Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Las Navas de Tolosa - 1212 - Parte 3 (Los Tres Reyes)

Alfonso VIII de Castilla, "El de Las Navas".

Después de haber dedicado anteriormente dos entradas a la batalla de Las Navas de Tolosa, termino con ésta, la recreación del ejército cristiano presente en tan decisiva contienda.

Resumiendo las entradas anteriores: en la primera (aquí), vimos las figuras de las Milicias Concejiles castellanas, con sus Peones, Caballeros Villanos y Ballesteros, así como una representación de los Almogávares del reino de Aragón. En la segunda (aquí), aparecieron los integrantes de la Caballería Feudal (Castellanos y Aragoneses),  las Órdenes Militares y los Ultramontanos. Quedaban pendientes las figuras de los Tres Reyes, sus mesnadas y la infantería feudal; éstas son por tanto, las miniaturas que van a protagonizar el presente post.

Al final de la entrada, veremos el ejército en su totalidad, con la unión de las miniaturas ahora publicadas y las aparecidas anteriormente. A pie de foto, añadiré la descripción de las figuras representadas; en cuanto al texto general, aparte una breve semblanza de los Tres Reyes, lo dedicaremos a la propia batalla de Las Navas, con sus antecedentes y consecuencias. Vamos a ello.


Alfonso VIII de Castilla, "El de Las Navas".
Nació en Soria en 1155 y reinó "de hecho" en Castilla desde 1170, año en que cumplió su mayoría de edad, hasta su fallecimiento en 1214. Anteriormente, debido a la prematura muerte de su padre Sancho III, ocurrida cuando Alfonso contaba tres años, y aunque él fuese el rey "de derecho", el reino fue regido por diferentes señores castellanos. Durante este período, los Reyes de Navarra y de León, arrebataron varios territorios a Castilla.

Recuperar esos territorios se convirtió en su principal tarea durante sus primeros años de reinado. Antes había casado con Leonor de Plantagenet, hija de la radiante Leonor de Aquitania (protectora de trovadores, y que fue primero reina de Francia y después de Inglaterra), y de Enrique II Plantagenet. Remarco este detalle de los suegros de Alfonso, porque éstos fueron también los padres del celebérrimo Ricardo Corazón de León, es decir que Alfonso era "cuñao" de Ricardo. Curioso detalle que nos sirve para situar cronológica y mentalmente diversos hechos históricos.

Figura de Alfonso VIII, "en proceso".

Inició después una campaña contra los almohades que fue bastante exitosa hasta el desastre de Alarcos (1195). Desde este momento, Alfonso no cesó de preparar planes para intentar frenar el avance musulmán, lo que consiguió como veremos, en 1212. Fue Alfonso el principal motor de la acción que llevaría a Las Navas. Dos años después de este hecho, Alfonso moriría durante un viaje, víctima de unas fiebres, en la localidad de Gutierre-Muñoz, cerca de Arévalo. 

Su sucesor sería su hijo Enrique I, de corto reinado, sucedido a su vez, por el nieto de Alfonso, Fernando III, conocido como "El Santo". 

Pedro II de Aragón "El Católico", a su derecha, el Conde de Urgel.

Pedro II de Aragón, "El Católico"
Nacido en Huesca en 1178. Rey de Aragón entre 1196 y 1213. Hijo de Alfonso II el Casto y de Sancha de Castilla. Casó con María de Montpellier quien aumentó las posesiones de Pedro con esta ciudad. Hizo avanzar la Reconquista, extendiendo sus territorios hacia el sur en detrimento de los islámicos. Por el norte, sus señoríos abarcaban grandes territorios en la Occitania francesa, el Languedoc.


Su coronación se celebró en Roma, ante el Papa Inocencio III (el mismo que concedería la Bula de Cruzada para la acción de Las Navas, como veremos después), y cuenta la tradición que Pedro se coronó "con sus propias manos". De ser esto cierto, se adelantó varios siglos a Napoleón.  ;)

Detalle de Pedro "en proceso". La corona sobre el yelmo es una adición mía.

Fue el principal aliado y amigo personal de Alfonso VIII, junto al que participó en Las Navas al frente de una gran tropa. Y en 1213, por defender a sus vasallos occitanos de los ataques de la Cruzada Albigense, organizada por Felipe II de Francia, apoyada por  Inocencio III, y dirigida por Simon IV de Monfort, Pedro moría combatiendo en la batalla de Muret. Le sucedería su hijo, Jaime I, que sería más tarde apodado "El Conquistador".

Sancho VII de Navarra, "El Fuerte". Su enseña es el "Arrano Beltza" (Águila negra), emblema
de Navarra antes de adoptar las célebres "Cadenas".

Sancho VII de Navarra, "El Fuerte"
 Nació en Tudela, Pamplona, en 1194; hijo de Sancho VI y hermano de Berenguela de Navarra, que casó con Ricardo Corazón de León, lo que hace de Sancho, otro "cuñao" de Ricardo. Constatamos, resaltando estos parentescos, que al contrario de lo que creen algunos, las relaciones entre los reyes hispánicos y otros monarcas europeos eran abundantes y fluidas, por lo que las novedades en armamento, tácticas y heráldica, no eran desconocidas en la península.


Se apodó a Sancho, como "El Fuerte", por su elevada estatura y recia constitución; según varias crónicas, superaba los 2,20 metros de altura... que se dice pronto. Casado con Constanza de Tolosa, hija del conde de esa localidad; tras repudiarla, tuvo relaciones con Clemencia, hija del emperador Federico I Barbarroja; se ignora si existió matrimonio. Y aún se le atribuyen amoríos con una princesa marroquí. No se debía aburrir, no... pero así y todo, a la postre murió sin descendencia; sin descendencia "legal", porque hijos bastardos se le suponen unos cuantos.

Trompeta de Sancho VII, "en proceso".

Rey de intensa vida bélica, al principio de su reinado batalló en Francia, apoyando a su cuñado Ricardo Corazón de León. Posteriormente sometió a vasallaje a varios principados del sur de Francia. Por otra parte, al servicio de los musulmanes, pasó una amplia temporada en el Norte de África. Con León, Castilla y Aragón, tuvo tanto momentos de enfrentamiento como de alianzas, siendo la más fructífera la decisiva de 1212.

Fue Sancho el monarca hispano que más tiempo vivió tras la gesta de Las Navas. Moriría en 1234, en su castillo de Tudela, tras larga enfermedad. Y al morir sin sucesor legal, la corona de Navarra pasaría a su sobrino Teobaldo de Champaña, lo que significó el fin de la "Dinastía Jimena".

Los Tres Reyes.

Antecedentes lejanos de la batalla de Las Navas de Tolosa
Después de la desaparición del Califato de Córdoba, en 1031 y la consiguiente formación de los Reinos de Taifas musulmanes, la Reconquista tuvo un espectacular avance durante cerca de cincuenta años. El momento posiblemente más glorioso de esa etapa de victorias cristianas, fue en 1085, cuando Alfonso VI de León reconquistaba Toledo.


Sin embargo, tal conquista alarmó a los taifas musulmanes que llamaron en su ayuda a una dinastía islámica fundamentalista que había surgido en África: los almorávides, que llegaban a la península en 1086 al mando de Yusuf Ibn Tasufin y reverdecían los laureles del Islam, deteniendo las ansias reconquistadoras de los cristianos durante mucho tiempo. Los almorávides también disolvieron los reinos de taifas, sometiéndolos a su poder.

Detalle de las enseñas "en proceso". De izquierda a derecha: Navarra, Castilla y Aragón.

Pero el fundamentalismo de los almorávides fue perdiendo fuerza al contacto con los más refinados y permisivos andalusíes, y en consecuencia, su afán conquistador decreció, lo que dio impulso al contraataque de los reinos cristianos. En 1118, Alfonso I de Aragón, el Batallador, reconquistaba Zaragoza, y en años siguientes el Islam perdía otros territorios. En 1145, ante el debilitamiento almorávide, en Al-Andalus surgieron en varias zonas los "segundos Reinos de Taifas", que negaban obediencia a los almorávides y pagaban de nuevo parias a los reinos cristianos. 

Mesnada de Alfonso VIII.

Los que se alarmaron ahora fueron los componentes de una nueva dinastía islámica aún más fundamentalista que la anterior, dinastía que se había extendido por el Norte de África, arrebatando el poder a los almorávides: los almohades. Los almohades llegaron a la península en torno a 1147 y tras acabar con las incipientes segundas taifas, para 1157 habían arrebatado el poder a los almorávides en todo Al-Andalus, con excepción de la Taifas de Murcia (al mando del Rey Lobo) y Baleares, zonas que se mantendrían independientes hasta 1172  y 1204, respectivamente.


Los almohades establecieron su capital peninsular en Sevilla, mientras en el norte de África su centro de poder se fijó en Marrakesh. Con Al-Andalus en su poder, los almohades miraron ahora hacia los reinos cristianos del norte, y emprendieron una serie de campañas bajo diversos califas, que llegó a su punto culminante cuando en 1195, Yacub Ibn Yusuf  aplastaba a las tropas castellanas de Alfonso VIII en la batalla de Alarcos.

Tropas de Rodrigo Jiménez de Rada, Arzobispo de Toledo.

Antecedentes próximos de Las Navas.
En 1211 la creciente presión almohade hacía peligrar las tierras cristianas; especialmente se temía por Toledo y Zaragoza. Se sabía que el nuevo califa almohade había desembarcado en Gibraltar al frente de un gran ejército y avanzaba hacia el norte. El nuevo Califa, hijo de Yacub, era Mohamed Al-Nasir, denominado "Amir al-Muminin" (Príncipe de los Creyentes), sobrenombre que los cristianos adaptaron como "Miramamolín". Y cuando en septiembre de ese mismo año cayó ante éste, la fortaleza de Salvatierra, reducto de la Orden de Calatrava (después de la pérdida de esta localidad), Alfonso vio claro que debía tomar serias medidas.


En ese momento, 1211, existían cinco reinos cristianos en la península: Castilla, León, Aragón, Navarra y Portugal. Estos reinos estaban en guerra entre sí tan a menudo como contra los musulmanes. De modo que la primera medida de Alfonso fue intentar pactar una alianza frente a la amenaza almohade. Al mismo tiempo, envió a Rodrigo Jiménez de Rada,  Arzobispo de Toledo, a Roma, para entrevistarse con el Papa Inocencio III y solicitar la Bula de Cruzada para la campaña que ya estaba en su mente. Después de la concesión de la Bula, el Papa ordenó la predicación de la Cruzada en Europa. También Jiménez de Rada la predicó en diferentes países europeos, logrando la adhesión de gran número de cruzados.

Tropas de infantería pesada del Arzobispo y de Alfonso.

Don Pedro de Aragón se sumó a la campaña con entusiasmo, Sancho de Navarra dio largas; tenía pleitos territoriales con Alfonso; los Reyes de Portugal y León negaron su participación por el mismo motivo, aunque permitieron que de sus reinos acudiesen caballeros voluntarios con sus huestes. A primeros de junio de 1212 comenzaron a congregarse en Toledo las mesnadas de los reyes, las tropas de los eclesiásticos, las huestes feudales, las Órdenes Militares, muchos concejos castellanos, y varios miles de cruzados "ultramontanos" (="de más allá de los Pirineos"), en especial franceses, italianos y alemanes.

Tropas de Diego López (o Lope) II de Haro, señor de Vizcaya y lugarteniente de Alfonso.

Las Navas de Tolosa; inicio de la campaña
Entre los días 19 y 20 de junio de 1212, el ejército cruzado salió de Toledo dividido en tres grandes grupos. El día 24, el primer contingente, al mando de López de Haro, llegaba a la fortaleza de Malagón, que fue tomada; tras lo cual, los ultramontanos, integrantes de este primer grupo, degollaron a los supervivientes musulmanes, lo que produjo el enojo de Alfonso cuando tuvo noticias del hecho. No era costumbre en la península matar a los vencidos al tomar una fortaleza que se hubiese rendido; esta práctica la respetaban tanto cristianos como musulmanes, sin embargo no agradaba en modo alguno a los extranjeros, habituados a matanzas de infieles en territorios de Tierra Santa y de herejes en la Cruzada Albigense.


Otro importante eslabón del itinerario del ejército cristiano, fue Calatrava la Vieja a donde llegaban el 27 de junio. Tras pocos días de sitio, el 1 de julio, el gobernador de la fortaleza pactó con Alfonso su entrega a cambio de que se permitiese salir en libertad a sus ocupantes. Este hecho irritó a la gran mayoría de los ultramontanos, que en este momento abandonaron la campaña. De varios miles que habían acudido en principio, apenas quedaron, según los cronistas, 150 caballeros, entre ellos el Arzobispo de Narbona, Arnaldo Amalric.

Estando en Calatrava, se unió al ejército la exigua tropa de Sancho de Navarra; no compensaba con sus 300 caballeros la pérdida de los miles de ultramontanos que habían abandonado la expedición, pero subió la moral de los cruzados. Llegó entonces la noticia de que Alfonso IX de León, aprovechando la ocasión y haciendo caso omiso de la amenaza de excomunión que el Papa había decretado para quienes atacaran tierras de los cruzados, se había apoderado de varios territorios castellanos. 

Hueste de los Lara. El estandarte es el de Álvaro Núñez de Lara, alférez del Rey, no el de su 
hermano Gonzalo, 

Alfonso de Castilla, montó en cólera ante el abuso del de León y pretendió redirigir el ejército contra él;  pero afortunadamente la negativa de los otros Reyes y el consejo de Jiménez de Rada, le hicieron rectificar y comprender que abandonar ahora la Cruzada significaría un gran peligro para toda la cristiandad. Era sabido en toda Europa que Al-Nasir había asegurado que sus caballos abrevarían en el Tíber.

Así que la Cruzada continuó su camino al sur, y poco después se tomaba la plaza de Alarcos, escenario de la trágica derrota castellana de años antes. Para el 6 de julio se habían reconquistado los castillos de Caracuel, Benavente y Piedrabuena; y para el día 7 estaban a la vista de la fortaleza de Salvatierra; fortaleza que se decidió no intentar tomar para no desgastar más el ejército antes de la batalla final. 


El 11 de julio llegaron a las estribaciones de Sierra Morena, tomando el camino del Puerto del Muradal. Allí se produjeron los primeros enfrentamientos con avanzadillas almohades, lo que no impidió que se instalase el campamento cristiano en las alturas. Protegiendo la bajada del Puerto se encontraba la pequeña fortaleza de Castro Ferral con una pequeña guarnición almohade; cuando los Reyes dudaban si tomarla o sobrepasarla, el día 13, sus defensores la abandonaron, por lo que fue inmediatamente ocupada.

El mismo día 13 el ejército comenzó a descender el Puerto intentando atravesar el Paso de la Losa. Era éste un estrecho sendero que atravesaba una enorme formación rocosa. El sendero y sus alturas habían sido ocupados por huestes musulmanas; era una situación en la que unos cientos de hombres podían fácilmente rechazar un ejército numeroso. El paso era imposible.

Infantería pesada de la casa de Lara y la de Haro.

Los Reyes cristianos, reunidos en consejo, estudiaron opciones. Se habló de retirarse y buscar otro paso, pero esto era muy peligroso; primero porque los soldados podían desmoralizarse al ver que se retrocedía, lo que podría producir deserciones; y segundo, porque los musulmanes podían atacar a los rezagados y causar estragos. La situación era descorazonadora: ni se podía avanzar, ni se debía retroceder...

Y entonces se produjo lo que algunos denominaron "milagro" y otros afortunada casualidad: un pastor (1), seguramente un mozárabe conocedor de la zona, se presentó a los Reyes y se ofreció a mostrarles un paso desconocido y sin vigilancia, que les permitiría bajar del Puerto sin peligro. Se trataba del que ahora se conoce como "Paso del Rey", y que descendía hasta una meseta conocida desde entonces como "Mesa del Rey". Allí se estableció el definitivo campamento cristiano; frente a ellos, al otro lado de la llanura y a unos tres kilómetros, se encontraba el campamento de Al-Nasir. Entre ambos, se extendían "Las Navas de Tolosa".

Mesnada de Pedro II.

(1) Sobre este "pastor" providencial se ha escrito mucho; desde que se trataba de "un ángel" o del mismísimo San Isidro Labrador (tesis de los partidarios del "milagro"), hasta que se trataba de un cazador "frontero"; uno de aquellos aventureros que vivían en "la tierra de nadie", comerciando indistintamente con cristianos o musulmanes  (tesis de autores menos "providencialistas"). En cualquier caso, posteriormente se le identificó como Martin Alhaja.

Los siguientes días, 14 y 15 de julio (sábado y domingo), el ejército cristiano descansó; teniendo como preocupación únicamente rechazar las correrías de la caballería ligera  islámica, que hostigaba con ocasionales descargas de arquería y jabalinas. Sin embargo, Al-Nasir, que había adelantado su campamento hasta el Cerro de los Olivares, y que esperaba un ataque en cualquier momento, tuvo a sus tropas formadas durante horas los dos días.   


La noche del día 15 de julio, los reyes y sus más allegados colaboradores ultimaron el plan de batalla: se formarían tres haces (un centro y dos costaneras); cada uno de los cuales estaría al mando de un Rey, y a su vez, cada haz, se dividiría en tres líneas. (2)

 (2) No voy a detallar ahora la composición de estas líneas; primero: porque ya está indicada en las anteriores entradas dedicadas a Las Navas; y segundo: porque en las fotografías que aparecen en ésta, la cuestión queda bastante explícita. 

También se dictaron severas órdenes a las tropas. Primero: no habría prisioneros (esta no era una acción de sitio, sino una batalla campal); segundo: quedaba estrictamente prohibido bajo pena de excomunión, detenerse a obtener botín antes del final de la batalla; y tercero: cualquiera que abandonase la formación para perseguir al enemigo ante una supuesta "huida", sería ejecutado. Trataba Alfonso con esta orden, de evitar las funestas consecuencias de la táctica musulmana del "torna-fuye". Detengámonos un momento en esto; en esto y en otras cuestiones aclaratorias que conviene conocer antes de comentar el desarrollo de la batalla.

Hueste del Conde de Urgel.

Una nota sobre el "torna-fuye".
La derrota de Alarcos se había debido principalmente a dos motivos: la premura de Alfonso por entablar batalla sin esperar los refuerzos de otros reyes peninsulares que estaban de camino, y la endiablada táctica musulmana del "torna-fuye". Era ésta una maniobra desarrollada por los arqueros a caballo y que consistía en que tras disparar una serie de andanadas, fingían una huida, lo que provocaba que la caballería cristiana rompiese sus líneas para perseguirlos, dejando huecos en su formación. A continuación ocurrían dos cosas: por un lado, la caballería pesada islámica irrumpía por esos huecos ahora en desorden, causando estragos; y por otro, los arqueros montados, tras lanzar varias andanadas a sus perseguidores mediante el "tiro parto" (disparando hacia atrás mientras galopaban), daban media vuelta y envolvían con sus ligeros caballos a la pesada infantería cristiana.

La táctica del "torna-fuye" había sido empleada con éxito por los musulmanes en Tierra Santa y los Cruzados ya habían desarrollado sistemas para contrarrestarlas. Suponemos (a la vista de las órdenes que impartió en Las Navas) que Alfonso, que tenía contactos (familiares y de amistad) con varios cruzados, se habría informado de tales sistemas.


El ejército musulmán en Las Navas.
Aunque no hemos hablado aquí de la composición del ejército cristiano, por lo que queda dicho más arriba, sí que vamos a hacer una descripción de las huestes almohades. Y ello, porque según está la situación actualmente para conseguir miniaturas de fabricación inglesa (Brexit, subidas de precios, Aduanas...) dudo mucho que alguna vez pueda adquirir las figuras pertinentes y dedicarles una entrada, como me hubiese gustado. Y tampoco me veo dando forma al ejército musulmán con miniaturas de diferente fabricante; así que como no va a haber fotografías de minis del ejército de Al-Nasir, quede aquí una descripción textual.

Las tropas de Al-Nasir habían salido de Sevilla dirigiéndose al norte. Tras varias dudas sobre el lugar idóneo para encontrarse con los cristianos, se decidió tratar de interceptarlos en los pasos de Sierra Morena. Como este plan fracasó, como hemos visto, el Miramamolín plantó su último campamento en el Cerro de los Olivares, donde esperó la acometida cruzada. Su plan de batalla era el siguiente:

La infantería pesada aragonesa al completo.

La primera línea del ejército de Al-Nasir estaba formada por miles de voluntarios que habían acudido desde África a la demanda del Califa, que había ordenado predicar la Yihab o Guerra Santa. Se les conoció como "Voluntarios de la Fe" y se trataba de gentes fanáticas pero de muy poco valor militar. 

La segunda línea islámica, dividida a su vez en formaciones, era la parte más fuerte y mejor preparada. Formaban allí las élites de almohades (en su mayoría bereberes) y andalusíes. En primer lugar, una fuerte infantería con escudos y lanzas; tras ellos, arqueros que disparaban en tiro curvo por encima de los anteriores; y aún detrás de éstas dos formaciones, figuraban la caballería media almohade, y la más pesada, de los andalusíes.

Añadiendo a las figuras publicadas en este post, las aparecidas anteriormente, el ejército completo queda 
tal como vemos aquí arriba: los tres haces al mando de cada uno de los Reyes, y la disposición de las  tres líneas de ataque.

En los flancos de cada una de estas líneas, formaban enjambres de caballería ligera,de diversa procedencia, entre los que destacaban los arqueros mercenarios turcos denominados "Aggaz" (o "agzaz", plural de Guzz), maestros en la técnica del "torna-fuye". 

Por último, en la tercera línea se encontraba la tienda del Miramamolín, protegida por zanjas, cadenas y estacas (el palenque) y por un numeroso contingente de subsaharianos (los "imesebelen") de los que se dice que combatían encadenados para impedir su huida (pero esto es seguramente invención posterior). También se encontraban junto al Califa, para su protección personal, algunas unidades de almohades.

Primera línea, o "Vanguardia".

Sobre los contingentes
Como hemos comentado en otro sitio, si la "guerra de números" siempre es reñida entre historiadores, especialistas y aficionados (entre los que me encuentro), cuando se trata de cuantificar las tropas intervinientes en cualquier batalla, en el caso de Las Navas de Tolosa, la cuestión adquiere unos niveles casi cómicos. Se pasa de hablar de unas cantidades de hombres astronómicas, en las que las tropas musulmanas cuadruplican a las cristianas, a otras cantidades ínfimas, en las que los contingentes están prácticamente igualados. Como se dice comúnmente que "la verdad está en el medio", y como soy bastante ecléctico, después de estudiar muchos y variados textos sobre el particular, mi opinión es que las tropas de Al-Nasir serían aproximadamente un 50% más que las de Alfonso. Y puesto a detallar números, me quedaría con 18.000 cruzados y 27.000 musulmanes. O redondeando: 20.000 y 30.000; el porcentaje es el mismo.

Y dicho todo esto, veamos el desarrollo de la batalla.

Las Navas de Tolosa: la Batalla.
Al amanecer del lunes 16 de julio de 1212, tras las preceptivas ceremonias religiosas por parte de los dos bandos y de las exhortaciones que exigían las circunstancias, ambos ejércitos abandonaron sus campamentos y se desplegaron frente a frente.

Segunda línea, o "Medianera"; la más numerosa.

Inició la acción la primera línea cristiana al mando de Lope (o López) de Haro; una furiosa carga de caballería pesada que destrozó a los "Voluntarios de la Fe", y continuó, ahora cuesta arriba, camino del Cerro de los Olivares, para arremeter contra la línea más fuerte de los almohades. Los jinetes ligeros árabes comenzaron a hostigar los flancos cristianos, en busca de arrastrarlos al "torna-fuye", pero éstos, ahora suficientemente aleccionados, ignoraron a los hostigadores y embistieron a los lanceros islámicos.

Aquí se detuvo el empuje cruzado; la inmensa masa humana que tenían delante, formada por guerreros expertos y apoyados por arqueros en retaguardia, puso las cosas muy difíciles a los hombres de Lope de Haro. No mejor iba la cosa en los flancos, donde los arqueros a caballo no cesaban de hostigar. Cuando comenzaba a flaquear la primera línea cristiana, llegó en su auxilio la segunda, donde formaban las Órdenes Militares y las huestes de la Casa de Lara.

Tercera línea, o "Zaga", con los Tres Reyes.

Pero la masa almohade tenía la suficiente fuerza para contener también esta segunda línea. No solo contenerla: cuando algunas unidades cristianas del centro comenzaron a retroceder, los almohades se arriesgaron a hacer acometidas. Y en las costaneras la situación era angustiosa. El Rey Alfonso pretendió acudir con la zaga en auxilio del centro, pero los consejos del Arzobispo de Toledo le hicieron cambiar de opinión y se limitó a mandar en apoyo a la hueste de Gonzalo Ruiz de Girón. El centro se estabilizó de momento.

Sin embargo, la situación volvió pronto a ser muy peligrosa, el cansancio se iba imponiendo y la matanza también; algunas milicias, muy castigadas, se desbandaron y el centro cruzado se conmocionó. Entonces, al ver el retroceso de los cristianos, los almohades cometieron un error fatal: abrieron sus líneas para dar paso a la caballería pesada, esperando acabar con los desbandados; pero al hacer esto, dejaron un gran hueco en su centro.

Carga de Alfonso VIII: "Arzobispo, ¡muramos aquí vos y yo!".

Era el momento que esperaban Alfonso y el Arzobispo. El primero exclamó: "Arzobispo, muramos aquí vos y yo". Y dio la orden de carga a toda la zaga, la tercera línea cristiana. Alfonso VIII, Pedro II y Sancho VII cabalgaron con los suyos hacia las huestes musulmanas. Fue "La Carga de los Tres Reyes". "Viene el Rey", fue el grito de los castellanos cuando vieron cabalgar a Alfonso en dirección al centro almohade. Y los ánimos de los cristianos se recompusieron.

Las líneas almohades y andalusíes se deshicieron ante el empuje, iniciándose una desbandada en el centro musulmán, que se extendió a las alas y al poco fue total. Quedaba el "palenque" que rodeaba la tienda del Califa. El Miramamolín, acompañado de sus lugartenientes ya había huido del campo de batalla camino de Baeza, pero allí quedaban los "Imesebelen" defendiendo su posición. Quiere alguna leyenda que fuese Sancho de Navarra el primero en asaltar el palenque rompiendo las cadenas que lo protegían y haciendo picadillo a los desdichados subsaharianos. Es más probable que tales acciones fuesen acometidas por los Tres Reyes al alimón; todos ellos tenían como meta principal la roja tienda del Califa. De hecho, otra tradición apunta como primero en asaltar el palenque a Alvaro Núñez de Lara, alférez de Alfonso... vaya usted a saber.  ;)

Carga de Pedro II y del Conde de Urgel.

Cuando la victoria fue incontestable, los cristianos entonaron un "Te Deum", y tras este breve cántico, la caballería comenzó la persecución y degüello de los huidos, operación que se prolongó hasta la caída de la noche. Mientras tanto, parte del ejército se abalanzaba sobre las tiendas musulmanas en busca de botín. El campamento cristiano fue trasladado de la Mesa del Rey al Cerro de los Olivares. Y se cuenta que esa noche y la siguiente, para encender las hogueras campamentales bastó con los restos de flechas y lanzas almohades dispersos por el terreno.

Carga de Sancho VII, acompañado por "caballeros villanos" castellanos.

Consecuencias inmediatas
Tras pasar el 17 de julio descansando, curando heridas, inventariando el botín y enterrando cadáveres, el día 18 varias huestes cristianas ocupaban Tolosa y Vilches. En días sucesivos, caían Úbeda y Baeza. En este momento se declaró una peste, posiblemente por la cantidad de cadáveres sin enterrar diseminados por los campos, por lo que la expedición se detuvo aquí y los cruzados regresaron a sus bases. Los Tres Reyes habían obtenido una resonante victoria sobre el Islam, y aunque una hambruna se desató en la península poco después, deteniendo momentáneamente la Reconquista, había quedado patente que los almohades no eran invencibles.

Comparación del territorio peninsular entre 1195 y 1292

Consecuencias posteriores
Las consecuencias de las Navas de Tolosa, se aprecian gráficamente en los dos mapas (de confección propia), que podemos ver aquí arriba: a la izquierda vemos el estado de la península en 1195, inmediatamente después de la derrota de Alarcos; a la derecha, en 1292, después de que Sancho IV el Bravo de Castilla reconquistase Tarifa.

Como vemos, menos de un siglo después de Las Navas, se había ganado a los musulmanes la mayor parte de España. La Reconquista, que había nacido en 722 con la batalla de Covadonga, tuvo en este siglo XIII, su etapa más gloriosa y de mayor avance. Fueron los años de Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, de Castilla, y de Jaime I El Conquistador, de Aragón. Sus hechos no habrían sido posibles de no haber sido precedidos por la acción de Las Navas.

Vemos también comparando ambos mapas, que se había producido la unión definitiva de Castilla y León, y que en el norte de África había desaparecido el Imperio Almohade, sustituido por el de los Benimerines. Del antaño poderoso Al-Andalus, quedaba a los musulmanes únicamente el Reino de Granada, que pagando regularmente abundantes impuestos a los reyes de Castilla, pudo mantenerse hasta 1492, en que los Reyes Católicos tras unir los Reinos de Castilla y Aragón, expulsaban de Granada al último rey de la dinastía nazarí: Boabdil el Chico; el último rey musulmán en España.

En la localidad de La Carolina, provincia de Jaén, y a pocos kilómetros de la llanura donde se produjo
la batalla, se erigió en 1981 este monumento a su memoria, obra del arquitecto Manuel Millán López
y del escultor Antonio González Orea. La figura que aparece en bronce ante el grupo escultórico
en piedra, representa a Martin Alhaja (Foto de Google Earth).

Valoración final de Las Navas de Tolosa
Entre las fechas punteras que han marcado el rumbo de la historia de España, la de 1212 figura con letras (o números) de oro en los anales. Estuvimos muy cerca de ser una prolongación de Marruecos, y nuestros antepasados lo evitaron; no habrían existido Cervantes, ni Lope de Vega, ni Calderón, ni Velázquez, ni Picasso (por ejemplo), sin la victoria de Las Navas de Tolosa.

 Y es que según las palabras del Califa Omar: "Los libros que están de acuerdo con el Corán no son necesarios: hay que quemarlos; los que no lo están, son peligrosos, también hay que quemarlos". Recordemos además, que el Islam prohíbe la representación artística de la figura humana. ¿Existiría el Museo del Prado en un moderno Al-Andalus? Y en un hipotético mundo global regido por el Islam, ¿existirían el Louvre o el British Museum? ¿Existiría la Biblioteca Pública de Nueva York? Lo que debería preocupar a Occidente frente al avance del Islam, no es su Religión en sí; sino la posible desaparición de nuestra Cultura; democracia incluida. Y esto no es "islamofobia", no... es amar a Homero, a Shakespeare y a "los demás".

Detalle del monumento en La Carolina. De izquierda a derecha: Diego Lope de Haro,
el Arzobispo Jiménez de Rada, y los Tres Reyes: Pedro, Alfonso y Sancho.

El éxito de Las Navas de Tolosa se produjo gracias a la unión de tres de los Reinos cristianos existentes en la península en la época. Cabe pensar hasta dónde hubiese llegado la Reconquista en aquel momento si se hubiesen unido los Cinco Reinos... igual hasta Nigeria...  XD  

Ahora en serio: quedó entonces demostrado que "la unión hace la fuerza", y es esa una lección que la España actual parece haber olvidado.


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Las figuras son de:
Essex Miniatures
15mm. metal