Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Grecia, siglo V a.C. - Hoplitas - Con tu escudo...


En una entrada próxima, hablaremos de la falange como formación. En ésta, vamos a detallar el armamento individual del "hoplita". Nuestros guerreros representan un grupo de atenienses del período de las "Guerras Médicas", las que mantuvo Grecia para defenderse de la invasión persa que pretendía conquistar su país y que duraron de 500 a 479 a.C. 


El “hoplita” recibe su nombre de “hoplón”, palabra que aunque ha terminado designando el escudo que portaban (que se denominaba “aspis”), significaba en origen el total de las armas del guerrero. Todavía en nuestros días, la palabra “panoplia” designa (en su etimología inconfundiblemente griega) un conjunto de armas (pan oplia = todas las armas).


Así pues, esa panoplia, en el período que nos ocupa, constaba generalmente de: lanza (dory): de unos 2,5 metros, fabricada en madera de fresno, con una punta de hierro de unos 20-30 cms. y en algunos casos, una contera de bronce al extremo para contrarrestar el peso y clavarla en el suelo si convenía; espada (xiphos): generalmente forjada en hierro, de doble filo y unos 60 cms. se utilizaba cuando se rompía la lanza; casco (kranos): el modelo más común era el yelmo llamado “corintio”, perfecto para proteger cuello, cara y cabeza, pero fatal para la audición. Estaba fabricado en bronce y recubierto en el interior de cuero, lo que provocaba un calor sofocante que los soldados procuraban atenuar en momentos de tranquilidad echándoselo hacia atrás, como muestra la iconografía.


Coraza (thorax): Aunque aún se utilizaba la coraza “anatómica” de bronce, se había impuesto un tipo más ligero fabricado con lino endurecido (linothorax) reforzado en algunos casos con láminas de metal; suponía una buena protección y permitía mayor libertad de movimientos. Grebas (knemis): protección metálica, generalmente de bronce, que cubría la pierna inferior desde el tobillo hasta encima de la rodilla. Existían guardas para muslo, pie, brazo y antebrazo, pero no eran comunes. Y por último, el escudo. Este elemento requiere un estudio pormenorizado.


Fue el escudo (llámese hoplón o aspis) el elemento que hizo posible la forma de combatir en falange. Parece que fue introducido en Grecia por los dorios. Estaba fabricado en madera, recubierto en su cara externa por una lámina de bronce y por dentro de cuero. Su peso oscilaba entre los 6-8 kilos y su diámetro entre 90-110 cms. Característica principal era que, frente a escudos anteriores que para portarlos disponían únicamente de un asa central, el aspis tenía en el centro un brazalete metálico por donde se pasaba el brazo y el asa central pasaba a un lateral, esto implicaba un doble agarre que impedía que un fuerte golpe lo hiciese caer, como comúnmente ocurría en los escudos de un solo asidero. Otro elemento del escudo era un reborde que aumentaba el diámetro del cuerpo principal, que era cóncavo (“aspis koilé”, lo denominan los textos griegos, es decir: escudo hueco); ese reborde se podía hacer encajar en el hombro izquierdo, lo que aumentaba la maniobrabilidad y permitía soportar mejor su peso.


En la formación falangítica, un hoplita junto a otro, resultaba que cada uno de ellos iba perfectamente protegido de frente y por su izquierda, pero por la derecha (donde se sostenía la lanza) era vulnerable. Esto hacía que cada hoplita se arrimase lo más posible al compañero de su derecha para proteger ese flanco con su escudo. Lo cual imprimía a la falange un empuje hacia la derecha que posteriormente fue utilizado como movimiento táctico. El caso es que el escudo no protegía únicamente a su portador, sino también al compañero. Por eso se sancionaba su pérdida en batalla y por eso, tirarlo para huir, era la peor de las vergüenzas para un hoplita. Recordemos la célebre frase de las madres espartanas “Vuelve con tu escudo o sobre él”, es decir: “Vuelve victorioso o muerto”. Ya que de volver derrotado, habría tenido que tirar el escudo para huir más rápido, y de volver muerto, los compañeros le transportarían encima de él.


Armados con este equipo, los atenienses defendieron su libertad en las playas de Maratón en 490 a.C. (por citar sólo la batalla más famosa del período) y consiguieron seguir siendo "ciudadanos" y no "súbditos".


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Figuras de "Foundry Miniatures". 15mm.