Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Mitos griegos - Las Sirenas - Su aparición en La Odisea


Ciertamente, las sirenas de los antiguos mitos griegos no tenían la apariencia de esta bonita figura; no. Se trataba de unos seres con cuerpo, patas y alas de ave; y con busto y rostro de mujer. Pero ya desde la tardo-antigüedad y especialmente de la Edad Media en adelante se generalizó la morfología que a fecha de hoy es más común para representar a estas doncellas acuáticas: la de una hermosa mujer dotada desde la cintura con una graciosa cola de pez.


Con la apariencia de mujer-ave se la situaba frecuentemente sobre sepulcros de la Grecia Arcaica, con la misión (parece) de guiar el alma de los muertos hasta el "más allá". Este cometido puede ser influencia del dios egipcio con cabeza de halcón: Horus, el cual tenía idéntica misión (compartida con Anubis) durante el Juicio de Osiris (o de los Muertos).

Pero este aspecto "funerario" de las sirenas no ha trascendido en las leyendas más conocidas que protagonizan. Si han pasado a la memoria colectiva ha sido como encarnación de los peligros del mar. Y de todos los relatos en que aparecen con este papel, posiblemente el más popular sea el que nos relató Homero en La Odisea:


Ulises (por otro nombre, Odiseo, de donde: "Odisea") en su accidentado regreso de Troya a su patria, Ítaca, estuvo un año retenido en la isla de la diosa hechicera Circe que se había prendado de él. Cuando la diosa por fin, le permitió abandonar la isla, le aleccionó sobre los peligros que encontraría en su camino, y especialmente le previno contra las sirenas: "Llegarás primero a las sirenas, que encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquel que imprudentemente se acerca a ellas,  y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos..." (Odisea, XXII, 39).


Pero apreciando Circe que Ulises deseaba ardientemente escuchar el canto de las sirenas, le indicó el modo de hacerlo sin peligro: taponar con cera los oídos de sus remeros y ordenar que previamente le atasen a él al mástil, de manera que por mucho que gritase a sus hombres para que le soltasen y poder arrojarse al mar y a los brazos de las acuáticas doncellas, ni sus hombres podrían oírle, ni él podría liberarse.


Así consiguió Ulises escuchar el canto de las sirenas y salir con bien del asunto. Según leyendas posteriores, las sirenas, despechadas y sabiéndose vencidas, se arrojaron al mar y perecieron. El cadáver de una de ellas, Parténope, fue llevado por las aguas hasta las costas de Italia, donde los lugareños la reconocieron y le dedicaron honores funerarios. Junto a su tumba creció luego una ciudad que llevó su nombre: Parténope, antiguo nombre de Nápoles.


Eran consideradas las sirenas (en la variante más conocida) hijas del río Aqueloo y de la musa de la poesía épica, Calíope. Debido a su faceta cantora o musical son representadas habitualmente portando instrumentos musicales: liras, flautas... Se supone que vivían en un islote sin identificar, al norte de Sicilia. En cuanto a su número, según diferentes autores, podría variar entre tres y ocho.

A la izquierda, "Ulysses and the Mermaids" (1898), Herbert James Draper. A la derecha, "Mermaid" (1900), John William Waterhouse.
(Fragmentos)

Después de los ya lejanos días de los griegos clásicos, la imagen de las sirenas, bien con cola de pez o con auténticas y femeninas piernas ha hecho fortuna en el Arte, especialmente en la Pintura Victoriana del siglo XIX; y entre las obras más bellas y  sugerentes del período, las dos que sitúo sobre este párrafo. En la primera de ellas, vemos la escena antes comentada que protagoniza Ulises, aunque en este caso, el artista ha plasmado unas sirenas especialmente atrevidas... 


La pieza original llevaba como soporte apenas medio centímetro de metal en derredor. He ampliado tal soporte con masilla, situando la figura sobre una peana de madera; lo que me ha permitido el espacio suficiente para simular con "aguaplast" las olas rompiendo contra la playa. La arena, auténtica "arena de playa" encolada y pintada. Y hale, hop...! ya está lista la mozuela para ir en busca de "su príncipe". Siempre y cuando consiga convencer a la Bruja del Mar para que la dote de extremidades inferiores... como diría Andersen.  ;)



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La figura, de "Reaper Miniatures"; en 28mm y en metal.
Ref. "Coral - Mermaid"



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