Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Expansión Árabe - La Primera "Yihad"


En el año 622, el profeta Mahoma (haciendo buena la frase que anuncia que "nadie es profeta en su tierra"), abandonaba La Meca amenazado por sus enemigos políticos y se refugiaba en la ciudad de Medina. La fecha es importante, ya que significa el punto de partida de la cronología islámica: "La Hégira" (=la huida). 

La foto de arriba muestra un "emir" dirigiendo una operación. Le acompañan un "añafil", un "alferic" y un "atambor". Fueron los árabes los primeros cuyos ejércitos acompañaron sus acciones con el sonido de tambores. La bandera es una variación de la actual de Arabia Saudí, conteniendo una "sura" (=verso) del Corán.  


Para 630, Mahoma y sus seguidores ya estaban preparados para reconquistar La Meca. Y lo hicieron. Se prohibió el culto idolátrico, manteniendo únicamente la adoración de la "Kaaba" (la Piedra Negra), y el Islam quedó implantado en toda Arabia. 


En 632 muere Mahoma en Medina. Le sucede su suegro, Abu-Beker, que toma el título de "califa" (=sucesor) e inicia la expansión hacia Siria y Persia. Esto significa por un lado el enfrentamiento con el Imperio Bizantino, y por otro, con el de los Persas Sasánidas. Los ejércitos de estas potencias tenían su punto fuerte en la caballería extra-pesada (catafractos y clibanarios). Por el contrario, la efectividad de los ejércitos islámicos radicaba en la agilidad de su caballería media y ligera. 


En los encuentros que los jinetes árabes tuvieron con las caballerías bizantina y sasánida, quedó de manifiesto la superioridad de los primeros. La táctica era sencilla: se trataba de diluirse como el agua ante la carga de los pesados catafractos y clibanarios para volver a reagruparse poco después. Y cuando los caballos enemigos estaban extenuados, los arqueros árabes con sus monturas tan frescas como al principio, regresaban al galope y soltaban miles de flechas que iban mermando las filas de bizantinos o sasánidas.


Cuando toda organización había desaparecido, era el momento de la carga de la caballería media árabe, que auxiliada por la infantería, sólo tenía que ir cortando cabezas... a los pocos que todavía no hubiesen huido del campo de batalla. 

Este esquema se repitió en las batallas de Yarmuk (636) contra los bizantinos y la de Al-Qadisiyyah o Kadisiya (637) contra los persas. Tras la primera, se hicieron con Siria, Palestina y Egipto (Jerusalén cayó en 638, Alejandría en 642) tras la segunda, tomaron Ctesifonte, la capital persa.


Tras Abu-Beker, se suceden los califatos de Omar, Otmán y Alí, con el que termina el llamado "Califato Perfecto" (los cuatro primeros "sucesores", 632-661). En este momento el Islam ya domina Arabia, Siria, Palestina, Egipto y lo que había sido el Imperio Persa Sasánida (Mesopotamia, Irán y zonas limítrofes).


Tras conflictos sucesorios (batalla del Camello, 656, primera guerra civil islámica), se implanta de la mano de Mu'awiya, la dinastía Omeya (661-750) que continuará la Guerra Santa ("Yihad") extendiéndose por el Norte de África (Cartago cae en 689) y llegando a España en 711, donde reforzados por los bereberes recién convertidos, vencen a los desunidos visigodos del rey Rodrigo en la batalla de Guadalete (habría que detallar que a esta victoria islámica contribuyó en gran medida que los partidarios del anterior rey godo, Witiza, cambiaran de bando en mitad de la batalla). 


Su avance hacia Occidente quedó cortado en la batalla de Potiers (732), donde Carlos Martel, "Mayordomo de Palacio" del rey franco Teodorico IV, les opuso una fuerte infantería acorazada que hizo inútiles las cargas de su caballería.

En España, con la batalla de Covadonga (722) donde el visigodo Don Pelayo consiguió detener un ataque islámico, comenzaba una larga y difícil Reconquista a la que todavía le quedaban por delante casi ochocientos años


Con la batalla del Gran Zab, en 750, los Omeyas son aplastados por los Abásidas (1), lo que significa una nueva época en el mundo islámico. Se traslada la capital de Damasco a Bagdad y la cultura árabe entronca con la persa. Desde Bagdad, una nueva expansión militar hacia Oriente llevará el poder islámico hasta las orillas del Indo, conquistando zonas del norte de la India, y por otra parte, a los territorios del Asia Central, donde se apoderan de estados que rendían vasallaje a China. Fue la batalla del río Talas (751), la que obligó a los derrotados chinos de la Dinastía Tang, a abandonar sus pretensiones de extenderse hacia el Oeste, dejando gran parte de aquellas tierras en poder de los musulmanes.

(1) Los Abásidas tendrían su fin en 1258, cuando los mongoles al mando de Hulagu (nieto de Gengis Khan) tomaron y arrasaron Bagdad, asesinando al último Califa de la dinastía. 

Pero aún parcialmente derrotados, chinos e hindúes continuaban oponiéndose al avance de los árabes; lo que unido a disensiones sucesorias y religiosas en el seno del Islam, hizo que el ímpetu bélico de los musulmanes perdiese fuerza y se malgastase en luchas internas que durarían muchos años. A partir de aquí, el Imperio Islámico se desmembró en multitud de califatos independientes. 

El Islam no volvería a conocer una época de semejante expansión hasta los días de los turcos; selyúcidas primero (ss XI-XIII) y otomanos más tarde (ss. XIII-XX).


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Figuras de "Essex Miniatures". 15mm.


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