Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

El hombre lobo ¿Realidad o ficción?


 "En pelaje se vuelven sus ropas, en patas sus brazos y piernas; se transforma en lobo conservando rasgos de su antigua forma: la misma violencia de su rostro, los mismos ojos crueles. La imagen de la fiereza es".

El párrafo anterior podría pensarse extraído de una novela gótica o de algún guión cinematográfico. Sin embargo, son palabras del poeta romano Ovidio (43 aC - 17 dC), que en su obra "Las Metamorfosis" nos relata las desdichas del rey Licaón de Arcadia, que fue convertido en hombre lobo por Zeus, en castigo de las crueldades sin límite que el tal Licaón había cometido.


Y traigo a colación al rey Licaón, por dos motivos:

Primero, para dejar constancia de la antigüedad del mito (o no mito) del hombre lobo, ya que hay que considerar que la historia de Licaón no la inventó Ovidio, sino que formaba parte del antiguo acervo mitológico griego que heredaron los romanos y que Ovidio tomó para sus historias.


Y después, porque la palabra que designa la transformación en hombre lobo, es "Licantropía"; y el vocablo viene del griego "lykos" (lobo) y está directamente asociado con el nombre de Licaón, en griego "lykáon", palabra que se utilizaba en Grecia para designar a un licántropo u hombre lobo, precisamente.


Posteriormente, a partir de la Edad Media, aparecieron en toda Europa relatos sobre hombres lobo. Los motivos que según las diferentes tradiciones podían provocar la licantropía eran muchos y variados: desde beber donde hubiese bebido un lobo, hasta dormir desnudo a la luz de la luna llena, desde ser víctima de una maldición, a  (lo más común) ser mordido por otro hombre lobo.

Una curiosa creencia rusa (más tarde extendida a otros lugares) mantenía que un séptimo hijo sufriría la maldición de convertirse en hombre lobo. Una séptima hija, sin embargo, sería bruja.


También podría producirse la transformación por el consumo (voluntario o accidental) de ciertas plantas alucinógenas o venenosas. Algo de esto habría oído Curt Siodmak, que en el guión para "El Hombre Lobo" (George Waggner, 1941), escribía:

"Incluso un hombre puro de corazón y que reza sus plegarias por las noches, puede convertirse en lobo cuando florece el acónito y brilla la luna de otoño". 


En lo que acuerdan casi todas las tradiciones es en que la transformación se produciría en noches de luna llena. Igualmente era común la idea de que para matar a un hombre lobo, era necesario usar un arma de plata. El tema de "la bala de plata" es una adición (obviamente), bastante moderna y el procedimiento predilecto de muchas de las numerosas versiones cinematográficas sobre "el hombre lobo" que se han producido desde 1913.


Licantropía y antropofagia siempre han ido unidas. Y aquí es donde las leyendas entroncan con la realidad. Porque existen muchos y variados casos documentados seriamente desde el siglo XVI (en Francia, Prusia, Lituania...), de desequilibrados mentales que creyéndose hombres lobos (lo que se conoce como "licantropía clínica"), han asesinado a mujeres y niños (en algún caso, también a hombres) para devorar sus cadáveres.

Carátula de la película de 1941.

Incluso en nuestra península, concretamente en Galicia, se registró a mediados del siglo XIX un caso que no vamos a detallar para no extendernos, que acreditó (juicio legal por medio) que un hombre había asesinado a 13 personas devorándolas después. Y el autor aseguró que lo hizo por ser víctima de una maldición que le hacía convertirse en hombre lobo.


Por tanto, y considerando otros casos similares, ciertos y documentados, la pregunta que hace el título de esta entrada (¿realidad o ficción?) sólo puede ser contestada con un: "ambas cosas, señor mío". Porque es evidente, que un hombre no puede transformarse realmente en lobo (de momento), pero si ese hombre, en mitad de una enajenación mental se cree un hombre lobo, se comportará como tal (en la vida real), y en consecuencia, existirá.



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La figura, de "Reaper Miniatures"
Ref. 02747: "Jean Paul DuChamps, Werewolf".
(Metal)



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