Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

En los días del Rey Arturo (Historia y Literatura)


Vamos a hablar hoy aquí, del Rey Arturo y de la Tabla Redonda, de Lanzarote del Lago y de la Reina Ginebra, de Perceval el Galés y del Santo Grial... o más bien, vamos a hablar de los textos que hablan de ellos, que no es exactamente lo mismo. Porque todos estos nombres tan "sonoros", proceden de una construcción literaria formada a lo largo de varios siglos, no de la traslación directa de hechos históricos. Así que hablaremos de "los días del Rey Arturo", sí; pero lo haremos desde dos vertientes muy distintas y bien definidas: la real o histórica y la ficticia o literaria.

Y es que, mientras es innegable que hubo en Britania una invasión y una resistencia (vertiente histórica), es muy discutible que existiese nunca un "Rey Arturo" (vertiente ficticia). El Rey Arturo es una creación literaria.

Así que dicho esto, empecemos por el principio (como debe ser)...  ;)

Cabe suponer que la parte principal de los ejércitos britano-romanos de la época sería la constituida
por los nobles celtas del período, poco dispuestos a que los sajones les arrebatasen tierras 
 poder. En la ficción artúrica serían , "Los Caballeros de la Tabla Redonda". 
Vemos aquí Arturo con sus caballeros favoritos (o parte de ellos...)

Hechos históricos
La tradición presenta el año 410 como "retirada oficial" de las legiones romanas de Britania y el inicio de la invasión sajona. Pero ahondando en datos históricos, vemos que la cuestión es algo más complicada. Las invasiones en la isla habían comenzado (si bien de manera no masiva), bastante antes. De hecho, ya en el año 367 (mientras en Roma reinaba Valentiniano I),  se habría producido la denominada "Gran Conspiración", en la que no sólo anglos, sajones y jutos procedentes de las costas europeas del Mar del Norte, asolaron las poblaciones costeras orientales de Britania, sino que desde el norte hubo incursiones de los pictos (la guarnición romana en el Muro de Adriano, se rebeló y les permitió el paso), y además, la costa occidental fue asaltada por bandas de escotos procedentes de Irlanda. Al año siguiente era enviado a la isla Teodosio el Viejo (padre del futuro emperador del mismo nombre) que tras múltiples combates conseguía restaurar el orden. Pero Britania quedaba muy debilitada.

Al margen de Britania, en 378 las legiones romanas de Oriente, al mando del emperador Valente eran destrozadas por los visigodos en la batalla de Adrianópolis. Momento trascendental en la Historia de Roma porque significaba su mayor derrota en muchos años.

El propio Rey Arturo. Como el nombre de su padre fue (según las antiguas
crónicas), Uther Pendragón; es decir: "cabeza de dragón", me ha 
parecido oportuno ponerle tal elemento como distintivo 
en el escudo.

En 383, las legiones de Britania, en rebelión contra el emperador de Occidente del momento, Graciano, nombraron su propio emperador: Magno Máximo. Éste cruzó el Canal de la Mancha con las mejores legiones británicas, venció y ejecutó a Graciano y fue reconocido co-emperador por el sucesor de Graciano, Teodosio I. Magno Máximo imperó sobre Britania, Galia e Hispania hasta 388 en que fue vencido y ejecutado por el emperador Teodosio, en Italia. Pero las legiones que habían acompañado a Magno Máximo en su aventura, ya nunca regresarían a Britania.  

No mucho mejor iban las cosas en el continente. El año 406 el Rin se heló, lo que permitió la irrupción en el "limes" romano, de alanos, vándalos y suevos. Tras ellos, venían los francos, los burgundios, los hérulos... y por las mismas fechas se tuvieron noticias de la aproximación a Europa del temible pueblo de los hunos. Al año siguiente (407), en Britania, se alzó un nuevo pretendiente al trono imperial, Constantino III, que se rebeló contra el emperador de Occidente del momento, el incompetente Honorio, hijo de Teodosio. Y Constantino III, siguiendo los pasos de Magno Máximo, cruzó el Canal con la práctica totalidad de las legiones destinadas en Britania y se dirigió directamente contra Italia, en la idea de destronar a Honorio, pero no le fue nada bien la empresa y tras ser vencido por el futuro co-emperador Constancio III, era decapitado en 411.

Su casco, una variación del modelo tardo-romano denominado "Spangenhelm".

Si perjudicial para el poder romano en Britania había sido la acción de Magno Máximo, más lo fue la de Constantino III. Porque ahora, con la isla prácticamente desguarnecida, anglos, jutos y sajones comenzarían una invasión sistemática de la isla, animados además, por algo crucial que había sucedido en 410: los visigodos de Alarico habían tomado Roma, la sagrada Roma, que había sido inexpugnable durante los últimos ochocientos años... y Honorio desde Rávena no había podido hacer nada para evitarlo.

Y ahora sí, ahora entroncamos con la tradición y con el año 410, cuando Honorio dio la orden de retirar las escasas tropas romanas que quedaban en Britania. Aunque sabemos que numerosos militares romanos o britano-romanos, bien por haber formado familias de las que no querían separarse, bien por ser propietarios de tierras, bien por haber nacido en las islas, se negaron a abandonarlas. En cualquier caso, ante la amenaza cada vez mayor de perder sus tierras ante los invasores, fue cursada una petición de ayuda militar al emperador, que contestó con el "rescripto de Honorio", donde decía a los britano-romanos, que en el futuro "deberían defenderse por sí mismos", ya que los problemas en el continente impedían cualquier envío de legiones a Britania.

Lanzarote del Lago (o Lancelot du Lac), que como sabemos,
procedía de Francia. Siguiendo la teoría de que gran
parte del armamento de la época sería de origen
romano, el esquema de su escudo está 
tomado de la "Notitia Dignitatum".

Y efectivamente, durante más de un siglo, los britano-romanos debieron defenderse solos. Entramos en los años denominados "Edad Oscura", y la oscuridad que da nombre al período hace que ahora nos movamos en el terreno de la leyenda. Roto todo contacto con Roma, y con los sajones dominando progresivamente Britania, hubo líderes que se opusieron a la invasión, pero la fuerza del número (dice un autor medieval que "continuamente llegaban a la isla nuevos anglos y sajones"), hizo que la población celta fuese poco a poco  arrinconada en Gales y otras zonas del oeste y norte de Britania. Hacia 455 las invasiones se incrementaron; debido según algunas fuentes semi-legendarias, a que cierto reyezuelo britano de nombre Vortigern, para oponerse a los ataques de los pictos, tuvo la "feliz idea" de pedir ayuda a las huestes de Hengist y Horsa, líderes anglosajones, que una vez en la isla, devastaron todo lo que se les puso por delante.   

No existen apenas datos sobre este período; sin embargo, si creemos a la tradición galesa (teñida de leyendas, por otra parte), hubo un momento brillante en el que pareció posible parar los pies a los sajones. Fue la batalla de Monte Badon (también conocida como "Badon Hill" (en inglés) o "Mons Badonicus" (en latín)", acaecida en torno al año 500, en la que un líder britano-romano llamado Ambrosio Aureliano (o Ambrosius Aurelianus, de ascendencia romana) obtuvo una resonante victoria sobre una coalición anglosajona. Y parece que durante cincuenta años la invasión se detuvo; al menos en dirección a Gales. Este dato lo confirma la arqueología, que constata en esa zona un retroceso en los asentamientos sajones.

Mapa simplificado donde vemos la situación en Britania
en torno a mediados del siglo VI.

Pero las incursiones no cesaban. Y en 577, la batalla de Deorham, marcaba la victoria definitiva de los invasores. A finales del siglo VI, anglos, sajones y jutos habían dominado toda resistencia celta, que fue limitada a Gales, Cornualles, Escocia y pequeños enclaves en la costa occidental, y habían consolidado siete reinos conocidos como "la Heptarquía". No sería hasta finales del siglo IX que Alfredo el Grande, tras detener las incursiones de los vikingos (y pactar con ellos varios asentamientos estables), pondría las bases para la unificación del poder político en Britania, que ahora ya sería "Inglaterra", la "tierra de los anglos".

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Bien, ya hemos visto el trasfondo histórico que fue fermento para la creación del "Rey Arturo". Y ciertamente, en aquellos turbulentos años pudo existir un líder que sirviese de base a su figura, pero si existió, no queda ninguna noticia fidedigna de él. La figura de Arturo parece ser la mezcla de hechos y semblanzas de varios caudillos, tanto históricos como legendarios, que lucharon contra los sajones. Un nombre que es últimamente citado por algunos autores como "el auténtico Arturo", es precisamente el antes mencionado Ambrosius Aurelianus; pero parece un tanto absurdo pretender mantener la historicidad del "Rey Arturo", basándose en un personaje que ni fue Rey ni se llamó Arturo.


Y por supuesto, ni la Tabla Redonda, ni el Grial, ni Excalibur, ni Lanzarote, ni Merlín, ni ninguno de aquellos gloriosos apelativos que acompañan al Arturo de las leyendas, tendrían nada que ver con aquél hipotético héroe de los tiempos oscuros. Todos esos elementos (1) se fueron añadiendo por cronistas y escritores en un largo proceso de creación literaria, que al parecer, todavía no ha terminado. 

(1) Es muy posible que aparte la imaginación de los literatos, muchos de los citados elementos, existiesen previamente en antiguos relatos orales galeses, irlandeses o bretones, y que los autores los retomasen para sus creaciones. La simbología de algunos de estos aspectos puede ser muy antigua, incluso anterior a los tiempos oscuros que hemos tratado. Pero es éste un "jardín" en el que no voy a entrar...

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Historia literaria del Rey Arturo.
Se ha dicho (y es una idea citada repetidamente en este blog), que "...detrás de cada mito o relato fantástico, late un hecho histórico que lo sustenta...". Y esta afirmación se puede aplicar sin duda a los mitos y leyendas sobre "El Rey Arturo". Los hechos históricos que sustentan su aparición ya los hemos detallado (posiblemente en exceso), y hemos llegado a la conclusión de que el "verdadero Rey Arturo", es, como dijimos al principio, "una creación literaria". Es al desarrollo de esa creación a lo que vamos a dedicar los párrafos siguientes.

Gauwain (o Gawain entre otras variaciones); Galván en los textos castellanos, 
sobrino del Rey Arturo.

Antes de ser escritas, las antiguas leyendas pasaron por largos siglos de tradición oral, relatos de los que desgraciadamente no nos queda nada, salvo los ecos que pudieron llegar a ser puestos sobre papel. Aquellos antiguos relatos, en su etapa oral, pasaron de generación en generación, variando con el transcurso de los años detalles, nombres de héroes y batallas que persistían en la memoria colectiva de los britanos, a la vez que lo "recordado" se mezclaba con antiguos relatos galeses e irlandeses, y la "fantasía celta", con su legado de narraciones míticas, heroicas o fantásticas añadía "colorido" e interés a las antiguas crónicas. En estos relatos orales se basarían los primeros escritos sobre "los días del Rey Arturo". 

Una vez comenzaron a disiparse las brumas de la llamada Edad Oscura, en los monasterios diseminados por toda Europa, comenzaron a ponerse por escrito los hechos de los días de las invasiones. Los primeros textos tuvieron una intención pretendidamente histórica, no narrativa, y serían compuestos en latín; sólo posteriormente pasarían a lenguas romances.. En Francia, España, Alemania, Italia, y por supuesto, en Inglaterra surgieron las primeras crónicas.

Su equipo, el clásico de los guerreros galeses o britano-romanos del momento.

En lo referente a las invasiones de anglos y sajones, tenemos en primer lugar a...

Gildas, monje britano que vivió a principios del siglo VI (aprox. 500-570). Es el primero que pone por escrito los hechos de los días de la invasión de anglos y sajones (que en su tiempo aún no estaba asentada). Y el primero que habla de la batalla de Monte Badón en su obra "De Excidio et Conquestu Britanniae" (= "Sobre la ruina y conquista de Britania") aparecida  posiblemente en torno a 540. Pero allí no figuraba Arturo de ninguna manera, el caudillo citado por Gildas al frente de los britanos es Ambrosius Aurelianus.

Más tarde, tenemos los escritos de...

Beda el Venerable, monje benedictino de Northumbria, y posiblemente el autor más conocido y respetado de su época (aprox 672-735). Escribió entre otras muchas cosas, "Historia Ecclesiastica gentis Anglorum" (= "Historia Eclesiástica del pueblo inglés"), publicada hacia 731. En esta obra, Beda vuelve a recordar los hechos ocurridos en los ya viejos días de las invasiones. Pero tampoco menciona a Arturo en ningún momento.


El primer autor (2) que cita el nombre de Arturo, es... 

Nennius, monje galés que vivió a mediados del siglo IX. Escribió "Historia Brittonum" (="Historia de los Britanos), que apareció en torno a 833. Nennius, hablando de los días de los enfrentamientos con los sajones, dice que Arturo "dirigió a los britanos en doce batallas, resultando siempre vencedor". La última batalla que cita es la ya mentada de Mont Badon. Pero en esta obra Arturo no aparece como "rey", sino como un señor de la guerra, un "dux bellorum". También aparece en esta obra la primera mención escrita al mago Merlín. La leyenda iba aumentando...

(2) Algunos estudiosos mencionan como primera referencia escrita a Arturo, el poema galés "Y Gododdin" (Gododdin fue un pequeño reino britano). El problema es que aunque narra relatos de los tiempos míticos, los manuscritos más antiguos que nos han llegado proceden del siglo XIII y tienen trazas de haber sido alterados. Además, si bien se menciona a un tal Arturo, la referencia es muy vaga. Concretamente se dice, hablando de otro héroe, que: "...sació en las murallas a los negros cuervos, aunque él no era Arturo". La frase indudablemente se refiere a "un Arturo" que ya era guerrero famoso en los días del héroe de que se está hablando; pero es confusa y tanto podría referirse a un caudillo histórico como mítico.

El Arturo que nos interesa, aparece de nuevo citado en los "Annales Cambriae" (=Anales de Gales), anónimo del siglo X. Aquí se cita otra vez la batalla del Monte Badon, pero se añade otra posterior: la de Camlann, "...donde cayeron Arturo y Medraut". Este "Medraut" no puede ser otro sino el posteriormente conocido como Mordred, el hijo incestuoso (o sobrino, según otras fuentes) de Arturo. Pero la obra no detalla si ambos luchaban juntos o en bandos opuestos. No obstante, aquí parece estar la base para el enfrentamiento familiar que tan buenos resultados literarios daría después. 

Perceval (o Percival), también conocido por Perlesvaus. Su casco es del tipo
"Intercissa", al que se ha añadido una protección nasal.

En 1066, al margen de la literatura, tiene lugar un un hecho histórico que afectará profundamente a la evolución de los relatos artúricos: Guillermo, duque de Normandía (apodado primero "El Bastardo", y posteriormente "El Conquistador") arrebata el trono de Inglaterra al último rey sajón, Harold II. A partir de este momento, los sajones son arrinconados, agredidos y esquilmados por los nuevos invasores: los normandos. Las quejas de los sajones son numerosas. Y pronto, la nueva dinastía normanda encontrará el medio de contrarrestar la mala fama que los sajones están alimentando en su contra: recordarles (vía literatura) que antaño fueron ellos (los sajones) los invasores, que a su vez, agredieron y esquilmaron a los britanos. Una jugada maestra: los normandos supieron hacerse pasar como "vengadores" del pueblo celta, y pasaron de ser "los villanos" del momento, a ser "los buenos"...  ;)

Habría que destacar en este aspecto de la invasión normanda de Inglaterra, que junto a los propios normandos, formaban parte del ejército de Guillermo, gran número de  bretones, que eran los descendientes de los britanos que ya en el siglo V, huyendo de las invasiones sajonas habían abandonado las islas para asentarse en el noroeste de Francia, región antes conocida por Armórica, y que tras su asentamiento se convertiría en Bretaña (la "pequeña Bretaña" o "Bretaña francesa", para entendernos). Por tanto, la invasión de Inglaterra era entendida por los bretones como una especie de "regreso a casa".

Uno de los pocos caballeros que (por su piedad) llegó a ver el Grial. Y el primero, si creemos
a Chrétien de Troyes. Tan piadoso era el hombre, que parece apropiado ponerle 
como emblema en el escudo el cristianísimo "Crismón".

En cuanto a la influencia en la Literatura de este "regreso" significó la fusión de leyendas y tradiciones bretonas que ya tenían quinientos años, con los relatos míticos y pseudo-históricos galeses. Durante el reinado de los primeros sucesores  de Guillermo el Conquistador (entre 1087 y 1189 aproximadamente), surgirían numerosos relatos pretendidamente "históricos", alentados y subvencionados por la monarquía normanda y sus nobles afines, ampliando las noticias sobre los lejanos días de la invasión sajona. Vamos a asistir al nacimiento de la "Materia de Bretaña", que tuvo su máximo momento de esplendor durante el período de Enrique II Plantagenet y su esposa, Leonor de Aquitania.

La "Materia de Bretaña"
Un inciso para detallar este tema de "las Materias". A finales del siglo XII, el poeta francés Jean Bodel, dejó escrito en su "Canción de los Sajones": "...sólo hay tres Materias para quien tenga entendimiento: de Francia, de Bretaña y de Roma la Grande". Se refería Bodel a los temas que según él, merecían ser leídos (o escuchados), por los hombres instruidos y corteses. La "Materia de Francia" consistía en narraciones sobre Carlomagno y sus Doce Pares (cantares de gesta, básicamente). La "Matería de Bretaña" (tema que nos ocupa) trataba de los relatos (que ya eran numerosos en época de Bodel) que trataban sobre Arturo, Vortigern, el Grial... y en este aspecto, "Bretaña" se refería tanto a textos producidos en "Gran Bretaña" como en la Bretaña Francesa.

Mordred (o Mordret o Mordrain...) el "malo de la función". Hijo adulterino e incestuoso
(o sobrino, según otras fuentes) de Arturo. Su traición daría lugar a
la disolución de la Tabla Redonda.

En cuanto a la "Materia de Roma", se trataba de narraciones procedentes de textos griegos y romanos traducidos a lenguas romances para conocimiento del pueblo llano. Tuvieron gran éxito los "romans" sobre Tebas, Troya o Alejandro Magno, entre otros. Pero está claro, que el público medieval entre tales materias tuvo sus preferencias por la "Materia de Bretaña". Sigamos con ella.

Hacia 1125, el historiador anglonormando William de Malmesbury, escribe la "Gesta Regum Anglorum" (= Hechos de los reyes de los ingleses), donde retoma la "Historia Britonum" de Nennius y la adapta a los nuevos tiempos, haciéndola más verosímil; así por ejemplo, donde Nennius había escrito que Arturo; "...llevó sobre sus hombros la imagen de la Madre de Dios, por cuya intercesión venció en la batalla", ahora William de Malmesbury, corrige: "...protegido (Arturo) por la imagen de la Madre de Dios que llevaba pintada sobre sus armas, avanzó él solo, causando la muerte de más de novecientos enemigos". Un poco exagerado, tal vez, pero épico, seguro. ;) Aunque en este texto, Arturo continuaba sin ser presentado como "rey".

El yelmo imitando rasgos humanos está acreditado en el ejército romano desde tiempos alto-imperiales, pero seguía vigente 
en el período que nos ocupa. Y no negaré que me ha influido en el momento de elegir la figura para representar
a Mordred, la apariencia con que le presenta John Boorman en "Excalibur".  ;)

Godofredo de Monmouth
Y llegamos al clérigo Geoffrey (o Godofredo) de Monmouth, autor de ascendencia bretona, que basándose en todo lo anterior que llevamos visto, y añadiendo a ese acervo, leyendas galesas e irlandesas, más una gran dosis de inventiva, publicaba hacia 1136 , "Historia Regum Britanniae" (= "Historia de los reyes de Britania"), obra donde por primera vez, Arturo era  presentado como Rey y se trazaba una genealogía mítica que emparentaba la monarquía de los britanos con los prestigiosos días clásicos de Grecia y Roma.

Según la "pseudo-historia" de Geoffrey de Monmouth, fue Brut (o Bruto, o Brutus, nieto de Eneas, príncipe troyano), quien llegó a Britania y le dio su nombre (de "Brut", Britania), dando lugar después a una larga sucesión de reyes que culminaría con el Rey Arturo. Luego vemos cómo Arturo conquista Irlanda; a continuación, toda Escandinavia y sin despeinarse, se apodera de Galia, invade Italia y vence al emperador romano; está a punto de marchar para tomar la mismísima Roma, cuando le llega la noticia de la traición de Mordred y debe regresar a Inglaterra para hacer frente al usurpador.

Una representación de la Tabla Redonda, cargando entusiásticamente a fin de machacar 
al mayor número posible de sajones. 

Cuesta creer que tal cúmulo de despropósitos pudiese ser aceptado como hechos reales por sociedades cultas hasta más allá del Renacimiento, pero lo fue. Y es que interesaba en gran manera a los nuevos reyes normandos una narración según la cual, los antiguos britanos habían dominado Francia en tiempos pasados, porque entonces... ¿por qué ahora los nuevos ingleses deberían rendir vasallaje al rey francés? Geoffrey, que conocía perfectamente el gran poder de propaganda que poseía la obra que tenía entre manos, la dedicó a varios grandes señores normandos.

La Historia de los Reyes de Britania tuvo un éxito arrollador, se hicieron cientos de copias y fue la base para las posteriores obras sobre la Materia de Bretaña. Aquí estaban ya, Uther Pendragón y el Duque de Cornualles, Ginebra, Mordred y su traición, Avalón, Excalibur (Caliborn)... y continuaba apareciendo Merlín.

Otra parte importante de los ejércitos britanos de la época, estaría compuesta  por los
"ejércitos privados" de los nobles y grandes señores. Los que anteriormente , 
en el ámbito romano, habían sido denominados "Buccellarii". 

Wace
Pero la obra de Geoffrey estaba escrita en latín, y a mediados del siglo XII, la gran mayoría de la población europea ya no entendía la lengua del Lacio. Y entonces llegó Wace, poeta normando, que hacia 1155 tomó la "Historia de los Reyes de Britania", la tradujo al francés (la corte inglesa hablaba francés como normandos que eran, desde hacía un siglo), en octosílabos pareados y la retituló "Roman de Brut" (= "Romance de Bruto").

Wace pertenecía a la corte de Enrique II Plantagenet, y consecuentemente dedicó su obra a la esposa de su señor: la radiante Leonor de Aquitania, protectora de trovadores, madre de Ricardo Corazón de León, y madre también, de María de Champagne, que por esos mismos años tenía bajo su protección a quien sería renovador de la Materia de Bretaña y de quien hablaremos después. La divulgación de Wace llegó aún a más público de lo que lo había hecho la Historia de los Reyes de Britania. Y una novedad que añadió Wace a la leyenda fue... La Tabla Redonda.

El estandarte es una variación del dragón que figura, todavía 
actualmente, en el escudo de Gales.

En la efervescencia literaria de mitad del siglo XII, surgen varios relatos sobre los amores de Tristán e Isolda, amores que procedían de antiguas leyendas orales celtas, pero que ahora toman forma escrita y enlazan con la saga artúrica. Los más conocidos textos de esta época sobre la historia de Tristán, fueron: en francés, el de  Béroul (c. 1150) y el de Thomas de Bretaña (c. 1160); y en alemán, el de Eilhart  von Oberg (c. 1190), y el de Gottfried von Strassburg (c. 1210).

Su apariencia refleja perfectamente lo que fue el paso armamentístico del período 
del Bajo Imperio Romano al Medievo; o en otros términos: de
la Tardo-Antigüedad a la Temprana Edad Media.

Existen otros dos ciclos relacionados con la Materia de Bretaña que se publicaron por escrito en este prolífico siglo XII. Por un lado, los "Mabinogion", conjunto de relatos galeses anónimos cuya composición oral se remonta a los siglos de las invasiones y aún algunos de ellos a etapas anteriores. Por  otro lado, aparecen los "Lais" de María de Francia, que escribe en la refinada corte de Enrique II y Leonor de Aquitania, pero que toma para sus obras, antiguas narraciones bretonas. Tanto en los relatos galeses del "Mabinogion", como en los "Lais" de María de Francia, la fantasía celta se apodera del relato, haciendo de "la aventura y la maravilla" la trama principal frente a lo histórico o legendario.


Y es la fusión de las antiguas crónicas pseudo-históricas con este nuevo sentido de "la aventura y la maravilla", más la inclusión del "amor cortés" y la "adoración a la Dama", lo que permitirá al protegido de María de Champaña, al que aludíamos antes, ni más ni menos que la creación de la novela medieval. Este "protegido" es...

Chrétien de Troyes
La biografía de Chrétien no es clara. Parece que nació en torno a 1135 en Francia, concretamente en Troyes (como su nombre indica), que escribió entre 1164 y 1190 en la corte de María de Champaña primero, y en la de Felipe de Alsacia, conde de Flandes, después. Y que murió hacia 1190. Escribió en francés, componiendo sus "romans" en octosílabos pareados. Sus temas proceden en gran parte de los "conteurs" bretones, pero es la imaginación de Chrétien lo que da forma narrativa y podíamos decir "novelesca", a los movimientos de sus héroes, que ya no son "héroes épicos o pseudo-mitológicos", sino "caballeros andantes", pendientes siempre de las leyes de la Caballería y de su fidelidad al "Rey Arturo". Chrétien añade a la Materia de Bretaña, varios nuevos elementos, que (como todo en la Materia), proceden de la tradición oral, pero que en sus manos adquieren una nueva dimensión: Camelot, la figura de Lanzarote y sus amores con la Reina Ginebra, y la Búsqueda del Grial, acometida en principio por Perceval "El Galés".

Grupos  de campesinos, tanto vasallos de los nobles, como de pequeños terratenientes, así como algunos de éstos, 
también se unirían a la resistencia contra los invasores. 

Veamos las obras de Chrétien que nos han llegado completas (son fechas aproximadas):

1170: "Erec y Enide".
1172: "Cligés" o "La Falsa Muerta".
1177: "Lanzarote" o "El Caballero de la Carreta".
1180: "Yvain" o "El Caballero del León".
1190: "Perceval" o "El Cuento del Grial".


La última obra citada quedó inacabada, posiblemente porque el poeta murió durante su redacción; de su conclusión se encargaron diversos autores posteriores. Hasta cinco "continuaciones" se conocen de "El Cuento del Grial". Chrétien puede ser considerado en lo relativo a la Materia de Bretaña y los relatos artúricos, como un punto cenital, marcador de un "antes y un después" en el ámbito de la Literatura Medieval. Aunque curiosamente, en su obra no aparece el "Mago Merlín", que como vimos, sí estaba en Nennius y Geoffrey de Monmouth.


Donde sí aparece Merlín es en una obra extensa dedicada a él en exclusiva, que escribió el francés Robert de Boron a principios del siglo XIII. En la obra, titulada simplemente "Merlín", se detalla la juventud y posterior vida del mago, hasta su desaparición del mundo terrenal, por la maléfica acción de Viviana, la Dama del Lago (o una de ellas...). Y también aparece en esta obra la primera mención a "cómo Arturo obtuvo Excalibur": aquí la espada no aparece clavada en una roca, según se describirá más tarde, sino en un yunque situado en la escalinata de una iglesia.

En algunos textos se indica que Arturo llevó "pintadas sobre sus armas"
la imagen de la Madre de Dios. Bueno, no sería el único...

Con anterioridad a "Merlín", Robert de Boron había escrito "José de Arimatea", donde se identificaba el Grial aparecido en Chrétien con el cáliz donde bebió Cristo en la Última Cena, y en el que después se había recogido su sangre durante la Crucifixión. El Grial sería transportado más tarde desde Tierra Santa hasta Inglaterra por el  el propio José de Arimatea. Esta idea será recogida por la posterior "Vulgata Artúrica". 
 
Una nueva "vuelta de tuerca" al tema del Grial la encontramos en el alemán  Wolfram Von Eschenbach (c. 1170-1220) en su "Parzival", publicado hacia 1207. En esta obra basaría más tarde Richard Wagner su famosa ópera "Parsifal. Y otra vuelta de tuerca más, la tenemos en el "Perlesvaus o Alto Libro del Grial", anónimo aparecido sobre 1225. 

El arma más usada por los campesinos galeses sería la lanza. En este caso,
lanza de acometida, no arrojadiza.

La "Vulgata Artúrica" o Ciclo "Lanzarote-Grial"
A principios del siglo XIII, la Materia de Bretaña, al margen de algunos literatos que continúan expandiéndola con la publicación de pequeñas obras en la que los protagonistas son diferentes caballeros de la Tabla Redonda (Lanzarote, Gawain...), cae en manos de clérigos, monjes y religiosos que procurarán todos sus esfuerzos a unificar y sobre todo cristianizar, los elementos que a lo largo de los siglos precedentes habían aparecido sobre el tema. Se escribió en francés, y estaba en circulación en torno a 1230. La obra resultante tiene el valor de aglutinar y en cierta medida, "enciclopedizar", todos los personajes y hechos importantes en la saga. Se supone obra de un grupo de monjes dirigidos por un coordinador que pudo ser un tal Gautier Map, según consta en el mismo texto, pero del que no se sabe nada a ciencia cierta.


En "La Vulgata", lo que los autores denominan "Caballería Terrenal", se transforma en "Caballería Celestial"; y ahora la escala de valores de los nuevos caballeros se basará en la virtud, la castidad y el amor a la Iglesia, sustituyendo los viejos valores, como el ardor guerrero, el amor cortés o la búsqueda de la aventura por la propia aventura. Se introduce en este texto, el nombre de Galahad (hijo de Lanzarote), caballero purísimo, que junto a Perceval y Bors, conseguirá llegar hasta el Grial.

El escudo de este guerrero, muestra símbolos cristianos (el "Staurogram" 
y el "alfa y la omega" sobre un diseño romano.

Los textos de estos clérigos, conocidos comúnmente como "La Vulgata Artúrica", tuvieron un éxito instantáneo y se hicieron numerosas copias. Se trata de una obra muy extensa, que generalmente se divide en cinco partes: 

"Historia del Santo Grial"
"Historia de Merlin"
"Lanzarote del Lago"
"La Demanda del Grial"
"La Muerte del Rey Arturo"
 


Las últimas tres partes fueron las más populares y leídas durante la Edad Media y de hecho, se publicaron unificadas bajo el título "Lanzarote en Prosa". La obra completa (con sus cinco partes)  también es conocida como "Ciclo Lanzarote-Grial".  La Vulgata tuvo la pretensión de ser un "punto final" en los relatos artúricos. De hecho en las últimas líneas del último volumen, después de detallar las muertes de Arturo y Mordred en la batalla final y describir la tumba de Arturo, podemos leer: "Maestro Gautier Map aquí calla lo que concierne a la historia de Lanzarote; pues ha rematado todo según ocurrió y acaba así su libro, de manera que después de esto no se podrá contar nada sin mentir".

 Este último grupo muestra los remanentes de las legiones que (suponemos) mantendrían
básicamente sus armas. Los escudos muestran esquemas tomados de la "Notitia 
Dignitatum",  junto a otros de inspiración cristiana.


Pero si los autores de "La Vulgata" pensaban realmente que su obra iba a constituir un "punto final", se equivocaban de plano. Porque dos siglos y medio más tarde, escribiría...

Thomas Malory
De Thomas Malory (c.1416-1471) se sabe poco; pero lo suficiente para calificarle de hombre culto y aventurero. Posiblemente componente de la baja nobleza, combatió en la Guerra de las Dos Rosas apoyando a la Casa de los Lancaster, bajo el mando del célebre Warwick (el "hacedor de reyes"). Pero debió excederse en sus funciones, porque pronto tuvo sobre él varias acusaciones por robo, violación y asesinato que le llevarían repetidamente a la cárcel.


Y fue en prisión donde escribió, si no toda, sí gran parte de su extenso libro. Acudiendo a su amplia erudición y posiblemente a textos que tuviera a su disposición, e indudablemente a "La Vulgata", dio forma a "La Muerte de Arturo" (no confundir con la última parte de la Vulgata). 


Acabó su novela en 1469, en prisión, donde moría dos años después. No sería hasta 1485 que el impresor William Caxton daba la obra a la imprenta (estamos en los tiempos de los "incunables"), consiguiendo un éxito rápido y rotundo. Y es que "La Muerte de Arturo", unificaba, racionalizaba y refundía de nuevo todos los elementos artúricos. Pero ahora, Malory escribía en inglés y en prosa, adoptando un estilo novelesco, llano y narrativo que proporcionaba a la historia una atracción nueva, de manera que este libro, con sus numerosas reimpresiones pronto se hizo el más popular entre todos los dedicados al Rey Arturo. Y es el texto que generalmente han seguido las recreaciones cinematográficas.


En cuanto a si Arturo "murió realmente" o más bien está en Avalon, "recuperándose de sus heridas", Malory juega a una astuta imprecisión. Porque después de narrar (siguiendo el texto de La Vulgata) el final de la última batalla, con la muerte de Mordred y contarnos cómo Arturo, malherido, fue recogido por una nave que regían "varias damas", nos dice que al día siguiente, Sir Bedivere, encontró junto a una ermita, una tumba reciente, y el ermitaño en cuestión le dijo no saber a ciencia cierta quién yacía en ella, sino que el cadáver había sido llevado allí la noche anterior por un grupo de damas. Y el astuto Malory nos cuenta a continuación: "Algunos dicen en muchas partes de Inglaterra que Arturo no ha muerto" .../... "y que vendrá otra vez y ganará la santa cruz". Y es en estos oscuros párrafos donde se basa la conocida idea (hoy) del "rey que fue y será".


En 1485, el mismo año en que Caxton imprimía "La Muerte..." se producía la batalla de Bosworth, que ponía fin a la Guerra de las Dos Rosas con la derrota del representante de la Casa de York, Ricardo III ("¡Mi reino por un caballo!"), a manos de Enrique VII Tudor, que conseguía la victoria para los Lancaster, y unificaba las dinastías bajo su propio apellido, Tudor. Y asistimos de nuevo a la utilización política de los textos artúricos, porque Enrique VII, que procedía de Gales, para apoyar su discutido derecho al trono, presentó a su enemigo como un nuevo Vortigern, un dechado de maldad; y se presentó a sí mismo como una recreación de Arturo. No es casualidad que su primogénito (nacido al año siguiente) llevase este nombre. Y lógicamente, la nueva dinastía apoyó la difusión de la literatura artúrica y especialmente de "La Muerte..."


Tras el éxito ininterrumpido del texto de Malory los textos artúricos que aparecen no son demasiado relevantes, así que ahorraremos texto e iremos abreviando, que me estoy extendiendo...

Lo que sí fue relevante en el ámbito de la Literatura, fue "el eco", el resultado que los textos artúricos tuvieron en los siguientes siglos fuera de Inglaterra y Francia. Nos referimos al auge de los "Libros de Caballerías".


Los Libros de Caballerías
Los "Libros de Caballerías" fueron los descendientes de la "Matería de Bretaña". Y los amantes de la literatura caballeresca estuvieron "bien servidos" durante años merced a las creaciones de diversos autores que florecieron sobre todo en España y Portugal.

 Veamos algunos de estos autores:

- En 1508, Garci Rodríguez de Montalvo, castellano, editaba su "Amadís de Gaula".
- Joanot Martorell, nacido en Valencia, publicaba "Tirante el Blanco", en 1511
- El portugués Francisco de Moraes daba a la imprenta "Palmerín de Inglaterra" en 1547.

Estos títulos, y otros muchos, tuvieron un éxito arrollador, se tradujeron y se leyeron por toda Europa, manteniendo el interés del público por "lo caballeresco". Desgraciadamente, más tarde algunos autores para explotar el éxito, comenzaron a hacer "continuaciones", segundas, terceras partes... y más. Y no contentos con desarrollar hasta el absurdo las tramas de sus creaciones, se inventaron las aventuras de los sucesores de los primeros caballeros, y se escribieron multitud de títulos con los hechos o supuestos hechos de los hijos e incluso los nietos, de Amadís, Palmerín y otros... hasta que llegó Cervantes.


Cervantes y la muerte (momentánea) de la literatura caballeresca
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), en 1605 publicaba la primera parte de "Don Quijote de la Mancha" (la segunda vería la luz en 1615). En esta grandísima novela, el de Alcalá, pretendió (y consiguió) poner fin a tanta locura y exageración caballeresca. Y lo hizo a base de caricaturizar y ridiculizar (genialmente, eso sí) la figura de los "caballeros andantes", hasta el extremo de que se ha dicho que: "Cervantes asesinó la literatura fantástica". Tras él, los textos caballerescos desaparecen por mucho tiempo...


Renacimiento medieval en el siglo XIX
Después de un período en que el interés de literatos y artistas gráficos se centró en Grecia y Roma, lo que ocurrió durante los siglos del Neoclásico, y ya durante los últimos años de este período, surgió con fuerza el Romanticismo, movimiento que miró con nostalgia hacia la Edad Media y retomó el interés por los relatos artúricos, interés que tuvo origen, como no podía ser de otra manera, en Inglaterra.


Aunque no relacionado directamente con Arturo, es obligado hablar en esta tesitura, de Walter Scott (1771-1832), considerado "padre de la novela histórica", que con el éxito de su novela "Ivanhoe", desarrollada en los días de Ricardo Corazón de León y  publicada en 1819, fue el detonante para futuras novelas de ambiente medieval, artúricas o no.

Representantes de las tres clases de combatientes de infantería:
ex-legionarios, buccellarii y campesinos.

Quién sí contribuyó en gran manera y directamente al auge de "lo artúrico", fue Alfred Tennyson (1809-1892), que entre 1859 y 1885 daba a la imprenta "Los Idilios del Rey", conjunto de doce poemas plenamente ambientados en los días de Arturo. Detallemos los sugerentes títulos de tales poemas: 1) La llegada de Arturo; 2) Garieth y Lynette; 3) Las bodas de Garieth; 4) Erec y Enid; 5) Balin y Balan; 6) Merlín y Viviana; 7) Lancelot y Elaine; 8) El Santo Grial; 9) Pelleas y Etarre; 10) El último torneo; 11) Ginebra; 12) La muerte de Arturo.


Estos poemas, además de mantener viva la llama artúrica, tuvieron la virtud de excitar la imaginación del grupo de pintores victorianos, conocido como los "prerrafaelitas", que dedicaron al tema varias de sus telas. No me resisto a citar una, bellísima: "La Dama de Shalott", de John William Waterhouse (1888).

En 1889, Mark Twain publicaba "Un yanqui en la corte del Rey Arturo", donde con un tono de comedia, veíamos a un americano del siglo XIX transportado a los días de Arturo. No era un texto serio, pero sí muy entretenido.

Aparte la caballería, estos grupos de guerreros lucharían en bloque, como un todo.

Últimos textos artúricos en el siglo XX.
Entre 1938 y 1958, Terence H. White (1906-1964) publicó su tetralogía "El Rey que fue y será". Sus partes son: 1) La Espada en la Piedra; 2) La Reina de las Tinieblas; 3) El Caballero mal hecho; 4) Una vela al viento.

Rosemary Stucliff (1920-1992) escribió numerosos relatos dedicados a los últimos días de la Britania Romana. Destacaré "Aquila, el último romano", porque presta especial atención al tema antes comentado de los legionarios que no abandonaron las islas. Se publicó en 1959

"Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros", de John Steinbeck (1902-1968), es una reelaboración sobre el texto de Malory, adaptando su lenguaje a los tiempos modernos y especialmente dirigido a los jóvenes. La obra quedó inconclusa por la muerte del autor; se editó en 1976.

Para leer con claridad el texto, haced click sobre la imagen.

En 1983 aparecía "Las Nieblas de Avalon", espléndida adaptación de todo el ciclo artúrico, con la particularidad de que la historia está escrita desde el punto de vista de las mujeres. La narradora es Morgana, la conocida como "Fata Morgana", hermanastra de Arturo. Aquí, la propia Morgana, Igraine, Ginebra y Morgause adquieren una nueva dimensión. La autora fue Marion Zimmer Bradley (1930-1999).

Entre 1987 y 1997 se editó la pentalogía "Ciclo Pendragon", de Stephen R. Lawhead (1950). Se trata de un intento novelesco de compaginar los pocos retazos históricos que se conocen sobre los días de las invasiones, con las leyendas artúricas, incorporando elementos mágicos y sobrenaturales e integrando en ellas tanto temas de la mitología celta como cristianos. Las cinco partes fueron:  1)Taliesin; 2) Merlín; 3) Arturo; 4) Pendragon; 5) Grial.

Y aquí tenemos la totalidad de "mi" ejército britano-romano. O "artúrico", 
que preferirán decir otros...  ;)

Para terminar, citaremos a Bernard Cornwell (1944), autor que, aunque más conocido por sus novelas de ambiente napoleónico sobre "el fusilero Richard Sharpe", editó entre 1995 y 1997 la trilogía titulada "Crónicas del Señor de la Guerra"; en ella, Sharpe, a través de Derfel Cadarn, un monje que fue soldado en los días de Arturo, nos habla de los sangrientos sucesos de la época. La narración adquiere un tono más realista y crudo que la obra anterior. La trilogía se divide en: 1) El Rey del Invierno; 2) El enemigo de Dios; 3) Excalibur.

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Y hasta aquí los principales textos artúricos de todas las épocas que he podido localizar. Como hemos visto, al margen de su utilización política por parte de los poderes fácticos de determinados momentos (y no los hemos visto todos), el auténtico valor del "Rey Arturo", no reside en si existió o no, sino en cómo los valores que representa (valor, lealtad, piedad, justicia...) han generado a través de los siglos  creaciones literarias de múltiples estilos e intenciones, que han hecho las delicias de cualquiera que (como diría Jean Bodel), "tenga entendimiento". 

De la proyección de Arturo al margen de la literatura, es decir, de su aparición en Artes Plásticas, Música y Cine, hablaremos en otro momento. Por hoy ya me he enrollado bastante... me parece.  ;)

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Las figuras son de:
"Gripping Beast"
28mm, metal.

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