Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Caperucita Roja y el Lobo ¿Por qué no?

Detalle de Caperucita y su cara de susto.

Lo primero que pensé cuando me regalaron estas dos figuras fue: ¿Pero... qué hago yo pintando a Caperucita y al Lobo? Yo, que pinto Legiones, Tercios y regimientos napoleónicos... Pero después, me lo tomé con más calma, y me dije: "Vale, pero ¿no has pintado también figuras de fantasía, de comic y mitológicas? Entonces... ¿por qué no dar un paso más y pintar también figuras procedentes de los cuentos populares?" Aparte que las figuras en cuestión tenían un aire simpatiquísimo y un acabado muy cuidado... Y volví a decirme: "¡Vamos p'allá!"

Dos vistas de la figura en proceso.

Pero las dos figuras solas "decían" poco. Era necesario crear un ambiente escénico en torno a ellas que las hiciese resaltar. Pensé en un interior, pero no me veía haciendo sillitas, mesas y edredones, luego pensé en un camino en mitad de un bosque... pero las propias figuras sugieren que su encuentro se produce tras la estancia del Lobo en casa de la abuelita (por el camisón que luce el Lobo y por "un detalle" que no desvelaré ahora, ya lo hacen las escenas finales y sus pies de foto).  


El solo hecho de que el Lobo vaya cubierto por el camisón de la abuelita, ya sugiere un ambiente "casero". Tenía entonces que ser una escena casera. Se me ocurrió que podría representar el momento en que el Lobo recibe a Caperucita. En el cuento original, tal recibimiento se produce en la cama de la abuelita; en mi reconstrucción, se produciría en la puerta de su casa.

Pero (nada es sencillo hasta que se da con la solución), si situaba al lobo de espaldas a la puerta, "el detalle" al que hacía mención antes, quedaría invisible a los ojos del espectador (salvo en un perfil muy incómodo de visionar y muy poco claro).

El "malo de la función": el Lobo Feroz.

La solución estaba en que la fachada de la casita, debía tener dos puntos de vista: delantero y trasero. Y con la puerta abierta. De esta manera, por delante se vería la escena principal (el encuentro de los protagonistas) y por detrás... bueno, ya lo veréis... Después de todo el trabajo, creo que la escena queda sugerente.


El Cuento de "Caperucita Roja" ha sido desde siempre un "aviso" a las jovencitas para que no se fíen de "los lobos" que las acechan donde menos se lo esperan,  aunque no todo el mundo sepa "leer entre líneas" y captar tal mensaje. 

La casa de la abuelita; construida con arcilla, madera, cartón y mucho 
"flock". Pendiente de agregar la arena del camino. Vista exterior.

Desde antes que en 1697 Charles Perrault publicase su versión del cuento,  y mucho antes de que a principios del siglo XIX los hermanos Grimm lo revisionasen, existía en Europa Central y del Norte, una leyenda (con moraleja) sobre una adolescente (cuyo nombre varía según la versión de que se trate), que por su mala cabeza y por ignorar los consejos de su madre y fiarse de desconocidos, lo pasó muy mal.

Vista interior.

Las versiones varían en los detalles del relato y en su grado de truculencia, tanto en las leyendas medievales como en los cuentos posteriores. Pero al margen de la literatura, existe una versión cinematográfica que, basada en una variación de la historia que corría por Suecia durante el siglo XIII, significó un punto álgido del Séptimo Arte: "El Manantial de la Doncella".

La escena terminada. Caperucita y el Lobo en la puerta de la casa de la abuela. Vista parcial.

"El Manantial de la Doncella" fue dirigida por el gran Ingmar Bergman y estrenada en 1960. En ella, siguiendo la leyenda sueca, la protagonista de la historia se llama Karin (interpretada por Birgitta Petterson), y es hija de Töre y Mareta, señores del lugar donde transcurre la acción. Es enviada por sus padres para hacer la Ofrenda de los Cirios a la Virgen, ofrenda tradicional que todas las primaveras debe ser llevada a cabo por una doncella.

Otro ángulo.

Para llegar hasta el lugar donde está situada la Iglesia de la Virgen en cuestión, es necesario atravesar un cercano bosque, por lo que sus padres la hacen acompañar por una criada, Ingeri. Pero ésta es un mal bicho que odia y envidia a Karin, y poco antes de entrar en el bosque, se queda rezagada y deja a la doncella sola.

Hasta aquí, como se verá, el paralelismo entre Karin y Caperucita es claro: en lugar de la abuelita destinataria de "la merienda", tenemos a la Virgen destinataria de los cirios; en lugar de "la mamá de Caperucita", tenemos a los padres de Karin, el bosque sigue siendo el bosque, y el lobo...


Y otro, pero... ¿qué oculta el malvado lobo tras su espalda? Para averiguarlo, damos la vuelta 
a la pieza y...

El lobo, en la leyenda sueca (y en la película de Bergman) se personaliza en las figuras de tres hermanos asilvestrados que malviven en el bosque del robo y la rapiña. Cuando Karin entra en el bosque, los hermanos entablan conversación con ella, diciéndole que "sólo se alimentan de raíces". Karin, se apiada de ellos y les invita a compartir las provisiones que le ha dado su madre para el camino. Nunca lo hubiera hecho.

Tras haberse comido y bebido las provisiones de la muchacha, se entabla una curiosa conversación entre "el lobo-hermanos del bosque" y la doncella. Y en esta conversación radica la clave para identificar a Karin con Caperucita, para quien no lo hubiese hecho ya. Me refiero, claro, al equivalente de "¡Qué orejas más grandes tienes!" Solo que, en este caso, inicia la conversación "el lobo".


¡Aaargh! ¡¡¡La cabeza de la abuelita!!! Menuda variación truculenta del cuento... (que ya de por
sí, es bastante truculento).

Uno de los tres hermanos es apenas un niño. Otro es adulto, pero mudo; el tercero es el más "normal", siendo un mal bicho también. Cuando el mudo (evidentemente alterado) comienza a emitir gruñidos junto al cuello de Karin, el otro hermano "traduce":

   - Mi hermano dice que la niña tiene las manos muy blancas.

Contesta Karin:

- Es que las princesas no tenemos que lavar, ni encender el fuego.

Nuevos gruñidos y nueva traducción:

- Mi hermano dice que la niña tiene muy suave la garganta...

Contesta de nuevo Karin:

- Para adornarla con collares, la tenemos así las princesas.

Más gruñidos y...:

- Mi hermano dice que la hermosa niña tiene una cintura tan...


Detalle para morbosos.  ;)

Después de esta frase inacabada, los hermanos pasan a los hechos. Karin intenta huir pero ya es tarde... asistimos entonces a una de las escenas de violación y asesinato más brutales que podemos ver en celuloide. Y sin ninguna escena de desnudo ni sangre en exceso, Bergman nos sabe hacer llegar la angustia y el horror del momento.

Después de varias peripecias que no viene al caso detallar, asistimos a la venganza del padre de Karin (grandioso Max Von Sydow), cuyo "rol justiciero" podría ir en paralelo con "el cazador" del cuento.


Y para terminar, vista de la pieza completa, peana incluida.

Tras eso, el "cristianísimo" desenlace del relato: La Virgen (milagro, milagro) hace aparecer un manantial en el mismo lugar donde fue asesinada Karin. La película acaba y nos deja con un sabor agridulce, y la sensación de haber visto un peliculón como la copa de un pino. Por otra parte, es una de esas cintas, que tras "cabrear" en grado sumo, hace que al final se quede uno muy tranquilo, porque "el que la hace, la paga". 

Y nos quedamos pensando cuanta razón tiene la famosa frase feminista: "Contra violación, castración". 



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Las figuras de Caperucita y el Lobo, son de:
 Reaper Miniatures, en 28mm, metal. 
Referencia:  50073 - Red Riding Hood and Big Bad Wolf . 
La casa de la abuelita es una creación original.


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