Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Mitos Griegos - Los Argonautas - Medea

Momento cenital de la aventura de los Argonautas: la captura del Vellocino.

No es ésta la primera entrada que dedico a "Los Argonautas"; pero sí la primera en la que destaco el papel principal de Medea en la consecución del Vellocino de Oro. Y lo hago, no por un "feminismo trasnochado", sino por respeto a los antiguos autores  que nos transmitieron la aventura argonáutica. Según los textos, sin el concurso de Medea, lo más probable hubiese sido que el monstruo que custodiaba el Vellocino se merendase a Jasón, con lo que la misión de los argonautas hubiese terminado en fracaso total, el Vellocino se habría quedado en la Cólquide... y ahora no estaríamos hablando de "Jasón y los Argonautas".

Aunque la imagen más popular del "monstruo que custodiaba el Vellocino", sea a fecha de hoy la de una hidra de siete cabezas (fabulosa creación de Ray Harryhausen para la película de Don Chaffey), en los textos originales se habla de "una enorme serpiente" o de un "dragón", no de una hidra. Hay aquí alguna intoxicación con la Hidra de Lerna que mató Hércules en el curso de sus Doce Trabajos. Pero convengamos que la figura de la Hidra queda muy aparente. Volvamos a Medea.

Medea, auténtica protagonista de la captura del Vellocino de Oro. 

En el momento cenital de la aventura argonáutica (la consecución del Vellocino), fue Medea quien salvó la situación. Y la salvó con nota, como veremos más tarde. Asimismo, sin la ayuda de Medea, Jasón no hubiese podido uncir los "toros de bronce" ni vencer a "los hombres nacidos de la tierra", ni.... Pero no adelantemos acontecimientos...

Fuentes originales del mito puede haber muchas. Recordemos que antes de tomar forma escrita, los relatos sobre los argonautas contaban con siglos de tradición oral. Pero una vez llevados al papel (o al pergamino), los textos más reconocidos y conservados hasta hoy, han resultado ser: "Las Argonáuticas" de Apolonio de Rodas y las páginas dedicadas al tema en la "Biblioteca de Apolodoro".


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Apolonio de Rodas (295-215 aC), que fue Director de la Gran Biblioteca de Alejandría, publicó "Las Argonáuticas" (también conocidas como "El Viaje de los Argonautas") después de veinte años de composición. Parece que debido a la acción de varios enemigos que tenía en Alejandría, la presentación fue un fracaso. Se retiró a Rodas, pulió la obra, la modificó (puede que la recortase), la publicó de nuevo... y el éxito fue arrollador perdurando hasta hoy. La edición que poseo es la que Editora Nacional publicó en 1975, traducida ni más ni menos que por Carlos García Gual.

Apolodoro, o Pseudo-Apolodoro, fue un escritor del que no se sabe casi nada. Parece que vivió en época romana, en el siglo II dC, y se creyó en principio que podría ser el mismo autor conocido como Apolodoro de Atenas, el Gramático, pero investigaciones posteriores lo descartan (los separan más de trescientos años). En cualquier caso, la obra está ahí y alguien tuvo que escribirla, así que vale, nos quedamos con "Pseudo-Apolodoro". La obra en cuestión es conocida (pese a todo) como "Biblioteca de Apolodoro" o como "Biblioteca Mitológica", y viene a ser un resumen de Mitología Griega. La traigo a colación porque en las doce páginas que dedica a Jasón y Medea, al Vellocino y a los Argonautas, hace un bonito resumen del asunto. Mi edición es la de la Biblioteca Clásica Gredos, de 1985, traducida y anotada por Margarita Rodríguez de Sepúlveda.


Veamos las líneas que los dos autores dedican al momento en que Medea y Jasón se apoderan del Vellocino:

Dice Apolonio (resumo): "Mientras la sierpe se desenroscaba, la joven Medea invocó en su protección al Sueño .../... con un dulce encantamiento, para hechizar al monstruo. El Esónida (Jasón), la seguía, aterrado. Entretanto el monstruo, encantado ya por el hechizo, relajaba su largo espinazo de roscas serpentinas .../... pero aún así, levantando en alto su horrorosa cabeza, estaba dispuesto a aprisionar a ambos en sus mortíferas mandíbulas. Entonces Medea, que había mojado con una pócima un ramo recién cortado de enebro, rociaba todo el líquido (como si fuera un hisopo, vamos) sobre sus ojos, entre cantos mágicos .../... En aquel mismo terreno quedó, apoyando la mandíbula en el suelo; y muy por detrás quedaron extendidos sus infinitos anillos a través de la selva de múltiples troncos". 

Y ya sólo quedaba pillar el Vellocino y salir de allí corriendo, porque el monstruo no estaba muerto: estaba dormido.

Vamos a ver qué dice sobre lo mismo el amigo Apolodoro (aquí no resumo, porque el texto, en proporción a lo escrito por Apolonio, es ínfimo; aunque lo confirma): "Pero Medea, adelantándose, condujo a Jasón por la noche a donde estaba la piel (el Vellocino) y, tras adormecer con una droga al dragón que la guardaba, se apoderó de ella y se dirigió a la Argo con Jasón".



Bueno, en Apolodoro no es una serpiente, es un dragón, pero para el caso es lo mismo. Lo importante para nuestras intenciones, es constatar que según ambos autores, el protagonismo de Medea en el enfrentamiento con el monstruo es absoluto. En cuanto a Jasón, se revela como un héroe de pacotilla ("el Esónida la seguía, aterrado..."), de poco carácter, y para colmo, traidor (traidor a Medea, como veremos). Al contrario que otros héroes griegos, que se enfrentan solos al monstruo de turno y le vencen con su propio esfuerzo (Teseo, Hércules, Cadmo, Belerofonte...), Jasón se  apoya a menudo en alguno de sus compañeros argonautas para que le saquen del apuro, o como hemos visto claramente, en Medea.

Y es que (como apuntó García Gual), Jasón parece un trasunto o anticipo del héroe de los posteriores cuentos tradicionales, que van a la aventura acompañados de varios amigos con diferentes poderes mágicos, que le irán sirviendo para salir airoso de uno u  otro trance.

Antes de echar un vistazo a las andanzas de "Jasón y los Argonautas" vamos a recordar "qué era" el Vellocino de Oro y qué diablos hacía allá, en  "laventalapuñeta", en la Cólquide... Y por cierto... ¿dónde quedaba eso de "La Cólquide?


Jasón, hijo de Esón.

Vale, para empezar, contemos que hubo un rey, en la ciudad de Tebas (según los autores la ciudad puede ser otra), llamado Atamante, que se casó con Néfele, una mujer del pueblo (o una ninfa, según otros), y tuvo dos hijos: un niño, Frixo y una niña, Hele. Pero he aquí, que Atamante (caprichoso él), repudió a Néfele poco después, para casarse con la princesa Ino. Con esta Ino, Atamante tuvo otros dos hijos. 

Y a medida que Ino veía crecer a sus vástagos y miraba a los de Néfele, que eran quienes heredarían el trono de su padre, la inundaba un odio irreprimible hacia ellos. Con el tiempo, la tal Ino (cual "malvada madrastra de cuento"), tejió un complicado plan para lograr que Frixo y Hele fuesen sacrificados a los dioses. Pero antes de que tuviese lugar tal sacrificio, la madre de los muchachos, Néfele, apareció acompañada de un carnero cuya lana era toda de oro y que además... ¡volaba! 

De manera que Frixo y Hele montaron en el carnero volador (el Vellocino de Oro, obviamente), y aconsejados por su madre, huyeron hacia la Cólquide. La Cólquide era la costa oriental del Mar Negro (a fecha de hoy, territorio de la república de Georgia, parte de la antigua URSS), pero para los tiempos de la Grecia Micénica, aquello equivalía al "fin del mundo". Al sobrevolar lo que hoy se conoce como "Estrecho de los Dardanelos", Hele cayó al mar y se ahogó. Los griegos conocieron desde entonces ese paso como el "Helesponto" (Mar de Hele).


  Cuando Frixo llegó a la Cólquide, fue bien acogido por el rey Eetes, que le dio una de sus hijas en matrimonio. Frixo sacrificó el carnero a Zeus y regaló el vellocino a Eetes, que lo colgó en una encina (o un roble) en el Bosque de Ares y lo hizo custodiar por un dragón (o serpiente) insomne.


Y ya tenemos al Vellocino en la Cólquide. Veamos ahora los antecedentes del Viaje para devolverlo a Grecia.

- Antecedentes del Viaje -
Años antes del inicio de la aventura argonáutica, en la ciudad de Yolcos (o Yolco), en Tesalia, el rey Esón (padre de Jasón) fue destronado por su medio hermano, Pelías, y encerrado en un calabozo. Esón, desde su encierro, temiendo por la vida de su hijo (un niño en el momento y heredero legítimo del trono), organizó su escape de la ciudad y le envió a criarse con el centauro Quirón.

Reinó pues, sin oposición Pelías en Yolcos durante unos cuantos años. Y durante ese tiempo, un oráculo le advirtió que: "se cuidara del hombre con una sola sandalia". Pasaron unos años más, y un día, durante un sacrificio que ofrecía el rey a Poseidón, junto al mar, entre los asistentes que se presentaron para participar en la fiesta, Pelías observó a un joven con un pie descalzo.

  Se trataba de Jasón, claro está; que había perdido una sandalia al cruzar el río Anauro. Pelías recordó al instante el oráculo y preguntó al joven que haría él si se le hubiese vaticinado que sería muerto por un ciudadano. Y Jasón contestó sin vacilar: "Le enviaría en busca del Vellocino de Oro". Lógicamente, Pelías le ordenó acto seguido cumplir tal misión, con la secreta esperanza de que pereciese durante el Viaje. 

Según otras versiones, Jasón, al cumplir los veinte años, se presentó ante Pelías con la pretensión de recuperar el trono de su padre, ante lo que el rey le encomendó la peligrosa aventura. 



Jasón, inspirado por la diosa Hera (enemiga de Pelías porque éste no le rendía adoración), solicitó la ayuda de Argos, el constructor de barcos, que puso a su disposición su última creación: la nave Argo, construida siguiendo instrucciones de Atenea. Después, mandó aviso de su viaje a todos los rincones de Grecia solicitando compañeros para la aventura. A su demanda acudieron muchos héroes y aventureros: serían los Argonautas, que tomaron nombre de la nave Argo.

El número de los Argonautas varía mucho de unos a otros autores, así como sus nombres. Si la Argo era, como señalan algunos autores, una "pentecóntera", una nave de cincuenta remos, sería lógico que la tripulación en total superase esa cifra; sesenta hombres podría ser un número razonable. Señalemos (siguiendo a Apolonio) los más conocidos entre ellos:


Principales Argonautas
Jasón, jefe de la expedición; Argos, constructor de la Argo; Orfeo, hijo de la Musa Caliope, cantor tracio, capaz de hechizar con su música a fieras, árboles y ríos; Polifemo, lapita (nada que ver con el Cíclope del mismo nombre), había participado en la lucha contra los Centauros; Mopso, gran adivino; Telamón y Peleo, hábiles guerreros y padres de Ayax Telamonio y Aquiles, respectivamente (los argonautas forman la generación inmediatamente anterior a la que combatió en Troya); Tifis, primer piloto de la Argo; Heracles (o Hércules), no necesita presentación; Hilas, compañero del anterior; Nauplio, que "aventajaba a todos en el arte marinero"; Cástor y Pólux (o Polideuces), hijos de Zeus; el primero, hábil con los caballos; el segundo con los puños; Linceo, de agudísima vista, podía ver incluso por debajo de la tierra; Eufemo, "el más veloz corredor de todos los hombres", hasta sobre las olas del mar podía correr;  Anceo, hijo de Poseidón, segundo piloto de la Argo; Meleagro, experto cazador; Zetes y Calais, hijos del Viento del Norte, podían volar; Acasto, hijo de Pelías.

El Vellocino de Oro, objeto de deseo.

 - Inicio del Viaje : Itinerario hasta la Cólquide -
Partiendo de Yolcos, costearon Tesalia para después arribar a la Isla de Lemnos. Aquí se encontraron con un pueblo de mujeres que por extrañas circunstancias, habían asesinado a sus maridos y a todos los hombres de la isla. Esta aventura fue poco "heroica", ya que lo único que hicieron aquí los argonautas fue "sacudir la polaina" como locos. Las mujeres de la isla llevaban tiempo sin "conocer varón" y les acogieron efusivamente. Tan efusivamente que, al cabo de un tiempo (que varía según autores desde varios días a dos años), Hércules tuvo que recordarles su misión y animarles a continuar el viaje.

  Pasaron entonces por Samotracia y arribaron al País de los Doliones, donde reinaba Cícico, que los recibió como amigos y les agasajó. Poco después abandonaron este país, y se hicieron a la mar, pero una tormenta nocturna les arrojó sobre una tierra desconocida cuyos habitantes les atacaron. Los argonautas se defendieron y hubo una matanza. Con la luz del día, se percataron de que aquella "tierra desconocida" no era otra que el país de los Doliones que habían abandonado el día anterior. Jugarretas del destino... Uno de los muertos había sido precisamente el rey Cícico. Tras rendirle los debidos honores fúnebres, continuaron su periplo.



En algún punto cerca de la tierra de Misia, el remo de Hércules se rompió, por lo que decidieron desembarcar para que el héroe pudiese buscar un árbol apropiado para sustituir su herramienta. Hilas, el compañero de Hércules, fue a buscar agua a un arroyo cercano y las ninfas que habitaban la zona, enamoradas de él, lo raptaron. El argonauta Polifemo le oyó gritar y temiendo alguna desgracia, corrió a avisar a Hércules. Los dos se dedicaron a buscar (infructuosamente) al joven Hilas. Mientras tanto, el piloto Tifis, para no perder vientos favorables, aconsejó a Jasón continuar la navegación. Y allí, en Misia,  se quedaron (de momento) Hércules, Polifemo e Hilas. 

(Este asunto de "Hilas y las Ninfas" fue inmortalizado en un cuadro absolutamente fascinante realizado en el siglo XIX por John William Waterhouse, uno de los últimos -y mejores, en mi opinión- representantes de la Escuela Prerrafaelita).

Arribaron más tarde al país de los Bébrices, cuyo rey, llamado Amico, tenía la mala costumbre de retar a todos los extranjeros que llegaban a su tierra, a un combate de pugilato. Y generalmente los extranjeros eran asesinados a puñetazos por "el buen" Amico. Cuando llegaron los Argonautas, el elegido para enfrentarse al reto fue Pólux, el hijo de Zeus. Pero en esta ocasión el que palmó como un conejo bajo la tonelada de bofetadas que le propinó Pólux, fue Amico. Después, se produjo un combate entre los bébrices y los argonautas, del que éstos salieron vencedores. 

La horrible "sierpe".

Continuando viaje, llegaron a las costas de Tracia, donde vivía el adivino ciego Fineo. Éste había sido castigado por Zeus por haber rebelado secretos de los dioses. Y no era sólo la ceguera su castigo; además estaba condenado a que cada vez que se disponía a alimentarse, apareciesen las Harpías, monstruosas mujeres aladas surgidas del Averno, que después de arrebatarle la mayor parte de los manjares, dejaban el resto contaminado por un olor a putrefacción inaguantable.

La intención de los Argonautas era obtener de Fineo información sobre cómo pasar entre las Rocas Simplégades; pero el adivino contestó que sólo les revelaría el secreto si le liberaban de las Harpías. Así que, en la siguiente aparición de éstas,
Zetes y Calais, los alados hijos del Viento del Norte, las estaban esperando, espada en mano. Las persiguieron por los aires y las hubiesen despedazado a no ser por la aparición de la diosa Iris, mensajera de los dioses, que les indicó que Zeus no consentía en la muerte de las Harpías, pero que ella, Iris, las tomaría juramento de que nunca más molestarían a Fineo. Y por fin, el adivino pudo banquetear a placer; tras lo que les indicó el modo de sortear el difícil paso.



Las Rocas Simplégades eran dos enormes formaciones rocosas entre las que ineludiblemente había que pasar para acceder al Mar Negro (el Ponto Euxino de los griegos). Se supone que estaban situadas a la entrada del Bósforo. Lo peligroso de estas rocas era que de vez en cuando chocaban entre sí, destrozando cualquier nave (o cosa), que estuviera en el medio. El secreto que les reveló Fineo consistía en soltar una paloma en la entrada del paso; si la paloma conseguía cruzarlo, ellos también lo harían. Si la paloma resultaba destrozada por las rocas, más les valía darse la vuelta.

Así lo hicieron, y la paloma consiguió pasar, si bien, perdiendo una pluma de la cola; al pasar la Argo, quedó destrozada una tabla de la popa. Atenea, en último instante, había apartado una de las rocas con una mano mientras con la otra, empujaba la nave. Desde aquél día, las Rocas Simplégades quedaron fijas y no se movieron más. Pues así estaba profetizado.


Una vez en el Mar Negro, llegaron al País de los Mariandinos. El rey Lico les acogió cordialmente y descansaron un tiempo. Entonces, por una desconocida enfermedad, murió Tifis, el timonel, que fue sustituido por Anceo. Lico les ofreció la compañía de su hijo Dáscilo, para que les guiase hasta la Cólquide.
    
Bordeando la costa de Anatolia, pasaron por tierras de las Amazonas, los cálibes, los tibarenos y los mesinecos. Llegando a la Isla de Ares, fueron atacados por unos extraños y gigantescos pájaros que disparaban sus plumas como si de flechas se tratase. Desembarcaron en la isla y consiguieron ahuyentar a los pájaros a base de hacer tremolar los penachos de sus cascos, armar un gran griterío y golpear sus escudos. Tras esto, encontraron en la isla a los hijos de Frixo, que pretendiendo regresar a la tierra de su padre, habían naufragado. Se unieron a la expedición. Y poco después la Argo llegaba a su destino, la Cólquide.



- En la Cólquide -
Desembarcaron por fín en tierra de colcos, junto a la desembocadura del Fasis. Retiraron el velamen de la Argo, inclinaron el mástil y ocultaron la nave entre las sombras de un próximo pantano. Aquí comienza Apolonio su canto III, en cuyo arranque nos relata cómo las diosas Hera y Atenea, que desean el éxito de los Argonautas y la desgracia de Pelías, van a visitar a la bella Afrodita para solicitarle que hable con su hijo Eros, y le convenza para que lance sus flechas contra el corazón de Medea en beneficio de Jasón. Porque va a comenzar el protagonismo de Medea.

La embajada de los Argonautas ante Eetes, rey de la Cólquide y padre de Medea, para solicitarle la entrega del Vellocino de Oro, tuvo como resultado después de muchas discusiones y ante un enojo creciente del rey, que se les daría autorización para llevarse el Vellón, si  antes, Jasón superaba ciertas pruebas. Eran éstas: uncir al yugo dos toros con pezuñas de bronce que escupían fuego, arar después con ellos un campo, sembrar en los surcos los dientes de un dragón, y vencer a los guerreros que nacerían de tal siembra.


Pero la bella Medea, que había oído las palabras de su padre, y que ya había caído, merced a la acción de Eros, rendidamente enamorada de Jasón, estaba decidida a ayudarle en el cumplimiento de la misión. Medea, al igual que su tía Circe, era una experta hechicera, adoradora de Hécate y conocedora de filtros y pócimas mágicas de todo tipo. Así que cuando poco después, Jasón (inspirado por Hera), fue a visitarla para pedirle ayuda, la joven le facilitó un ungüento que le haría invulnerable frente a los toros y centuplicaría sus fuerzas.

De manera que al día siguiente, ante los argonautas reunidos, y ante la corte de Eetes, Jasón pudo sin problema alguno, uncir los toros, arar el campo y sembrar los dientes del dragón. Cuando de la tierra brotaron iracundos guerreros, Jasón, según le había aconsejado Medea, lanzó una gran roca entre ellos y los guerreros comenzaron a despedazarse entre sí. Mientras tanto Jasón, tranquilamente, iba acuchillando a los que se le ponían al alcance. "El día se hundía y la prueba había sido cumplida por Jasón".

Ahora, veamos las figuras con escenografía de fondo.

Aunque Jasón había cumplido las condiciones de Eetes, el rey no estaba dispuesto de ningún modo a dejar que se llevaran el Vellocino; antes bien, esa noche, reunido con sus mejores guerreros, preparó para el día siguiente un ataque mortífero contra  los Argonautas y planeaba quemar la Argo. También sospechaba que su hija había ayudado de algún modo a Jasón y pensaba castigarla por ello. Enterada de tales proyectos, Medea, tras una enorme lucha consigo misma, se decidió a traicionar a su padre en beneficio de los Argonautas.

Se dirigió en mitad de la noche al lugar de acampada de los héroes, y tras detallarles los planes de su padre y lograr el juramento de Jasón de llevarla con él a Grecia y hacerla su esposa, le guió hasta el Bosque de Ares, donde se encontraba el Vellocino. (Ya hemos visto antes los detalles de "cómo" se venció a la serpiente que protegía la piel, y cómo fue la acción de Medea la que lo hizo posible, así que aquí, una elipsis.) Con el vellocino en su poder, la pareja regresó a toda prisa a la nave, y los Argonautas se hicieron a la mar.

La Hidra, vigilando el Vellocino. Muy en "su papel".

- Regreso a Yolcos -
El regreso de los Argonautas a la patria, tuvo un itinerario mucho más complicado que el que les llevó a la Cólquide. Complicado por el curso "geográfico" (un tanto inverosímil) que siguieron, no por los acontecimientos ocurridos, que fueron mucho menos interesantes que los de la ida. Así que abreviemos.

Sabedores de que Eetes mandaría sus veloces naves tras ellos con las primeras luces del día y sospechando que parte de la flota les esperaría en el Bósforo, se dirigieron a la desembocadura del Istro (el Danubio) con intención de remontarlo. Al llegar al delta de este río acamparon; y estando allí les sorprendió parte de la flota de Eetes, mandada por su hijo Apsirto, hermano de Medea.

El Vellocino donde lo depositó Eetes: suspendido en la rama de un árbol 
(un roble o una encina, según diferentes autores, yo he elegido 
un "árbol sin determinar").

En otras versiones, Apsirto es un niño al que Medea se ha llevado al huir, y al que despedaza para ir lanzando sus despojos al mar y retrasar así la persecución. Pero Apolonio, al que seguimos principalmente, no menciona tal cosa. Aquí, Apsirto es un hombre adulto... que también muere por acción de Medea. Ésta concierta una entrevista nocturna con su hermano, en el transcurso de la cual, Jasón le asesina a traición.

Tras remontar el Danubio, consiguen salir al Adriático (?) pero una tormenta les hace retroceder hacia el norte. Se internan entonces en el Eridano (el Po) y desde él acceden al Ródano (??) Cuando por fin salen al Mediterráneo, se detienen en Eea, la isla de Circe, la hechicera, frente a las costas de Italia, para que la diosa (tía de Medea) purifique a la pareja por el asesinato de Apsirto.

Medea y Jasón, camino al Bosque de Ares.

Pasan después por escenarios que serán recorridos en el futuro por Ulises: las islas de las Sirenas, cuyo mortífero cántico es contrarrestado por Orfeo que las enmudece, haciéndolas callar para escucharle; y pasan con éxito los mortales puntos de Escila, Caribdis y las Rocas Errantes, con el auxilio de la diosa nereida Tetis (esposa del argonauta Peleo y madre de Aquiles) llegando después a Corcira, el país de los feacios, donde reina Alcínoo. Les alcanza aquí el resto de la flota de Eetes, cuyos jefes exigen al rey la entrega de Medea.

Alcínoo comenta esa noche a su esposa, que ha decidido entregar a Medea a los colcos en caso de que siga siendo virgen, de otra manera, dejará que huya con Jasón. La esposa, Arete, que ha congeniado con Medea, no tarda en revelar este plan a la pareja, que pone rápidamente remedio a la situación: se celebran las bodas de Jasón y Medea. Los colcos, amenazados de muerte por Eetes si no regresaban con Medea, se desperdigan por el Mediterráneo.

Un alto en el camino: Medea alecciona a Jasón: "Tú, nada de hacer el bestia con la lanza y déjame a mí; que sé de qué va esto..."

Prosiguen viaje los Argonautas, y teniendo a la vista el Peloponeso, nuevos vientos contrarios les arrojan hasta la costa de Libia, en África, donde la Argo queda varada en aguas poco profundas. Con la nave a hombros, transitan durante doce días por el norte de África, sedientos, pasando por dunas, desiertos y pantanos hasta llegar de nuevo a aguas navegables: la laguna Tritónide, cerca de la tierra de las Ninfas Hespérides que les auxilian, y atendiendo a las súplicas de Orfeo les indican dónde encontrar agua dulce.

Por aquellos parajes había pasado el día anterior, según les indicaron las Ninfas, el divino Hércules; el cadáver de la serpiente Ladón, asaetado por el héroe, yacía allí cerca. El hijo de Zeus, en el curso de sus Doce Trabajos, había arrebatado a la serpiente las Manzanas de Oro que custodiaba. Mucho se alegraron los argonautas al tener noticias de Hércules. Pero éste ya estaba muy lejos de allí.

Medea entona su hipnótico canto para adormecer a la bestezuela.

Una vez botada la nave en la salobre Tritónide, vagaron por la laguna sin ser capaces de encontrar salida al Mediterráneo. Surgió entonces de las aguas, Tritón, divinidad marina, que les indicó el camino. Una vez en mar abierto y de camino por fin, a casa,  intentaron tomar tierra en la isla de Creta, para repostar, pero el gigante de bronce  Talos, guardián de la isla, arrojándoles enormes piedras, les impedía hacerlo. Fue Medea, de nuevo, quien solucionó el problema, hechizando desde la nave al gigante, provocando que se hiriese en el talón y se derrumbase, muerto.

Y al poco tiempo, sin sucesos dignos de mención en el intermedio, arribaron a la patria. Así lo cuenta Apolonio: "Y desembarcasteis con alegría en la costa de Págasas, en Yolcos".

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El final de las Argonáuticas que nos presenta Apolonio es un tanto abrupto; y no dice una palabra sobre el futuro de los héroes (ni de la heroína). Él había llevado su obra hasta un aceptable "happy end" y obviaba los sucesos posteriores; los griegos de la época ya conocían los detalles. Pero para quien no los conozca, esté interesado en el tema y haya seguido la historia hasta aquí, vamos a resumirlos. 


- Después del viaje y destino final de los protagonistas -
Según la mayoría de versiones, durante la ausencia de los argonautas, Pelías había asesinado a Esón, (padre de Jasón, como sabemos) y además, si alguna vez había pensado dejar el trono de Yolcos al Esónida, ahora no quería saber nada del asunto. Así que Jasón pidió a Medea que idease algún modo de vengarse de Pelías.

Y la venganza no pudo ser más atroz (ni más efectiva): Medea convenció a las hijas de Pelías de que ella podría, mediante ciertos ritos mágicos, devolver la juventud a su padre. Para demostrarlo, degolló y despedazó un cordero viejo, lo echó en un caldero de agua hirviente, y... el cordero salió del agua convertido en joven corderillo.

Las hijas de Pelías, convencidas, degollaron, cortaron en pedazos y echaron en agua hirviendo a su padre... que como era previsible se quedó en el fondo del caldero tan muerto como Tutankhamon.


Y así, la venganza contra Pelías estaba consumada: pero ¡ay! Acasto, el hijo de Pelías y ex-argonauta, estaba vivo y en plenitud de facultades... Tomó el poder, y con el apoyo del pueblo de Yolcos, horrorizado por los hechos de Medea, expulsó de la ciudad a la pareja, que se retiró a Corinto.

Y en Corinto, en la corte del rey Creonte, vivieron felices (más o menos) durante diez años, y tuvieron dos hijos. Transcurrido ese tiempo, y deseando Jasón un trono, pidió la mano de la hija de Creonte, Glauce, repudiando a su esposa. El caso es que Medea, aparentó tomarse la cosa con paciencia y buen humor, y el día de la boda de Jasón y Glauce, envió a ésta un regalo consistente en una magnífico manto y una corona.

Cuando Glauce vistió el manto y se tocó con la corona, un súbito fuego mágico la consumió de inmediato, y también a su padre, que intentó ayudarla. No contenta con eso, Medea degolló a los hijos que había tenido con Jasón y huyó por los aires en un carro volador que le envió su abuelo Helios, el Sol. El anterior cruce de improperios que se dedican Jasón y Medea en la tragedia de Eurípides, es digno de leerse.


Cartel español de la película de Don Chaffey (1963).

Hay que reconocer que con el asesinato de los niños, Medea "se pasó tres pueblos" (aunque en algunas versiones del tema se dice que los mataron los habitantes de Corinto, en venganza por la muerte de su rey). Pero si consideramos que todo lo que había conseguido Jasón se lo debía a ella, convendremos que la traición no podía quedar sin castigo. Y casi comprendemos a la princesa de la Cólquide.

En su huida, Medea llegó a Atenas, donde casó con el rey Egeo, y tuvo un hijo con él, Medo. Pero tiempo después, también debió huir de Atenas, al ser descubierto un plan que había urdido para acabar con el héroe Teseo, anterior hijo de Egeo que hubiese impedido el acceso de Medo al trono. 

Curiosamente, después de esto, Medea retornó a la Cólquide, en compañía de su hijo, al tener noticias de que Eetes había sido destronado por su hermano Perses. Y consiguió reponer en el trono a su padre; según algunos, porque Medo mató a Perses; según otros, la propia Medea le habría envenenado. Tras esto, pocos datos fidedignos nos llegan sobre Medea. Se dice sin embargo, que tras su muerte (y en esto abunda Apolonio) fue admitida en los Campos Elíseos y casó con Aquiles. 

En cuanto a Jasón, abandonado por los dioses por haber roto los sagrados juramentos hechos a Medea, se dice que años después, estando sentado junto al mar a la sombra de la Argo, un madero de la proa se desprendió de la nave y golpeándole la cabeza, lo mató. No sabemos si Jasón pudo acceder a los Campos Elíseos... pero me extrañaría que lo hubiese hecho.  ;)


Y una escena que, a despecho de ilustradores y cineastas, nunca existió (según  
Apolonio y Apolodoro): el enfrentamiento de Jasón con la sierpe-dragón 
(hidra en la película de 1963 y en mi reconstrucción).

Porque en definitiva, Medea fue un juguete de los dioses (Hera, principalmente), un instrumento para alcanzar los objetivos divinos, (la destrucción de Pelías) y sus hechos fueron realizados por amor y para favorecer los intereses de Jasón (excepción: el asesinato de sus propios hijos, aunque ya hemos dicho que este detalle fue discutido desde la Antigüedad). Sin embargo, las acciones de Jasón no tuvieron otro motor que el cálculo y el interés, alcanzando el culmen de la desfachatez con el repudio de Medea.   

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- Sobre la película de Don Chaffey -
"Jasón y los Argonautas", dirigida por Don Chaffey y estrenada en 1963, ha sido (y sigue siendo) para muchos la primera toma de contacto con la Mitología Griega; y gracias a su colorido y ambientación, ha gozado siempre de gran éxito popular y se sigue reponiendo con frecuencia en las televisiones de todo el mundo. La película tiene un "encanto" innegable.

Pero es un "encanto" que debemos (en mi opinión) a la parte técnica de la película, antes que a la artística. Me explico: la interpretación de la pareja protagonista, Jasón y Medea, es simplemente plana; la de muchos secundarios, igual; la dirección de actores es floja... Sin embargo, si nos fijamos en los técnicos, nos encontramos con unos efectos especiales de antología (Ray Harryhausen, el mejor en su especialidad antes del advenimiento de los efectos por ordenador), una música inspirada y sugerente (Bernard Herrmann), una fotografía asombrosa (Wilkie Cooper)... el vestuario, los movimientos de cámara, la producción, la ambientación artística... en la parte técnica, como digo, todo es correcto (o me lo parece).

Y terminamos con la misma escena que abrimos la entrada. Pero ahora
en ambiente nocturno, ya que el encuentro con el monstruo se produjo
"cuando faltaba poco para el amanecer". 

Y también es cierto que algunos de los secundarios, "lo bordan": Jack Gwillim como el rey Eetes, Patrick Troughton como Fineo, Niall MacGinnis como Zeus, o Nigel Green como Hércules logran unos muy creíbles roles, aunque no sean primeras  figuras del Séptimo Arte. En fin, tal vez con unos primeros actores de más fuste, la película (por esos caprichos del destino) hubiese tenido menos "encanto" y consecuentemente, menos éxito y difusión. Nunca se sabe.

En cualquier caso, "Jasón y los Argonautas" de Don Chaffey, sigue siendo (según la mayor parte de la crítica) la mejor aproximación del Cine a la historia del Vellocino.

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- Sobre el origen del mito -
Mucho se ha escrito sobre el origen de la bonita historia de los Argonautas. Mucho y enrevesado. Mi opinión es que simplemente, la leyenda es (en principio) un eco mitológico de la muy antigua colonización micénica del Mar Negro. A medida que iban llegando a Grecia relatos de viajeros y colonizadores, dando noticias de lejanos reinos, malvados príncipes, bellas hechiceras y extraños monstruos y prodigios, los relatos se convertían en materia de canto para poetas y aedos, que generación tras generación dieron lugar a la epopeya tal y como la conocemos hoy. 

Por cierto, y volviendo a Apolonio de Rodas y sus "Argonáuticas", en palabras de García Gual: "Tanto por su cronología como por su valor literario, es el tercer poema épico heroico del ámbito griego" (tras la Ilíada y la Odisea, se entiende). 


Y ya. 


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Las figuras son:
Medea: de Reaper Miniatures
(Ref. Tinley, Female Wizard, 03563)
Jasón: de Crusader (de un blister de "Unarmoured hoplites")
La Hidra: de Reaper
El Vellocino: la cabeza del carnero, de una figura de Mirliton,
el propio vellocino, fabricación propia.
El "Árbol del Vellocino": fabricación propia.


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