Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Cascorro, en Cuba; Noval, en Marruecos


Una de mis manías es pasear en caminatas vespertinas por el Madrid "castizo". Andar por Chamberí, Lavapiés, el Barrio de las Letras o la zona del Viaducto (entre otras ubicaciones pintorescas), es algo altamente gratificante, especialmente si lo hacemos con tranquilidad y ánimo observador y curioso. De esta manera podemos conocer rincones, edificios, jardines ocultos o  monumentos que generalmente pasan desapercibidos entre el fragor del tráfico y las prisas ciudadanas.

Pues bien, una de las tardes de este caluroso verano que acabamos de despedir, mis pasos me llevaron a la Ribera de Curtidores, en el "arranque" de "El Rastro", justamente donde la estatua de Cascorro se alza, dominando el entorno. Y aunque la figura de Cascorro (o Eloy Gonzalo) no es  desconocida para la mayoría de madrileños; sus hechos sí lo son, y además, suele confundirse con otro héroe español de la época colonial que (desgraciadamente) sí es un perfecto desconocido a fecha de hoy, aunque también tenga "su estatua".

La tarde a la que hacía referencia, tuve ocasión de escuchar, a los pies de Cascorro, a un viejecito que le contaba (mal) la historia del héroe a su (supongo) nieto, de unos siete años. Y entre otras cosas, llegó a mis oídos nítidamente la frase: "Tirad, que vienen moros conmigo". A ver, un momento... Cascorro luchó en Cuba. ¿Qué moros iba a haber en Cuba? Quien pronunció la frase citada, fue Luis Noval Ferrao, que peleó en Marruecos, donde sí había "moros". Y muchos.

Como no es la primera vez que tengo noticia de tal confusión, y sobre todo, para dar a conocer la figura de Noval, que se lo merece, voy a dedicar esta entrada a las biografías de ambos héroes: Eloy Gonzalo, "Cascorro", y Luis Noval Ferrao. Ilustraré el texto con fotos de los monumentos a ellos dedicadas, fotos hechas por mí mismo en el curso de mis paseos matritenses, con una par de ilustraciones de ambos intrépidos soldados, procedentes de la Red, y con un par de mapas de RB-Deskkart (modificados), para situar geográficamente los lugares donde acontecieron los respectivos hechos. Vamos a ello.


- Eloy Gonzalo García, "Cascorro" -
 Eloy nació en Madrid, en 1868 (m. 1897). Fue abandonado en la inclusa de la calle Mesón de Paredes, en Lavapiés, acompañado de una nota en la que se indicaba que no estaba bautizado, y se detallaban su nombre y apellidos. Recogido por las monjas que regentaban la institución, fue cedido a un matrimonio con el que convivió hasta los once años. Al cumplir esa edad, terminaba la ayuda económica que el gobierno otorgaba para su manutención y el matrimonio que le alojaba, le "invitó" a buscarse la vida por sí mismo.

Mapa de "RB-Deskkart", donde he añadido la situación de "Cascorro". 

Se vio obligado a trabajar de albañil, jornalero y aprendiz de barbería, hasta que a los 21 años, se alistó en el Regimiento de Dragones de Lusitania, alcanzando el rango de cabo. Se echó una novia, y un buen día de 1895, tuvo la desgracia de encontrarla metida en la cama con un oficial; como al bueno de Eloy sólo se le ocurrió la idea de zarandear al oficial y amenazarle con una pistola, y como el oficial en cuestión denunció los hechos a la superioridad, resulta que a Eloy le cayeron doce años de cárcel en un penal de Valladolid. Además de cornudo, "apaleao"... pobre Eloy, hay que fastidiarse.  ;)


Pero a los dos meses de prisión, las Cortes Generales aprobaron una amnistía a la que los presos dispuestos a luchar en Cuba (lo que serían los rescoldos de la Guerra de Cuba) podrían acogerse. Eloy lo hizo, y en noviembre de 1895 embarcaba para la Habana desde el puerto de La Coruña.  

Decididamente, Eloy no tenía suerte en la vida. A poco de llegar se contagió de sarna, lo que le tuvo una temporada de baja. Más tarde, en 1896, le destinaron a la guarnición de Cascorro (localidad que terminó dándole nombre, como sabemos), próxima a Camagüey, en el centro de la isla. Era Cascorro una posición indefendible, que en opinión de expertos, debería haber sido abandonada, para situar la guarnición en lugar más seguro.

En Cascorro, frente a 170 soldados españoles, se encontraba una tropa de 2000 cubanos dotados de artillería, concretamente de obuses. Después de sufrir un bombardeo y un fuerte cerco que duró trece días, el general cubano exigió la rendición de los españoles. Obviamente, la respuesta fue "por aquí se va a Pamplona"... o algo similar. Pero los bombardeos continuaban, las provisiones se acababan... era una situación insostenible.


Había en las inmediaciones de la posición española un bohío (cabaña de madera) desde el que los cubanos tiroteaban a placer. Había que destruir la edificación o los soldados españoles seguirían cayendo cual conejos. El oficial al mando, capitán Neila, pidió un voluntario para acometer un plan que había ideado; un plan suicida. Y Eloy, que debía estar "hasta el gorro" de todo, alzó la mano.

El plan consistía en acercarse en la noche con una lata de petróleo bajo el brazo, al edificio enemigo e incendiarlo. Cascorro sólo puso una condición: debían atarle a la cintura una larga cuerda, mediante la cual pudiesen los compañeros rescatar su cadáver, porque estaba seguro de morir en el intento. Así, en la madrugada del 5 de octubre de 1896, Cascorro se infiltró en la zona enemiga y cuando nadie daba un duro por su vida, consiguió no sólo destruir el bohío, sino regresar indemne. Por una vez, Eloy había tenido suerte... pero le duraría poco. Bueno, no adelantemos acontecimientos...


Gracias a la acción de Eloy, la posición pudo ser mantenida hasta que días después, el grueso del ejército español, tomaba la plaza y la guarnición quedaba a salvo. Eloy fue condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, que conllevaba una pensión de 7,50 pesetas al mes (no estaba mal para la época) y la prensa del momento ensalzó su hazaña. Sin embargo, al año siguiente contrajo una grave infección intestinal, y el 17 de junio de 1897 moría en el Hospital Militar de Matanzas, al oeste de Cuba. Su cadáver fue trasladado a Santander, y de ahí a Madrid, donde descansa en el Mausoleo dedicado a los caídos en Cuba y Filipinas, en el Cementerio de la Almudena.

Tras su muerte, los reconocimientos oficiales y populares se multiplicaron. Eloy Gonzalo "Cascorro, tiene dedicada en el barrio de Lavapiés, en Madrid, la plaza que lleva el nombre de su apodo, así como una céntrica calle en Chamberí con su nombre oficial. En la misma plaza de Cascorro se le dedicó la conocida estatua, que preside el acceso al Rastro. La estatua fue obra de Aniceto Marinas; el pedestal que la soporta, de José López Sallaberry.

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La Guerra de Cuba seguiría su curso con resultados variables, hasta que en 1898, intervinieron los Estados Unidos (siempre enemigos de cualquier colonialismo que no sea el suyo propio), que alegando dudosos motivos y con intención dolosa, metieron sus zarpitas (y sus acorazados) en las provincias (que no colonias) hispanas de Ultramar, y España perdía no solo Cuba, sino además, Filipinas, Guam y Puerto Rico. Cosas de la Historia... ;)

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- Luis Noval Ferrao -
Nació en Oviedo en 1887 (m. 1909). Tuvo una infancia y primera juventud más venturosa que la de su "colega" madrileño. Estudió en la Escuela de Artes e Industrias de su ciudad, y posteriormente trabajó como ebanista. En marzo de 1909, con veintidós años, se alistó en el Regimiento de Infantería del Príncipe n.3. Ascendió pronto a cabo (de hecho, se le conoce generalmente como "el cabo Noval"), y fue destinado al Rif Oriental, en  Marruecos, durante el curso de la breve Guerra de Melilla (aún faltaban dos años para el inicio de la más extensa Guerra del Rif).

Otro mapa de "RB-Deskkart", con la adición de la situación
aproximada de Beni Sicar, donde se encontraba
el Zoco de El Had.

Pero aunque la Guerra de Melilla fue corta (se extendió entre julio y  noviembre de ese mismo año 1909), fue especialmente sangrienta (en su transcurso tuvo lugar el conocido desastre del "Barranco del Lobo"). Y trágica en particular para nuestro protagonista, que perdió la vida en ella. Veamos cómo.


Destinado en la posición española de Zoco El Had, de Beni Sicar, en cuya toma había participado días antes, efectuaba una patrulla de vigilancia en la madrugada del 28 de septiembre, cuando fue sorprendido por una avanzadilla de los marroquíes, que intentaban un ataque sorpresa nocturno a las defensas españolas. 

Noval fue apresado por los moros, que amparados por la noche, pretendieron hacerse pasar por españoles para entrar en la posición, para lo que obligaron al cabo a marchar con su Mauser al hombro, en vanguardia del grupo. Al acercarse a las alambradas, algunos soldados de vigilancia dispararon "a bulto" contra las sombras que se aproximaban. Entonces, un marroquí gritó en perfecto castellano: "¡Alto el fuego, que somos españoles!". Ante ese aviso, el oficial al mando, que había reconocido a Noval, ordenó el alto el fuego. 

La estatua de Noval va acompañada de una figura
femenina, representación de "La Patria", que 
ondea una bandera sobre el soldado.

Fue entonces, cuando Noval, adelantándose, gritó a su vez la famosa frase: "¡¡¡Tirad, que vienen moros conmigo!!!". La frase puede tener variaciones, según las fuentes, pero en esencia, todas significan lo mismo. Tras eso, parece que gritó también: "Fuego! ¡Viva España". Si no fue exactamente así, fue muy similar.

En cualquier caso, a continuación toda la guarnición española abrió fuego nutrido contra los atacantes, que fueron rechazados con grandes pérdidas. En el tiroteo, cayó Noval, no quedando claro según algunas fuentes, si víctima del fuego amigo o enemigo. A la mañana siguiente, encontraron su cadáver, abrazado al Mauser, con la bayoneta calada teñida de sangre; y en derredor varios cadáveres de moros muertos.


Evidentemente, su acción había salvado a sus compañeros, aún a costa de su propia vida. Un acto heroico, sin duda, y digno de memoria; por lo que fue enseguida comunicado a la superioridad militar, que le concedió a título póstumo la Cruz de la Orden Militar de San Fernando. Su funeral se celebró en la Catedral de Oviedo, donde se le dedicó una calle y se colocó una placa en la fachada de su casa natal.

Diversos ángulos del monumento completo, incluyendo la pequeña verja
que últimamente ha colocado el Ayuntamiento para su protección.

Noval tiene en su memoria, varios monumentos y otras placas y calles dedicadas, en diversos puntos de España, pero el que nos interesa aquí, es el que desde 1912 se alza, erigido por suscripción popular, en la Plaza de Oriente de Madrid, obra ni más ni menos que de Mariano Benlliure.

La suscripción fue iniciada por una asociación creada al efecto, titulada "Junta de Señoras", de la que fue presidenta honoraria la propia reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII.

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A la izquierda, el camino ajardinado que conduce a la estatua;
a la derecha, pequeño monumento que resume la gesta.
 
En cuanto a la Guerra de Melilla, terminó como hemos dicho, en el mismo 1909, con una costosa victoria de España que le reportó ganancias territoriales. Pero la paz no duraría mucho tiempo, porque en 1911 comenzaría la bastante más duradera Guerra del Rif.

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