Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Las Navas de Tolosa - 1212 - Parte 1 (Milicias concejiles)


Hace tiempo que no vemos aquí una entrada dedicada a la Edad Media, y más tiempo que no vemos nada dedicado al medievo concretamente español. Por tanto, parece éste un buen momento para traer a colación la famosa batalla de Las Navas de Tolosa; momento álgido de la Reconquista, por cuanto significó un punto sin retorno para el predominio islámico en la península, predominio que desde aquel momento (1212) hasta su desaparición en 1492 no dejó de disminuir.  


Y es de destacar que la victoria cristiana se debiese principalmente a la unión de tres reinos peninsulares: Castilla, Aragón y Navarra, máxime si recordamos que la derrota de Guadalete (que significó la conquista de España por los musulmanes), se debió a la desunión española de la época, tanto por la enemistad que mantenía el rey Rodrigo con los hijos de Witiza (anterior monarca godo), que cambiaron de bando en mitad de la batalla, como por la rebelión de las tribus del norte, que provocaron el retraso de Rodrigo y la consiguiente precipitación y desorden para acudir al sur. La moraleja es fácil de entender: si es cierto como se dice, que "la unión hace la fuerza", también lo es que la desunión lleva a la derrota... y a una eventual desaparición.
   
Pero hablemos de miniaturas...


Llevaba más de cuatro años "dándole vueltas" al tema de reconstruir el ejército castellano-navarro-aragonés en Las Navas de Tolosa. Y cuantos más textos repasaba y más reconstrucciones de otros coleguitas iba viendo, en vez de tenerlo más claro, me sumía más en confusión...

Y es que, por ejemplo: hay páginas donde para dar forma a las huestes ultramontanas (1), se recurre a "un montón" de peanas... Vamos a ver: por muchos miles de franceses, flamencos y otros europeos, que acudiesen a la demanda del Papa, lo cierto (según las Crónicas) es que después de los sucesos de Malagón (que ya veremos detalladamente en otro momento), la inmensa mayoría abandonó la campaña, regresando a sus países; y a la propia batalla de Las Navas, llegaron apenas trescientos... en el mejor de los casos.


(1) Se denominó "ultramontanos" (="de más allá de los Pirineos"), a los extranjeros europeos que acudieron a España, después de que el Papa Inocencio III, a demanda del Rey de Castilla Alfonso VIII, concediese "Bula de Cruzada" a la campaña contra los Almohades. Fue el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, el encargado de la visita al Papa, que no pudo ser (en principio) más exitosa.


Por tanto, a no ser que pretendamos formar un ejército con varios cientos de peanas, lo que puede llevarnos a la ruina, los ultramontanos estarán suficientemente representados con una sola peana. Y no solo eso: en la misma peana podremos figurar también a los voluntarios portugueses y leoneses que acudieron a la acción. Sabemos que los Reyes de León y Portugal no quisieron participar en la campaña, pero también sabemos que autorizaron a "algunos" (no demasiados) caballeros voluntarios a unirse a las huestes cristianas.


Algo parecido ocurre con las tropas de Sancho el Fuerte de Navarra. Vemos reconstrucciones en miniatura, donde los navarros cuentan con seis o más peanas. ¡Pero si apenas llegaron con el rey 250 caballeros! Pues la misma cuestión: si no queremos arruinarnos con la adquisición de las miniaturas suficientes para dar forma a un ejército en proporción a seis peanas de navarros, tendremos que figurarlos con una.


Luego está el asunto del total de hombres (tanto por parte cristiana como musulmana), que participaron en la contienda. Si en el estudio de cualquier batalla siempre encontramos en esta cuestión de los contingentes, una considerable "guerra de números", en el caso de Las Navas, es ya algo de risa. De los cientos de miles que presentaban algunas crónicas antiguas, se ha pasado según revisionistas actuales, a cantidades ínfimas. Y no, no me parece creíble ni una cosa ni otra.

Caballeros Villanos pesados

Tirando por "la calle de en medio", yo opto por 36 peanas en total para representar el ejército cristiano. Si cuantificamos cada peana en 500 hombres, estaríamos hablando de 18000 combatientes. ¿Parecen muchos? Vale, pues cuantifiquemos cada peana en 250 y tendremos 9000. ¿Parecen pocos? Pues las ponemos en 1000 y llegamos a 36000. Y así... ¿Para qué nos vamos a complicar más de lo necesario con una cuestión que en puridad es abstracta? 


Lo importante a la hora de preparar una batalla con miniaturas es cuántas peanas por cada bando ponemos encima de la mesa. Eso, y que los diferentes tipos de combatientes dentro de la misma facción, estén representados proporcionalmente al número total. Así pues, 36 me parece un número "manejable" para las huestes cristianas.


Y si alguna vez doy forma al ejército del famoso "Miramamolín" (o Muhammad Al Nasir "Almir al-Mu'minin", Principe de los Creyentes), optaré por un cincuenta por ciento de incremento sobre las peanas cristianas y dejaré el contingente almohade en 54. Ni el doble que sugieren algunas fuentes, ni apenas un 25 por ciento más, que indican otras. Pero antes de que me decida a pintar el ejército almohade, pasará bastante tiempo.

Caballeros Villanos ligeros

De hecho, me voy a tomar "con calma" terminar el ejército cristiano que he comenzado con la publicación de las presentes miniaturas. Y es que siempre que acometo la realización de un ejército numeroso (y denomino "numeroso" a los que superan la docena de peanas), me invade una especie de agobio, que me lleva a ir cambiando de escala, ambiente y período entre una sesión y otra de pintura. Me divierte más... :)  Por tanto, para ver el ejército cristiano en Las Navas de Tolosa, iremos "por partes".


Y comenzamos con la parte del ejército cuya composición y número, dentro del total de los cruzados, me parece más convincente. Me explico:

Sabemos que en Las Navas, el ejército cristiano se dividió en tres columnas (tres "haces", decían ellos), y que cada una de las tres columnas se dividía en tres líneas de ataque. Vale, pues según la mayoría de las crónicas y estudios posteriores, eran las milicias concejiles castellanas el elemento más numeroso: su inclusión esta documentada en los tres haces principales.


No sólo ocupaban las milicias la mayor parte del haz central, el castellano de Alfonso VIII, sino que eran prácticamente el total del haz derecho, al mando de Sancho el Fuerte (ya hemos visto que las huestes navarras no llegaban a trescientos efectivos), y además se reforzó con parte de ellas el haz izquierdo, liderado por el aragonés Pedro II, que quedaba un tanto escaso.

No quisiera con esto, herir susceptibilidades "pamplonicas". La calidad y efectividad de los navarros durante el desarrollo de Las Navas está fuera de toda duda; pero eso es una cosa, y otra, el número de caballeros que intervinieron. 


Por lo dicho, estimo bastante posible, que un tercio del ejército cristiano, lo formasen las milicias castellanas, que en mi reconstrucción estarán formadas por doce peanas: dos de caballeros pesados, dos de caballería ligera, seis de peones y dos de ballesteros.


Así que dejaremos la narración de la batalla para otro momento y en esta entrada, hablaremos de las Milicias Concejiles Castellanas.


Milicias Concejiles
En los tiempos en que la Reconquista comenzaba a afianzarse seriamente, después de que la frontera (2) con los musulmanes quedase fijada en el Duero (935), se produjo la despoblación de grandes zonas al sur del río, una "tierra de nadie", campos baldíos a los que los cristianos procuraban no bajar, y los musulmanes no subir. La posibilidad  de encontrarse con una algarada o razzia enemiga era grande para ambos bandos.

(2) Este tema de "la frontera con los musulmanes" es un hecho diferencial absoluto de la Edad Media de España en relación al resto de estados cristianos europeos. Un asunto que condicionó en gran manera la evolución de la sociedad española... y que continúa haciéndolo a juzgar por ciertos acontecimientos actuales (mayo 2021) en Ceuta, la "frontera" de hoy, juntamente con Melilla. 


Pero los reyes de León y los condes de Castilla, necesitaban repoblar el territorio con población cristiana, tanto para hacer avanzar la Reconquista, como para ampliar sus propias parcelas de poder y consecuentemente, sus ingresos fiscales. Y como las gentes del norte no estaban por la labor de asentarse en tan peligrosa zona así por las buenas, comenzaron a conceder "presuras", es decir, otorgamientos de fueros, reducciones de impuestos y otras ventajas a quienes se aventurasen a roturar los terrenos yermos y asentarse en la zona.


El primer "fuero" concedido a una ciudad y del que existe prueba documental, fue el de Castrojeriz, en Burgos, donde en 974 el Conde de Castilla García Fernández, ya detalla ampliamente por escrito los privilegios concedidos a los repobladores, así como las obligaciones militares a que quedaban sometidos como contraprestación.


Porque obviamente, las aldeas y ciudades "de frontera" necesitaban una fuerza militar constante; un grupo numeroso de hombres armados, preparados en todo momento tanto para repeler de manera autonómica cualquier invasión o razzia musulmana, como para acudir a la llamada del rey o de los Condes de Castilla en caso de necesidad. Estas llamadas por parte de la autoridad, básicamente podían ser de dos tipos: la "fonsada" y el "apellido".


La "fonsada" era un reclutamiento que se organizaba en las ciudades para incrementar las huestes reales o condales cuando se preparaba anticipadamente una acción guerrera, que podía ir dirigida contra los musulmanes o (tristemente) contra otros reinos cristianos. El "apellido" era algo mucho más apremiante. Se trataba de repeler un ataque inesperado (generalmente musulmán) que urgía a la acción militar.

Eran los concejos de las ciudades los encargados de organizar las Milicias Concejiles, lo que ya viene indicado por su denominación. Las milicias se dividían en principio, en dos tipos de combatientes: Caballeros Villanos y Peones. 


Caballeros Villanos
Los Caballeros Villanos ("de la villa"), a su vez, podían ser de "carga con lanza" (caballería pesada) o lanzadores de jabalinas (caballería ligera). Los primeros, con más poder económico, podían ir armados prácticamente como un caballero feudal: cascos, cotas de mallas, perpuntes, buenas lanzas y espadas... En mi reconstrucción y para distinguirlos de los caballeros de las mesnadas reales y feudales, los presento sin yelmos cerrados y montados en caballos sin bardas. Montaban "a la brida", con estribos largos.

Ballesteros.

Otra distinción con los feudales, es el color de sus vestimentas. En este caso, la distinción no es cosa mía; ya de antiguo se conoció a estos jinetes "villanos" como "Caballeros Pardos". Sus sobrevestas (la túnica que cubría la cota de mallas) solían ser de colores sobrios, lo que les diferenciaba de los feudales, que usaban colores vivos. El nombre de "Pardo" dio lugar a un apellido ("apellido" en el sentido actual, no en el anteriormente comentado) que ha llegado a nuestros días.


La caballería ligera la componían ciudadanos con el suficiente poder económico para mantener un caballo (condición básica según los Fueros para acceder a la condición de Caballero Villano), pero que no podían permitirse adquirir un equipo militar completo. Generalmente con un par de jabalinas y en el mejor de los casos, un escudo y con su caballo siempre, estaban listos para el combate. Eran buenos para labores de flanqueo, exploración, o repeler caballería ligera enemiga. Montaban "a la gineta" (sic), con estribos cortos. Las miniaturas no reflejan esta particularidad, pero aquí estoy yo para indicarla...  ;)

Los Caballeros Villanos fueron asimilados al estatus de "infanzón", lo que les permitió acceder a la "baja hidalguía". Este derecho ya se contemplaba en el citado Fuero de Castrojeriz.


Peones
Aunque algunos de "los peones" (infantes a pie), podían contar con un equipo militar bastante "presentable" (cascos, lanzas y escudos) la mayoría de ellos estaba constituida por ciudadanos o campesinos precariamente armados, en algún caso con armamento ya antiguo (el escudo del abuelo, por ejemplo), y en otros, con armas improvisadas o procedentes de la transformación de instrumentos agrícolas. Como ejemplo de esto último: era fácil para cualquier herrero transformar una guadaña en un "cuchillo de brecha", como podemos apreciar en algunas de nuestras miniaturas. Por cierto, las figuras originales portaban, no un cuchillo de brecha, sino una "guja". Me ha parecido ésta, un arma demasiado avanzada para 1212 y la he modificado convenientemente.

Las huestes concejiles al completo.

Una clase de los peones con ciertos privilegios la constituían arqueros y ballesteros. Especialmente los ballesteros no tardarían en agruparse en cofradías o hermandades  para defender sus intereses. He estado tentado de no incluirlos en mi reconstrucción, por una parte, porque incluirlos entre las referidas 36 peanas en total, significaba mermar otros tipos de combatientes, y por otra, porque en el ejército cristiano (al contrario que en el musulmán) las "armas de tiro" no eran primordiales. Pero al final, he decidido incluirlos para dar variedad a "mi" hueste, y también para dotarla de un medio de defensa a distancia frente a los famosos "torna-fuye" de los islámicos.

El nombre de "Ballesteros", también se ha convertido en un apellido español bastante frecuente en la actualidad.

Una escena "peliculera".

Entre los concejos castellanos presentes en Las Navas, podemos citar: Ávila, Segovia, Madrid, Valladolid, Medinaceli, Soria, Cuenca, Toledo, Burgos, Medina del Campo, Sepúlveda, Talavera, Guadalajara... A este respecto de las ciudades participantes, es curioso que la Wikipedia no cite Madrid, cuando esta ciudad se comenta expresamente en las crónicas antiguas y no cabe duda de su presencia; aunque sólo sea por el célebre episodio (que ya veremos) de la confusión que se produjo en mitad de la batalla entre el estandarte madrileño (un oso negro sobre fondo blanco) y el de López de Haro, señor de Vizcaya y lugarteniente de Alfonso VIII (dos lobos negros sobre fondo blanco). Algún anti-madrileño anida en Wikipedia. En fin... ;)

Para terminar este apartado, detallemos que las "Milicias Concejiles" no fueron  formaciones únicamente castellanas; sino comunes en otros reinos peninsulares lindantes con el poderío islámico.

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Al servicio de Aragón: los almogávares.

Y vamos a completar esta entrada con una parte muy efectiva del ejército de Aragón en las Navas: los Almogávares. Hablemos de Almogávares.

Almogávares
A diferencia de los componentes de las milicias concejiles, que podían ser a la vez que combatientes: campesinos, carpinteros, mesoneros o comerciantes, los almogávares eran guerreros a "tiempo completo". La palabra "almogávar" procede del árabe, significando "el que hace algaradas" (algaradas = razzias o ataques rápidos en territorio enemigo para saquear u obtener cautivos).

Almogávares hubo en todos los estados cristianos peninsulares que tuvieron frontera con el Islam, pero cobraron especial importancia los aragoneses (o catalano-aragoneses) por los sucesos que protagonizaron un siglo después de las Navas. Famosas serían sus correrías contra turcos, franceses y bizantinos, siempre al servicio del Reino de Aragón. Uno de sus gritos de guerra, conjuntamente con los conocidos "¡Desperta Ferro!" o "Aur, aur", siempre fue "¡Aragó, Aragó¡"


Los Almogávares vivían "sobre el terreno", organizando con sus familias pequeños campamentos transitorios en cualquier territorio por donde les llevasen sus andanzas. Cuando un grupo de guerreros se aventuraba en tierras enemigas, tenían bastante con un zurrón donde portaban pan para unos días, y llegado el caso, podían mantenerse de hierbas. Gente dura y abnegada, los almogávares.

Aunque pueden ser considerados "infantería ligera", por su rapidez de movimiento y por su técnica de lanzar venablos (antes del ataque directo), si consideramos que la "auténtica" infantería ligera, lanzaba sus proyectiles y se retiraba tras sus líneas más pesadamente armadas, los almogávares eran más bien una "infantería ligera de choque" (infantería media los denominaría yo, más bien). Porque tras lanzar sus venablos, pasaban a cargar. Y llegado este momento, sus chuzos (denominados "azconas") y sus anchos cuchillos (el "coltell" lo llamaban ellos), podían destrozar el esqueleto a cualquier enemigo, infante o jinete, por muy acorazado que estuviese.

Y ya que hablábamos antes de "apellidos", digamos que también el de "Azcona" es común en España.

Preparados para "dar estopa" donde sea menester...

La participación almogávar en el ejército aragonés de Las Navas (aunque haya quien la niegue) está acreditada en las crónicas.  

Sobre las figuras de los almogávares: no he encontrado miniaturas que los representasen de manera convincente (para mi gusto), por lo que he optado por transformar figuras de guerreros genéricos, añadiendo cascos a un grupo de lanzadores de jabalina con escudo, y pintándoles después las vestimentas (a algunos) a modo de jubón sobre la túnica. También he simulado con la pintura algunos gorjales de cuero.


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Y hasta aquí la primera parte de los combatientes cristianos en las Navas de Tolosa. Próximamente continuaremos con el estudio de otros contingentes del ejército que evitó que el "Miramamolín" cumpliese su amenaza de "abrevar sus caballos en el Tíber". Porque la intención almohade no era conquistar hasta los Pirineos, no... pretendían llegar bastante más allá. Europa no ha sido consciente en su justa medida, de los males que evitó al continente europeo la acción española en Las Navas. Y la amenaza continúa vigente... me parece. 


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Para acceder a la segunda parte, pinchad aquí.

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Las figuras son de:
Essex Miniatures
(Caballería, peones con escudo, ballesteros y almogávares)
y de: 
Alternative Miniatures
(Peones sin escudo)

Todas en 15mm-


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