Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Viento en Popa a Toda Vela - Los Piratas - Barbanegra

El Pirata Barbanegra.

Viento en las velas, abordajes, la isla de la Tortuga, la luna en el mar riela... Qué bonito el mundo de los piratas... ¿verdad? Bueno, según se mire... Bonito nos puede parecer si estamos viendo tales elementos en un cine con aire acondicionado, bien acompañados/as y comiendo "palomitas" como si no hubiera un mañana...

También puede ser "bonito" si uno se  pone en la piel de uno de aquellos canallas y fantasea con la idea de que, tras asaltar con nuestros colegas un barco de pasajeros, y después de descabezar a todo bicho (masculino) viviente, nos apoderamos de cinco mil doblones de oro y además, de la pasajera más hermosa, que curiosamente, al poco, caerá rendidamente enamorada a nuestros  pies...

Pero seguramente el asunto perderá toda belleza si nos imaginamos por un momento en mitad del siglo XVIII y en pleno Atlántico Occidental, en el transcurso de un viaje, supongamos, desde Sevilla a Veracruz, o desde Southampton a Boston.... y en lontananza divisamos una bandera negra.



Porque a partir de ese momento, si nuestro navío no navega protegido por una poderosa escolta,  lo mejor que nos puede suceder es terminar en la sentina del buque pirata, con algún hueso roto, esperando que se pague un rescate por nosotros... o que nos vendan como esclavos, que también podría ser. Pero eso, sería "lo mejor". Lo peor sería que nos hubiesen torturado y posteriormente asesinado alegremente y que antes de tales cosas, hubiéramos tenido que presenciar la masacre de nuestros amigos y la violación de nuestras  compañeras. 

¿A que ya parece menos "bonita" la cuestión? Verdaderamente, los románticos del XIX hicieron flaco favor a la cordura general y al sentido común, al heroizar y hacer protagonistas de sus poemas o novelas a gentes tan sanguinarias y crueles como los piratas de los siglos XVII y XVIII.

Dijo (entre otras cosas) nuestro romántico Espronceda en su "Canción del Pirata":

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la Libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar". 

Que sí, que muy poético y tal... pero de haber existido realmente el pirata de Espronceda, habría sido un mangante y asesino como la copa de un pino, convencido de que es más cómodo y efectivo robar que trabajar. Y más divertido, además. ¿A que sí?  En cuanto a la Libertad, elemento muy apreciado por los piratas, fue únicamente la suya propia la que les interesó. La de los demás les importaba un comino, evidentemente. 


- Breve historia de la piratería -
Los siglos XVI, XVII y XVIII fueron la "edad de oro" de la Piratería (especialmente los dos últimos), pero ésta es tan vieja como la propia navegación; de la misma manera que el robo es tan antiguo como el comercio. O más. Posiblemente cuando la primera caravana mesopotámica abandonó su ciudad de origen para dirigirse a otra, ya había "amigos de lo ajeno" esperándola en el camino para aligerarla de peso.

 Los piratas en el transcurso de su historia no asaltaron únicamente navíos en alta mar; sus bajeles atacaron frecuentemente ciudades del litoral. Ecos de esto encontramos en la más remota antigüedad. En los viajes mitológicos de Jasón y Ulises (entre otros) se narran actos de ataque a poblaciones costeras sin otro objeto que conseguir botín. Y si en los textos encontramos descritos tales hechos, que no pueden ser calificados más que como piratería, significa que los poetas los habían conocido en la vida real. Y que eran frecuentes.


Richards.

Volvemos a encontrar "historias de piratas" en las posteriores novelas griegas de época romana. Y al margen de la Literatura, son conocidos los esfuerzos de Pompeyo el Grande para acabar con la piratería cilicia en el Mediterráneo oriental.

En la Edad Media, fueron vikingos y árabes los máximos exponentes de "la profesión". Los primeros, operando (generalmente) en el Atlántico, los segundos, en el Mediterráneo. Entre éstos, destacaron al final del período los piratas berberiscos.

César.

Pero fue en los siglos que siguieron al descubrimiento de América cuando la actividad alcanzó, como hemos dicho, su "edad de oro". América en general y la zona caribeña en particular, contaban con numerosas islas escondidas, grandes territorios sin explorar... parajes excelentes para convertirse en refugio de los piratas. Lugares a los que difícilmente llegarían expediciones de castigo. 

Por otra parte, estaba el hecho del incesante tráfico de navíos mercantes; españoles y portugueses en principio, más tarde se sumarían británicos y franceses. Y ese tráfico de mercancías y riquezas (imprescindible para el desarrollo económico de las potencias), fue el motor que mantuvo viva la piratería durante mucho tiempo.



Se emplean generalmente como sinónimos de pirata, las palabras "bucanero, filibustero y corsario". Y aunque en general, todos fueron "piratas" (pirata = "el que roba en el mar", o "viene del mar para robar"), convendría precisar algunas diferencias entre ellos; la principal fue de carácter geográfico...

Bucaneros y filibusteros radicaron exclusivamente en territorios litorales del Caribe y aledaños, mientras que los corsarios, operaron en todo el globo; en "los Siete Mares" para emplear un término novelístico. Los bucaneros, en principio grupos de procedencia francesa instalados al oeste de la isla "La Española" (hoy dividida entre Haití, francófona, y la República Dominicana, castellano-parlante), comenzaron su historia como  cazadores y comerciantes, que fueron derivando sus actividades hacia la piratería. Los filibusteros fueron una evolución de los anteriores, cuando abandonaron abiertamente otras actividades para centrarse en la piratería; si bien continuaron limitando sus actuaciones a zonas costeras del Caribe.


Digamos de paso que un pirata podía empezar su carrera como bucanero,  convertirse en filibustero, pasar después a actuar como corsario y terminar sus días como simple pirata. O a la inversa; eran grupos "permeables".

Corsario es el que tiene "patente de Corso", esto es: un acuerdo con el gobierno de un estado, mediante el cual el pirata-corsario atacará y desvalijará  barcos, ciudades costeras o posesiones de otros países, enemigos de su patrón, con quien compartirá después el producto del botín, obteniendo a cambio cierta protección y el permiso para utilizar sus puertos. 

Garrat Gibbens.

Todas las potencias de la época emplearon corsarios en sus operaciones militares a través de los mares, pero Inglaterra destacó en el uso de tan "dudosa" práctica. Fue célebre la protección brindada por Isabel I a los conocidos como "Perros de la Reina". Los más conocidos entre éstos fueron Francis Drake, John Hawkins y Walter Raleigh.

Algunos historiadores británicos niegan que los tres corsarios citados fuesen además, "piratas". Pero sus acciones les delataban: aparte de que muchos de sus ataques se realizaron en tiempos de paz y combinar sus actos supuestamente "militares" con el tráfico de esclavos, sus métodos no podían ser más "piratescos": bombardear desde sus naves ciudades sin guarnición militar, degollar poblaciones enteras, o permitir a sus hombres violaciones y saqueo sin cuento. Los tres acabaron mal. 



El país más perjudicado por las actividades corsarias (y piráticas en general), fue España, puesto que la mayor parte del tráfico comercial atlántico de la época consistía en convoyes españoles que transportaban oro y plata a la península y regresaban llevando mercancías a la América Española. Los piratas lo sabían, y los corsarios también. Destacaron en tan lucrativo como peligroso negocio, aparte los británicos, franceses y holandeses. El Conde Duque de Olivares lo resumió en una frase: "Todos contra Nos; Nos contra todos".

Los piratas engrosaban sus filas habitualmente con fugitivos de la justicia, delincuentes, esclavos fugados, descontentos de todo tipo... pero también tuvieron entre sus filas hombres de buena cuna, que por afán de aventuras, o tal vez por alguna acusación falaz que les situaba fuera de la Ley, decidían unirse a tan azarosa (y fructífera mientras duraba) vida. 



Durante dos siglos los principales lugares de reunión de los piratas fueron Jamaica, Barbados, Belice y la Isla de la Tortuga. Desde estos puntos, organizaban sus ataques y dirigían su imperio del terror. Muchos de ellos se convirtieron en traficantes de esclavos y dedicaron sus esfuerzos a transportar negros desde las costas africanas hasta Brasil, Haití y América del Norte. En la América Española nunca tuvo éxito arraigado tan execrable comercio. Si alguien lo duda, no tiene más que estudiar la composición racial de la población de las referidas zonas y compararla con las que estuvieron un día bajo dominio español.

A principios del siglo XIX, con el desarrollo de las modernas marinas de guerra, el inicio (o consolidación) de las independencias americanas, y los avances en comunicaciones, que permitían estar sobre aviso de sus movimientos, la piratería menguó de forma considerable, aunque siempre existieron casos esporádicos.


Gunner Morton.

Y aún hoy día (2019), a finales de la segunda década del siglo XXI (1), la piratería sigue existiendo, y ha añadido a sus escenarios "tradicionales" (el Caribe y el Atlántico Occidental), otros más diversos: el Índico y el Pacífico. Las aguas que rodean Somalia, Malasia o Filipinas lo saben bien. Evidentemente, ahora no hay buques españoles transportando mercancías o plata a través del Atlántico; pero hay cantidad de yates particulares o pequeños mercantes que harían las delicias de Barbanegra y sus colegas.

(1) Digo "a finales" y no "al final", porque a despecho de quienes cuentan del 0 al 9 en lugar de hacerlo del 1 al 10, esta "segunda década" del siglo XXI terminará el 31 de diciembre de 2020. Y no antes.

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- Piratas célebres -
Echemos un breve vistazo a algunos de los nombres que gozan de más "fama" en el ámbito de la piratería. Muchos de ellos alternaron las puras prácticas piratas con acciones de corso. El orden en que los sitúo, es el de su fallecimiento.

Jean David Nau, apodado "El Olonés" (originalmente L'Olonnais) por haber nacido en Les Sables d'Olonne, Francia. Uno de los más sanguinarios piratas que hayan existido. Operó principalmente en Las Antillas. Tras ser vencido por los españoles en Nicaragua, huyó a la selva, donde fue capturado por indios caníbales y devorado. Corría el año 1667. 

Dick Greensail.

Henry Morgan, inglés; causó sanguinarios estragos cuando tomó Panamá (1670), lo que le valió (ya ves tú) ser nombrado por el rey Carlos II de Inglaterra, Gobernador de Jamaica (tomada poco antes por Inglaterra y en cuya conquista pudo haber participado). Uno de los pocos piratas que terminó su vida, alejado de la piratería (o del Corso) y murió de muerte natural en 1688.

William Kidd, escocés; conocido como "el Capitán Kidd". Curiosamente, parte de su carrera estuvo dedicada a perseguir piratas por encargo del gobernador de Nueva York. Más tarde, sus acciones piratescas se extendieron al Índico. Capturado por los ingleses y tras un tortuoso juicio, fue ahorcado en Boston en 1701.

Edward Teach, conocido como "Barbanegra"... de éste hablaremos más extensamente después. No en balde su figura abre este post y su tripulación lo ilustra. ;) Le sitúo aquí en principio, para respetar el orden cronológico de las muertes, en este caso, 1718. 

Jack Rackham, inglés; conocido como "Calico Jack", fue famoso por su relación con  Anne Bonny y por el diseño (que se le atribuye) de una de las más famosas banderas piratas: la calavera sobre dos sables cruzados (que veremos más abajo). Ahorcado en Jamaica en 1720.


John Roberts (o Bartholomew Roberts), galés. Posiblemente el pirata con más asaltos perpetrados con éxito (se le suponen más de cuatrocientos). Se cuenta que fue un hombre culto, educado y refinado con las mujeres prisioneras, lo que no le impidió robar a mansalva por todo el Caribe y zonas de Terranova, llegando en sus correrías hasta Guinea y Senegal. Finalmente, en 1722 fue interceptado por la Armada Británica en el cabo López, en el actual Gabón, y murió en el combate subsiguiente.

Anne Bonny, irlandesa. Sin duda la mujer pirata más conocida que ha existido  (hubo otras muchas, incluyendo alguna oriental). Tan violenta en combate como cualquier hombre, no carecía de encanto físico, del que hacía uso cuando le convenía. Se inició en la piratería de la mano de Jack Rackham (Calico Jack), con quien mantuvo un romance. Su campo de acción fue Jamaica y alrededores, siempre formando parte de la tripulación de Calico. En 1720, su barco fue sorprendido por un buque del gobernador de Jamaica y toda la tripulación fue apresada. Debió ser fácil captura; se dice que toda la tripulación excepto Anne y Mary Read (otra mujer pirata que se había unido a Calico) estaba bajo los efectos de la embriaguez. La tripulación fue ahorcada tras un juicio, sin embargo Anne y Mary escaparon a la soga debido a que ambas estaban embarazadas. Fueron encarceladas y Mary murió al dar a luz. Anne pudo alumbrar sin problemas; y a partir de aquí, hay variaciones sobre qué fue de su vida. Las noticias más optimistas indican que fue liberada y que murió anciana, en Carolina del sur, en 1782.

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Aunque queda claro (creo) mi escaso aprecio por piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, convengo en que "el colorido", la parafernalia y el ambiente que rodea sus figuras, posee cierto atractivo; atractivo morboso, pero atractivo.

Así, cuando en una visita a uno de mis proveedores habituales de miniaturas, descubrí una caja con ocho figuras titulada "Blackbeard's Crew" (la tripulación de Barbanegra), decidí adquirirla para unir estos canallas a mis huestes de plomo. Y aquí están.

Dediquemos pues, unas palabras a tan "egregia" figura:

- Edward Thatch, el Pirata Barbanegra - 
Barbanegra, de nombre oficial Edward Thatch, nació probablemente en Bristol (Inglaterra) hacia 1680; y sus primeras acciones tuvieron lugar en el transcurso de la Guerra de Sucesión Española (1700-1715), como corsario al servicio del gobierno inglés, atacando intereses franceses en el escenario americano de la contienda. Al terminar el conflicto, y a las órdenes del pirata Benjamín Hornigold, se inició en "el oficio".


Tom Miller.

En 1716, Hornigold y Barbanegra capturaron tres cargueros españoles que les proporcionaron abundantes riquezas, y al año siguiente, en la costa de Virginia se apoderaban de un gran buque negrero francés. Poco después, Hornigold era sustituido en el mando por Barbanegra, que re-bautizó el buque (una fragata) como "Queen Anne's Revenge" (La Venganza de la Reina Ana), lo convirtió en su buque-insignia, y lo rearmó con cuarenta cañones. Con el Revenge se enfrentó e hizo huir a un buque de la Royal Navy, el "Scarborough", lo que le proporcionó mucho prestigio pero escaso botín.

Entre 1717 y 1718 actuó en la zona del Caribe, extendiendo sus acciones por un lado  hasta Carolina del Norte, y por otro hasta África Occidental. En la isla de Ocracoke, próxima a las costas de Carolina del Norte, estableció uno de sus más conocidos refugios. Por este tiempo y latitudes, el "Revenge" se hundió y Edward tomó el "Adventure" como su nuevo puesto de mando. El Adventure era más pequeño y de menos calado que el Revenge, pero más rápido.  

En 1718 hizo un pacto con el gobernador de Carolina del Norte, Charles Eden, mediante el cual, Barbanegra no atacaría la zona, y a cambio de entregar al gobernador parte de sus "ganancias", gozaría de libertad para vender "mercancías" (robadas, por supuesto) en la ciudad de Bath.



El gobernador, como muestra de buena voluntad, le "regaló" una jovencita "como esposa", aunque se le conocían a Edward al menos otras trece "esposas", sin contar sus numerosas amantes. Se cuenta que la tal jovencita,  después de "gozar" de las atenciones de Barbanegra, fue entregada a la tripulación.

En mayo de 1718 asedió Charleston, en Carolina del Sur. Amenazando la ciudad con los cañones de sus barcos y secuestrando varios rehenes, logró  un sustancioso rescate. Otra versión de esta historia relata que el rescate que pidió Barbanegra fue una caja de medicamentos para paliar los estragos que las enfermedades venéreas producían en su tripulación. A saber...

Para junio de 1718 contaba con cuatro grandes buques y otros menores. Sus hombres alcanzaban la cifra de cuatrocientos. Su base en ese momento, era la isla de Nueva Providencia, en Las Bahamas, para evitar que se le relacionase con el gobernador de Carolina del Norte, su aliado. Desde Nueva Providencia, se dedicó a interceptar barcos en las proximidades de Las Bermudas.

Basilica Hands.

Sin embargo, asistía con frecuencia a fiestas organizadas por el gobernador Eden en Bath, donde asediaba a cualquier mujer que se le pusiera "a tiro", y donde él y sus hombres, después de emborracharse seriamente, organizaban peleas y reyertas con trágicos resultados. Los habitantes de Bath, que antes le habían apreciado por facilitarles mercancías a buen precio, empezaron a cambiar sus simpatías.

En noviembre de 1718, el gobernador de Virginia, Alexander Spotswood, ante el crecimiento de la piratería en la zona, decidió tomar medidas para acabar con ella. Enterado de que Barbanegra estaba anclado en la ensenada de Ocracoke, y haciendo caso omiso de la permisividad que le otorgaba Eden al pirata, envió en su busca dos navíos de línea, el Pearl y el Lyme, y dos pequeñas balandras (embarcaciones ligeras de un solo palo), Ranger y Jane, al mando del teniente Robert Maynard.



El 22 de noviembre de 1718 se produjo el encuentro. Barbanegra al verse superado, se adentró con el Adventure en aguas bajas, donde no podrían seguirle los navíos de gran calado, pero Maynard organizó la persecución con las balandras. Finalmente, con las naves medio varadas, Barbanegra ordenó a su gente el abordaje a la balandra en que se encontraba Maynard. Se produjo un encuentro personal entre los dos, y el oficial tuvo la suerte, después de intercambiar varios sablazos, de poder sacar su pistola y disparar a bocajarro al pirata, al tiempo que otro marinero le acuchillaba. Cayó Barbanegra al suelo en un charco de sangre, y Maynard aprovecho el momento para decapitarle.

Cuando Maynard arribó al puerto de Hampton (Virginia), la cabeza de Barbanegra adornaba su bauprés.

Así acabó la corta carrera (1716-1718) de Edward Thatch.

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- Aspecto físico de Barbanegra -
Es famosa la apariencia de Barbanegra: añadía a una gran presencia física y altura, una larga melena negra y una no menos larga y negra barba que le dio nombre, y que solía trenzar y adornar con cintas y lazos. Acostumbraba entrar en combate con varias pistolas, machetes y sables ceñidos en bandoleras y cintos. Y lo más "chocante", lo que más pavor infundía (dicen), era su costumbre de colocarse a ambos lados de la cabeza, bajo su habitual sombrero, varias mechas de combustión lenta que prendía justo antes de los enfrentamientos. La sensación que debía provocar en sus víctimas cuando le veían abalanzarse sobre ellas sable en mano, rodeado de chispas y nubes de humo, debía ser lo más parecido a encontrarse ante un demonio recién salido del Infierno. (Nuestra figura hace justicia a estas descripciones que nos han llegado).

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- Algunas banderas piratas -
De izquierda a derecha y de arriba abajo: 
- La famosa "Jolly Roger", bandera pirata por antonomasia; la visión de la calavera acompañada por las dos tibias cruzadas era un mensaje de muerte y destrucción para cualquiera que la contemplase... sin ser pirata. Se atribuye su diseño a Edward England (m. 1720), pero fue usada por otros muchos.

- La bandera de Calico Jack Rackman, que hemos mentado antes. Se trata simplemente de una variación de la "Jolly", con la sustitución de las tibias por sables; pero su impacto estético es indudable. 

- La enseña de "nuestro amigo" Barbanegra. Se trata de una especie de "esqueleto cornudo", con un reloj de arena una mano y una lanza en la otra; completa el diseño un corazón sangrante. No se puede decir que sea muy estética, pero "asustante" queda, sí.

- Y un toque de originalidad lo encontramos en la bandera de Henry Every (m. 1699), aunque su autoría está en discusión. Una calavera tocada con el clásico pañuelo pirata y adornada con un pendiente. Suponemos que al no tener "orejas" (claro), el pendiente en cuestión iría enganchado al pañuelo. XD ...Bajo la calavera, las habituales tibias cruzadas. Pero lo que la hace original es el fondo rojo.

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- Películas de piratas -
Debido al "atractivo" que la mística pirata ha ejercido siempre sobre el gran público, el Cine se ocupó desde sus albores del tema.

Sólo citaré brevemente tres títulos de la gran época del "Cine Clásico" (de la tercera a la quinta década del siglo XX), porque hablar de títulos que están en cartel o que han estado en los últimos años, no descubriría gran cosa. Así pues, centrémonos en tres clásicos (uno por cada década citada):

- El Capitán Blood ("Captain Blood", Michael Curtiz, 1935). Protagonizada por uno de los más celebrados actores del "cine de aventuras": Erroll Flynn, al que acompaña la dulce Olivia de Havilland. No puedo dejar de comentar que en el momento de escribir estas líneas (junio de 2019) Olivia vive felizmente en París, contando 102 años. Parece mentira... :)  Y comentemos además, que "el malo de la peli" era ni más ni menos que Basil Rathbone, que interpretó muchos y buenos papeles de villano en la época, aunque también encarnó repetidamente a Sherlock Holmes.

- El Cisne Negro ("The Black Swan", Henry King, 1942). El tándem que formaron Henry King y Tyrone Power, nos dio magníficas películas de aventuras, ambientadas en escenarios tan diferentes como la India Colonial, África del Sur, el Oeste (americano, claro), el México de la Conquista Española, el Renacimiento Italiano... o como aquí, en una colorida historia "de piratas", donde por cierto, aparece el citado anteriormente Henry Morgan encarnado por Laird Cregar; los villanos eran George Sanders y Anthony Quinn. Ah, y la "guapa de la peli" corrió por cuenta de Maureen O'Hara; ahí es nada...

- El Temible Burlón ("The Crimson Pirate", Robert Siodmak, 1952). Protagonizada por Burt Lancaster, otro de esos actores que, aparte haber interpretado grandes películas dramáticas, bélicas o policíacas, es reconocido por sus héroes aventureros: la Edad Media, el Oeste, la Legión Francesa, los Mares del Sur... En esta película le acompaña su amigo en la vida real, "el mudo" (que no lo era) Nick Cravat. Burt y Nick antes de trabajar juntos en el cine, lo habían hecho en el circo, como trapecistas. Y se dice que las evoluciones gimnásticas, saltos y demás peripecias que les vemos realizar en el celuloide, las ejecutaban realmente ellos mismos, sin concurso de especialistas. Podría ser. De las pelis que cito, es posible que ésta sea artísticamente la inferior... pero entretenida es un montón. ;)



Pensándolo bien, para que no nos acusen de andro-centristas, vamos a añadir otro título. Primero, porque es una de las pocas películas de piratas, dedicadas a las mujeres que se dedicaron a la actividad, y después, porque también es una cinta en la que las actrices superan interpretativamente (en mi opinión) al actor masculino principal.

- La Mujer Pirata ("Anne of the Indies", Jacques Tourneur, 1951). La película, aunque inspirada en el personaje histórico de "Anne Bonny", no tiene nada que ver en su estructura con la vida de la Bonny real; aunque hasta el título original pretenda  enlazar con ella. En cualquier caso, la pirata que vemos encarnada por Jean Peters, no hubiese cedido un ápice en bravura ante la amante de Calico Jack. 

El "supuesto" protagonista masculino es el insulso Louis Jordan, que como he sugerido antes, queda muy por debajo, tanto de la auténtica protagonista, Jean Peters, como de la "bella de turno", que no es otra que Debra Paget; algo serio. Por suerte, para "salvar el pabellón" de la interpretación masculina, tenemos también (aunque no en un papel principal) a Herbert Marshall. Aún así, ésta sigue siendo una película del "Power Women". ;)  En todos los sentidos.

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La imagen de un antiguo velero de varios palos, ya sea galeón, bergantín o fragata, no remite únicamente a la idea de "piratería" con sus componentes de robo, violación y asesinato; o a la de "combate naval", con sus muertes, hundimientos y derramamiento de sangre. Afortunadamente, tan bella imagen sugiere también (y sobre todo, en mi opinión), la idea de la Aventura pura, la exploración, el descubrimiento de nuevas tierras y el afán humano por adentrarse en lo desconocido.

En la imagen, un galeón español a toda vela, obra del gran Augusto Ferrer Dalmau.



Y aquí arriba tenemos a los protagonistas gráficos de la entrada, en "foto de familia". Aparte Barbanegra, cuya imagen ya indica su identidad, los nombres de los integrantes de su tripulación (que he indicado en la primera foto de cada uno de ellos), son los que aparecen en la caja que originalmente contenía las figuras.

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Hemos hablado en esta entrada, de los piratas, de su Historia y de "su" Cine. De la Literatura sobre ellos, hablaremos en otro momento. Espero.  ;)

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Las figuras son de "North Star Miniatures", 28mm; metal.
Ref. OTSS02 - Blackbeard's Crew