Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Mitos Griegos - Edipo y la Esfinge de Tebas

La terrible Esfinge de Tebas.

Entre los Mitos Griegos hay relatos heroicos, románticos, teogónicos, cómicos incluso... pero muchos de ellos son trágicos; trágicos hasta el paroxismo... tan trágicos, que dieron nombre a una división de la Literatura: La Tragedia.

Sobre la palabra "trágico" dice el DRAE en su cuarta acepción: "Infausto, hondamente desgraciado". Y entre los héroes trágicos, pocos fueron tan terriblemente desgraciados como Edipo. Los tres grandes autores trágicos griegos: Esquilo, Sófocles y Eurípides, trataron directa o indirectamente su figura.



Esquilo (525-456 aC), escribió "Los Siete contra Tebas", tragedia dedicada a los hijos de Edipo y la guerra que los enfrentó. Sófocles (495-406 aC) compuso "Edipo Rey", "Edipo en Colona" y "Antígona" (esta última, sobre la hija del héroe, que le acompañó en su vejez). Y Eurípides (480-406 aC) nos dejó otra "Antígona" (de esta obra sólo nos quedan fragmentos).

La historia de Edipo tiene múltiples variaciones. Ya las hubo en la Antigüedad; y habiendo sido un tema muy querido por la Literatura Universal (en realidad, por todas las Artes), no han dejado de escribirse versiones, por lo que en la actualidad, sumando las interpretaciones cinematográficas, hay muchas más. Hagamos a continuación, una  adaptación resumida (y un tanto informal) de las desgracias de Edipo, que serán trágicas, sí, pero también de lo más entretenido
 


Edipo fue hijo de Layo, Rey de Tebas, y de su esposa Yocasta. Sus desgracias comenzaron en el vientre de su madre, curiosamente. Sí, porque durante el período de la gestación, Layo y Yocasta acudieron al Oráculo de Delfos para consultar sobre el futuro de su hijo, y la respuesta del Oráculo fue que: "el hijo que tuvieran asesinaría a su padre y desposaría con su madre". Ahí es nada, cómo le complicaban la vida antes de nacer...

Así que Layo, al nacer la criatura y para evitar el terrible cumplimiento del Oráculo, encargó a un hombre de su confianza que llevase al recién nacido al bosque y le matase. Pero el criado, incapaz de llevar a cabo tan cruento asesinato, se limitó a perforar los pies del niño y tras pasar una cuerda por las heridas, lo dejó colgando de la rama de un árbol en el monte Citerón. No había ninguna posibilidad (pensó el hombre), de que el bebé, que aún no tenía nombre, sobreviviese a la noche que se avecinaba.



Pero quisieron los dioses que los llantos del niño llegasen a oídos de un pastor que apacentaba su rebaño en las inmediaciones, quien recogiendo a la criatura, se la llevó a su señor, Pólibo, rey de Corinto, quien a su vez, la puso en brazos de su esposa, Peribea. Ésta, que no tenía descendencia, acogió gustosamente al niño y lo adoptó como hijo. Peribea le puso el nombre de Edipo, que no significa otra cosa que "el de los pies hinchados". 
    
Creció pues Edipo, en la corte de Corinto, como un muchacho fuerte y listo, y cuando llegó a la adolescencia ya destacaba en los juegos gimnásticos entre sus compañeros. Uno de éstos, llevado por la envidia y con afán de humillarle, le dijo un día: "No tienes por qué estar tan orgulloso; no eres más que un expósito recogido en el bosque". Curioso, que el lenguaraz compañero supiese lo que el propio Edipo ignoraba, pero en fin... cuchicheos, dimes y diretes siempre han existido contra los poderosos... y contra cualquiera, qué narices. La discreción ni abunda ni abundó.



El caso es que el pobre Edipo, preocupado por el asunto, consultó con Peribea, que intentó despejar sus dudas asegurándole que verdaderamente era hijo suyo y de Pólibo. Pero Edipo no se quedó del todo convencido con las explicaciones y para aclarar de una vez por todas su origen, no se le ocurrió otra cosa que acudir al Oráculo de Delfos. ¿Y qué le dijeron allá? Pues que "No debía volver a su patria si no deseaba matar a su padre y desposarse con su madre". ¡Qué mala uva tenía el Oráculo, por Zeus!


Edipo entendía, lógicamente, que su patria era Corinto y sus padres, Pólibo y Peribea. Así que ni corto ni perezoso, abandonó Corinto y puso camino a la región de Beocia. Y al pasar por cierto sendero estrecho, se cruzó con un grupo de personas entre las cuales iba un anciano montado en un carro. El viejo ordenó de malas maneras a Edipo que se apartara, éste se negó; se entabló una pelea y... Edipo mató al viejo. Como era previsible, el viejo en cuestión era Layo, su padre. Cumplíase la primera parte del Oráculo.

Edipo, en sus años mozos.

Edipo continuó su camino, y al acercarse a Tebas tuvo noticias de que una calamidad asolaba la región. Se trataba de "La Esfinge", un monstruo enviado por la diosa Hera para castigar ciertos pecadillos que había cometido Layo en un pasado reciente. Tenía la Esfinge rostro y busto de mujer, cuerpo y garras de león, y alas de águila. Se había situado sobre una peña en el camino de Tebas, cerca del monte Citerón; y a todo el que intentaba pasar, le hacía esta pregunta:

¿Cuál es el animal que camina
con cuatro patas por la mañana,
con dos al mediodía,
y con tres por la tarde?

El símbolo que le he puesto en el escudo no podía ser otro que el de la ciudad de Tebas: la maza de Hércules (o Herakles).

Como nadie hasta el momento había acertado el enigma, y la Esfinge devoraba a los que fracasaban en el intento, las gentes evitaban el camino dando un rodeo o rehusaban siquiera acercarse a Tebas. El nuevo rey de la ciudad, Creonte, hermano de Yocasta, hizo público que daría la corona y la mano de su hermana (que todavía estaba de buen ver, al parecer) a quien pudiese contestar el acertijo y/o acabar con el monstruo.

Pero ya hemos dicho que Edipo era un chico muy listo, además de ambicioso, así que, después de pensar un rato, se presentó ante la Esfinge, y tras escuchar el planteamiento, contestó sin vacilar: "Ese animal es el hombre, que camina en la mañana de su vida a cuatro patas, en su esplendor sólo sobre sus pies y en la vejez, ayudado por un báculo o bastón, a modo de tercer pie". Y como esa era la respuesta correcta, la Esfinge, despechada, se arrojó desde la peña donde se hallaba y se rompió la cabeza.


Entró Edipo en Tebas con todos los honores, subió al trono, como estaba anunciado, y desposó a Yocasta, ignorando que era su propia madre. Se cumplía la segunda parte del Oráculo. Edipo y Yocasta tuvieron dos hijos: Eteocles y Polinices, y dos hijas: Antígona e Ismene. 
  
Edipo reinó sobre Tebas muchos años. Hasta que un día se desató sobre la región una terrible peste que acababa por igual con hombres y animales. Como los sacrificios y plegarias resultaron ineficaces frente al mal, se acudió al siempre socorrido Oráculo de Delfos. Y la respuesta del Oráculo fue que "el mal no desaparecería de Beocia hasta que el asesino de Layo hubiese sido descubierto".

Aquí podemos ver el inicio de la conversación entre Edipo y la Esfinge. Bueno... tal vez no fue exactamente así.

Edipo encargó múltiples investigaciones a sabios y adivinos y no tardó en averiguar la horrible verdad: él había sido el asesino de Layo, su padre. Por otras circunstancias que no vamos a detallar, averiguó al mismo tiempo que se había casado con su madre. Horrorizado, considerándose indigno de ver la luz del sol, se arrancó los ojos con su propia espada. Yocasta, avergonzada, se ahorcó. Y poco  después, sus hijos le expulsaban de la ciudad. ¡Toma tragedia! Sólo su hija Antígona le acompañó en el exilio, compartiendo su desgracia.

Ahora, el encuentro con escenografía.

Tras pasar por Colona, donde un grupo de pueblerinos que le habían reconocido quisieron matarle, lo que sólo impidieron las lágrimas y súplicas de Antígona, fue acogido por el rey Teseo (el matador del Minotauro). Y en la corte de Teseo, en Atenas, acabó Edipo sus días.

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 Y así termina la historia de Edipo, pero no las tragedias con él relacionadas, que no vamos a detallar ahora. Sólo esbocemos unos apuntes a modo de pequeño epílogo: Edipo había maldecido a sus hijos Eteocles y Polinices: como resultado de la maldición, se enzarzaron en una guerra en la que murieron ambos, cada uno a manos del otro; éste es el argumento de "Los Siete contra Tebas". Su hija Antígona, que tras la muerte de su padre había regresado a Tebas, tuvo un final verdaderamente trágico a manos de su tío Creonte.

Y es que unas cuantas columnas griegas quedan bien en cualquier sitio.

Respecto a Antígona, no puedo evitar que me aflore la vena cinéfila y recomendar a los interesados en el tema, la visión de la "Antígona" de Yorgos Tzavellas, de 1961, con una inmensa Irene Papas. Irene, aparte su trabajo en numerosas películas que (casi) todos recordamos, tiene en su curriculum otros títulos trágicos, como "Electra", "Ifigenia" o "Las Troyanas". Bueno, y ya, que me estoy extendiendo...  



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La figuras son:

La Esfinge - de Reaper Miniatures (Metal)
Ref. 02792: Gameela,Female Sphinx

Edipo - de Crusader Miniatures (Metal)
Ref. 023: Unarmoured Greek Hoplites
(Selección de un blister de 6 figuras)



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