Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

En busca del Sarcófago de Jade - La Momia


Comencemos con un poco de ficción: un fantasmagórico relato que ha ido tomando forma en mi delirante mente mientras pintaba estas figuras y que nos va a servir para dotar de texto este post. ;)

Hubo una vez, hace mucho tiempo (o quizás habrá una vez, dentro de mucho más tiempo), un Mago Elfo, que después de estudiar durante mil quinientos años los Textos Sagrados y los Rituales Arcanos de todos los Niveles Dimensionales, tuvo conocimiento de la existencia de "cierto objeto" en el cual residía la clave para desentrañar todos los Secretos del Universo...

El nombre del Mago Elfo era Elsin-Pin-Rel, y fue el hechicero más poderoso de su tiempo (o tal vez lo será). Dominaba los conjuros de Fuego, Tierra, Aire y Agua. Podía destruir un ejército con un simple destello de su bastón, lo mismo que abatir con él al más terrible de los monstruos o despejar una ecuación de tres incógnitas.



Al influjo de su voz, Reyes y Emperadores se ponían a sus órdenes. Reinas, Hechiceras, doncellas élficas y humanas, e incluso Cajeras de Supermercado caían rendidas de amor a sus pies. Sus riquezas no tenían cuento ni medida...

Pero él quería más, mucho más. Deseaba más Conocimiento, más Poder... quería volar entre las Galaxias y conocer los principios del Principio y los finales del Final... De tal manera que, cuando sus estudios le revelaron la existencia de "algo" que podría satisfacer los anhelos de su alma, decidió no darse descanso hasta encontrarlo.



Según los Arcanos, tan valioso y raro objeto era conocido en milenarios textos  como "El Sarcófago de Jade". Tal Sarcófago, contenía los restos de un antiguo Rey Brujo llamado Bor-Iskar, que había reinado en un pasado remoto sobre las tierras que algunos llamaron Estigia, otros Kemet, y otros Egipto.

Y era precisamente en las vendas que cubrían la momia del Rey Brujo Bor-Iskar, donde se encontraban  grabados los conjuros que darían a quien los supiese leer, el Dominio sobre el Conocimiento Supremo.


El problema era que, aunque Elsin-Pin podía trascender el Tiempo y viajar al futuro o al pasado, igual que acceder a cualquier lugar del mundo sólo con desearlo, los textos no indicaban claramente el lugar concreto en que se encontraba el Sarcófago de Jade.

Así que Elsin, se trasladó en el Tiempo y el Espacio hasta el Antiguo Egipto, calculando el momento de su llegada para hacerlo coincidir diez siglos después del momento de la muerte de Bor-Iskar (no deseaba encontrarse con el antiguo Rey Brujo vivo). Tras su llegada, se dedicó a explorar mastabas e hipogeos, pirámides y grutas... Desde el Valle de los Reyes hasta Abu-Simbel y desde el Oasis de Siwa hasta el templo de Luxor y más allá, fue recorriendo todas las necrópolis y lugares ocultos de enterramiento de los que tenía noticia.



Unas veces caminaba entre un punto y otro; otras, levitaba (era más cómodo), y aún en ocasiones se tele-transportaba. El tiempo iba pasando mientras él revolvía huesos y momias, papiros y calaveras... siempre eludiendo a guardianes de tumbas y a sacerdotes. Pero el dichoso Sarcófago de Jade no aparecía por ningún sitio... Bueno, no tenía prisa; disponía de todo el tiempo del mundo y gozaba de la inmortalidad...

Y así, en su búsqueda, consumió muchos años... hasta que un buen día, de pura casualidad, encontró en la ladera de una colina una misteriosa hendidura enmarcada por dos grandes piedras rematadas por un dintel. Sin demasiadas esperanzas se adentró en la oscuridad...  


...oprimió el interruptor que ponía en funcionamiento la batería luminosa de su bastón, y después de deambular durante largo rato por siniestros corredores...


...al doblar un recodo... ¡allí estaba! Ante sus propias narices... ¡el Sarcófago de Jade! Lo reconoció inmediatamente por las ilustraciones que había contemplado en los antiguos textos.


Ahora, debería hacer las invocaciones previas para conseguir la apertura del Sarcófago. Comenzó las cantinelas rituales.


Al poco, unos extraños ruidos comenzaron a oírse... y parecían brotar del interior del Sarcófago. Elsin redobló la intensidad de las invocaciones.


Los sonidos procedentes del féretro aumentaban... Elsin sintió una sombra de temor, pero arreció en los cánticos...


Y de la manera más inesperada, la momia de Bor-Iskar se materializó ante él. El Sarcófago de Jade permanecía cerrado, pero la momia ya no estaba en su interior. Y la momia de Bor-Iskar bramó: "¿Quién osa perturbar mi descanso?"


Se produjo entonces un terrible combate de conjuros entre los dos magos. Porque no olvidemos que Bor-Iskar había sido un Rey Brujo. Y si Elsin era poderoso en Magia, no menos poderoso había sido en vida el estigio. ¡Cuánto más lo sería ahora, habiendo regresado de la muerte!


Dejemos de momento, al mago vivo y al brujo no-muerto, combatiendo a base de hechizos y encantamientos hasta la victoria final de uno de ellos, y dediquemos unas  palabras a la que fue (y sigue siendo, en opinión de muchos), mejor adaptación al Cine de un "relato de momias". Pero hagamos antes un poco de historia...

El gran interés por las antigüedades egipcias que se desarrolló en Europa a raíz de  las campañas napoleónicas en Egipto, motivó que poco después, a mediados del siglo XIX, apareciesen  numerosas obras literarias sobre momias, maldiciones y secretos faraónicos.



Posiblemente la primera incursión de "la momia" en la literatura occidental fuese "La Novela de la Momia", de Theóphile Gautier, publicada en 1858. Posteriormente, otros autores incrementarían los titulos sobre el asunto. Incluso escritores tan conocidos como Arthur Conan Doyle y Bram Stocker (creadores respectivamente de Sherlock Holmes y Drácula), dedicarían relatos a nuestro vendado personaje.

A comienzos del siglo XX, con el nacimiento del incipiente Cine comercial,  aparecieron las primeras películas "con momias". Pero por una parte las limitaciones técnicas de la época y por otra, la poco acertada elección de guiones, hicieron que aquellos primeros títulos quedasen pronto en el olvido. Habría que esperar a la aparición del cine sonoro (1927) y a la década de los treinta para que llegase la primera película destacable con momia incorporada; y la más destacable de todas las existentes sobre el tema, me atrevería a decir.


Corría el año 1932 y la productora "Universal Pictures" iniciaba su fructífera andadura por los oscuros caminos del Cine de Terror. El año anterior había producido sus dos primeros títulos del género, consiguiendo sendos éxitos que dejaron honda huella en la Historia del Cine: "Frankenstein" (siguiendo la novela de Mary Shelley), dirigida por James Whale y protagonizada por Boris Karloff; y "Drácula" (sobre la obra de Stocker), dirigida por Tod Browning e interpretada por Bela Lugosi.

Ahora, le tocaba el turno a "La Momia". Dirigida por Karl Freund, con guión de John L. Barlderston y protagonizada (también) por Boris Karloff, fue la película que marcó el camino a todas las posteriores que tomaron como argumento los "terrores momificados".


La película (lógicamente, por su época) es en ByN, pero esto no le resta méritos de ninguna manera; la Fotografía de Charles Stumar juega con las luces y las sombras logrando unos ambientes realmente inquietantes. El desarrollo del guión es impecable, las interpretaciones fastuosas; los efectos especiales, mínimos, pero efectivos...

El argumento narraba la resurrección de la momia del antiguo sacerdote egipcio Imhotep, que fue momificado y sepultado en vida por haber cometido sacrilegio intentando resucitar a su amada Ankhesenamon, y de sus intentos posteriores (haciéndose pasar por el guía egipcio Ardath Bey), para conseguir el amor de Helen Grovesnor (interpretada por Zita Johann), una muchacha del siglo XX de ascendencia egipcia que resulta ser una reencarnación de Ankhsenamon.



Pero para obtener el amor de Helen, el bueno de Ardath Bey necesitaba en primer lugar, sacrificarla ritualmente, para después momificarla, y así conseguir que su amada le acompañase para toda la Eternidad. Y naturalmente, Helen, por mucha reencarnación que fuese de Ankhsenamon, princesa egipcia y sacerdotisa de Isis, no estaba por la labor... no digamos más; es una de esas películas "que hay que ver". 

Si hay un actor cuya figura representa por sí misma el Cine de Terror, ese no es otro que el británico Boris Karloff (1887-1969). Sirvan estas líneas para dedicarle un pequeño homenaje. Aquí arriba podemos verle en las citadas "Frankenstein" y "La Momia"; añado un fotograma de "El Ladrón de Cadáveres" (Robert Wise, 1945), otra joya del Terror. En el extremo derecho, podemos ver a Boris de "persona normal", como William Henry Pratt, su verdadero nombre. Y es que en realidad, habiendo interpretado durante su extensa carrera cinematográfica de más de 150 títulos, a monstruos de todo tipo, a villanos malvadísimos, y a numerosos (y muy "zumbaos") "mad doctors", Boris Karloff era un buenazo y todo un caballero.  :)

Pero volvamos a Elsin y a su desafío con la momia del Rey Brujo...


Acabado el mágico combate, sólo uno de los contendientes abandonó la laberíntica gruta saliendo de nuevo al exterior. Pero según cuentan (o contarán) las crónicas, el Sarcófago de Jade no quedó vacío; un nuevo ocupante lo habitaba ahora, y sería para siempre. Desdichado Elsin... vencido en su propio terreno por alguien más poderoso que él; aunque también por su desmesurada ambición. Y Bor-Iskar, el Rey Brujo de Kemet, volvía de nuevo al Mundo.


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Las figuras son:
El Mago Elfo y La Momia
 de "Reaper Miniatures" (28mm, metal)
Referencias: 
Anirion, Wood Elf Wizard - 03491
Sethis, Mummy King - 03842

El Sarcófago, de "Mirliton Miniatures"
(28mm, metal)

La escenografía, creación propia.


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