Sea como fuere, a la par de las "guerras de conquista", existieron las llamadas Guerras Floridas, cuyo objeto era exclusivamente la obtención de prisioneros. Una de las regiones donde los aztecas llevaron a cabo con más frecuencia estas "razzias" fue precisamente la zona de Tlaxcala, ciudad con la que siempre estuvieron en guerra pero nunca pudieron conquistar. 



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Las figuras, de "Assault Group Miniatures". 28mm.