Desde hace algo más de cuarenta años, vengo traspasando a figuras de plomo las influencias que libros, películas, ilustraciones e incluso "comics", han ido dejando en mí.

Las figuras que pinto, son en su mayor parte "miniaturas militares", ya que ha sido la Historia, especialmente la Antigua y Medieval, mi mayor fuente de "inspiración". Las escalas más frecuentes que utilizo, son las de 15, 25 y 28 mm. Son las mismas que utilizan los "wargamers", con los que coincido en la necesidad de representar grandes unidades en un mínimo espacio.

Los textos con que acompaño las miniaturas, en ningún caso pretenden ser exhaustivos, ni estudios sobre el período de que se trate. Sólo trato de comentar sucintamente, el ambiente (histórico o imaginario) en que se movieron las figuras representadas.

Animado por amigos y familiares, y especialmente por mi amiga Kirei (artífice además, del soporte técnico que podéis ver), me decido a mostrar públicamente parte de mi colección. Continuaré añadiendo entradas periódicamente.

Llevado de mi impenitente cinefilia, me permito en algún caso, recomendar títulos que pueden ampliar datos a los posibles interesados en los temas tratados.

Espero que os gusten "mis" figuras. Si se os ocurre hacer algún comentario, sugerencia o rectificación, no dudéis en contactarme.

Bárbaros del Norte - Teutoburgo - Año 9 d.c.

En el año 9 de nuestra Era, el emperador Augusto estaba en el trigésimo sexto año de su reinado. En el interior del Imperio se había establecido la Pax Romana y la Economía y las Artes florecían. Incluso se había firmado un tratado con el sempiterno enemigo oriental: los partos. Se habían incorporado extensos territorios al Imperio con las conquistas de Tiberio (que sería sucesor de Augusto más tarde), su hermano Druso y otros generales de la confianza de Augusto. Precisaremos estos territorios más tarde.

Hemos dicho que en el interior del Imperio se había establecido la Pax Romana... y es cierto; pocas veces ha habido en Europa un período de paz tan amplio como el que empezó con el reinado de Augusto (27 aC), y terminó 207 años después, en 180 dC, con la muerte del emperador Marco Aurelio. El único paréntesis bélico durante ese período (en el interior del Imperio, insistamos), fue la breve guerra civil que siguió al demencial reinado de Nerón.

Mucho de lo que conocemos hoy sobre los antiguos germanos procede de la obra "La Germania", 
de Cornelio Tácito, que escribió durante el imperio de Trajano. 

Pero la Pax Romana no incluía las fronteras del Imperio: el "limes"; allí, las luchas fronterizas en pos de nuevos territorios fueron incesantes. El reinado de Augusto fue en la Historia de Roma uno de los períodos que más nuevas posesiones anexionó al Imperio. Augusto podía estar contento. Veamos algunos de los territorios que se incorporaron durante su mandato:

En Hispania, tras las campañas contra astures y cántabros la conquista se había completado; se habían ampliado territorios en el Norte de África, en Siria y en Asia Menor; en Europa Central se habían creado las provincias de Retia, Nórica y Panonia; en los Balcanes, la de Moesia. Con estas últimas conquistas el Imperio Romano en el Este de Europa, abarcaba hasta el Danubio.


En el Oeste, después de la conquista de las Galias por Julio César en el siglo anterior, las legiones habían continuado su marcha hacia el Norte, llegando en un primer momento hasta el Rin invadiendo la Germania (donde se crearían, en la orilla izquierda del río, las provincias de Germania Inferior y Germania Superior); y en campañas posteriores, más allá del Rin, llegaban hasta el Elba... y ahí empezó a tener fin la alegría de Augusto. 

La región entre el Rin y el Elba hubiese sido (así lo tenía programado Augusto), la provincia de "Germania Magna". Pero no pudo ser. En los entornos del Rin y el Elba habitaban numerosos pueblos que los romanos simplificaban bajo el nombre  de "Bárbaros del Norte", gentes belicosas que solo habían sido sometidas de una manera parcial. Entre otras tribus conocemos: usípetes, sicambrios, bátavos, catos, marsi, bructeri, queruscos... estos últimos tendrían en esta historia un papel principal. 

El arma de asta de los germanos era denominada "frámea"; o "framea", que con estas
dos variantes encontramos la palabra en los textos; se usaba tanto como arma
arrojadiza, a modo de jabalina, como en ataque cuerpo a cuerpo.

Tras la muerte de Druso, por la infección de las heridas producidas por una caída de caballo (septiembre del año 9 aC), el mando pasó a Tiberio, que sin embargo, enseguida tuvo que dirigirse a Panonia para sofocar una revuelta de los marcomanos. Para el año 6 dC, Augusto nombraba como gobernador del territorio a un hombre de su confianza: Publio Quintilio Varo.

Quintilio Varo, más político que militar, había sido anteriormente procónsul en África y gobernador de Siria, donde había sofocado una revuelta judía mandando crucificar a dos mil rebeldes. Su codicia y crueldad eran conocidas, siendo sin embargo, un hombre confiado, demasiado confiado tal vez...

La frámea y el escudo les eran otorgados por los jefes del clan al final de la pubertad.

La política de Varo en Germania se basó en opresivas subidas de impuestos, que generaron descontento entre las tribus. El dominio romano sobre la región era más nominativo que real; con excepción de la zona que hoy forman los Países Bajos, el resto de las tribus se mantenían junto a Roma merced a frágiles convenios y acuerdos, que no necesitaban mucha presión para romperse.

Las subidas de impuestos, la intromisión romana en la administración de justicia (que los germanos gustaban de celebrar en sus "thing") y otros abusos contra la población indígena formaron el caldo de cultivo que convirtió la región entre el Rin y el Elba en un barril de pólvora con la mecha puesta. Faltaba la chispa. Y esa chispa fue el querusco Arminio; querusco, sí... pero también ciudadano romano, ojo al dato.


Arminio, o Arminius (latinización del nombre germano Armin, que daría lugar a Hermann), había sido criado en Roma desde muy joven tras ser cedido como rehén (en compañía de su hermano Flavus), por su padre, jefe de un importante clan querusco. Arminio había ascendido en el ejército hasta el cargo de comandante, y poseía la ciudadanía romana y el rango ecuestre. Después de destacarse en las guerras de Panonia, había sido destinado a Germania, a las órdenes de Quintilio Varo, que le tenía confianza y contaba con él como mediador con las tribus, ya que conocía la región y a muchos de los jefes locales.

El curioso "peinado" que luce este germano, se conocía como "tocado suevo".

Quintilio Varo había hecho la guerra en Siria, pero ni las tierras ni las gentes de Germania se parecían en nada a las de aquel lugar mediterráneo. Aquí, entre el Rin y el Elba, bosques intrincados y oscuros pantanos ocupaban la mayor parte de la zona, propiciando una guerra de emboscadas y celadas que garantizaban la victoria a quien conociese el terreno. Quintilio estaba en manos de Arminio.

Aunque la mayor parte de los ejércitos germanos estaban constituidos por infantería, también disponían 
de unidades montadas. No hay entre mis miniaturas figuras de caballería
por las razones que expongo al final de esta entrada.

En los primeros días de septiembre del año 9 dC, cuando las tres legiones de Quintilio preparaban su marcha a los cuarteles de invierno en el Oeste, llegó un aviso al gobernador alertando de la rebelión de varias tribus al norte. Tal aviso era una falsedad, maniobra de Arminio, que en el intermedio había contactado con numerosos pueblos vecinos, formando una coalición de tribus bajo su mando que tenía como fin acabar con la presencia romana al norte del Rin.

Dice Tácito que la pérdida del escudo en combate constituía la mayor vergüenza
para un guerrero, hecho que terminaba generalmente en suicidio. 

De modo que Quintilio con sus tres legiones (la XVII, XVIII y XIX), seis unidades de tropas auxiliares y tres "alae" de caballería se dirigió al norte para acabar con la supuesta rebelión, con la idea de acabar con ella rápidamente y continuar después su repliegue al suroeste. Además de las citadas unidades militares, acompañaban a Quintilio cerca de 10.000 civiles, entre esposas e hijos de los legionarios, sirvientes, prostitutas, comerciantes... en total, cerca de 25.000 personas que formaban en su marcha una línea de aproximadamente 15 kilómetros.

Se supone que Quintilio no esperaba una gran batalla, sino más bien un enfrentamiento con dos o tres tribus rebeldes, unos pocos miles de hombres; de otra manera no se hubiese hecho acompañar de tan gran número de civiles. Llevado de su confianza en Arminio, no envió por delante patrullas de reconocimiento.


Aconsejado por Arminio, Quintilio se adentró en el Bosque de Teutoburgo, enorme e intrincada masa boscosa en el norte de lo que hoy es la región alemana de Westfalia. Y aunque fue advertido de que iba a ser emboscado, no quiso hacer caso de las advertencias y se metió en la boca del lobo. Uno de los que antes de iniciar la expedición, le advirtió de la traición, fue Segimer (o Segestes), jefe de una facción querusca favorable a los romanos y padre de la mujer que amaba Arminio, Thusnelda. Segimer había prometido su hija a otro hombre, pero ella había preferido a Arminio y se había escapado con él. Por este motivo, Segimer odiaba profundamente a Arminio.


El nueve de septiembre (curiosa fecha: día 9 del mes 9 del año 9), la columna estaba en lo más espeso del bosque. Su marcha era muy lenta, porque a lo intrincado del camino (un estrecho sendero), se sumaba la pesadez de los carros de suministro y la falta de entrenamiento de los civiles. Para complicar más las cosas, una tormenta había embarrado el terreno dificultando aún más el camino. En ese momento, Arminio declaró que se adelantaba con sus hombres para contactar con tribus amigas... pero ya no volvió. Quintilio, alarmado (ahora sí), mandó exploradores romanos... que tampoco volvieron. Poco después, se desató el infierno.


Desde la penumbra, entre los intrincados árboles que bordeaban el sendero, cientos, tal vez miles, de jabalinas comenzaron a caer sobre la columna romana; el número de hombres de las tribus coaligadas en la emboscada podría acercarse a los 30.000. Los legionarios, en un sendero de apenas dos metros de ancho, medio borrado por el barrizal que había formado la lluvia, y rodeados de un bosque impenetrable, no tenían manera de desplegar sus formaciones habituales ni de efectuar sus tácticas de ataque o defensa.

Los escuadrones o unidades de combate, se formaban siguiendo un criterio
de parentesco, es decir: entre hombres de una misma familia o familias coaligadas.

Parece que el ataque había empezado simultáneamente por la vanguardia y la retaguardia, tardando Varo, situado en el centro, en darse cuenta de lo que estaba pasando. En medio del caos, entre muertos, heridos moribundos, civiles despavoridos y animales desbocados, algunos legionarios consiguieron salir a un claro del terreno y fortificar una posición utilizando los carros de suministro. La posición fue tomada por los germanos y sus ocupantes asesinados.

Pero 25.000 personas son muchas personas. Muchos soldados y civiles se desperdigaron por el bosque, donde fueron siendo cazados sistemáticamente. La mayoría intentó proseguir camino para salir de Teutoburgo, bajo una intermitente lluvia de jabalinas. Por fin, tras tres días infernales, lo que quedaba de la columna llegó a la colina hoy conocida como Kalkriese, a unos 20 kilómetros de la moderna Osnabrück, en la región alemana de la Baja Sajonia.


En Kalkriese, Arminio había preparado el último acto de su traición. La columna romana fue interceptada en un punto en que el sendero pasaba entre la propia colina y una ciénaga pantanosa que impedía el paso. En la colina, los queruscos habían dispuesto  una empalizada defensiva que los legionarios, aunque lo intentaron, no consiguieron sobrepasar; entre otras cosas, porque otros grupos de bárbaros llegaban por los flancos y retaguardia, acosándoles sin tregua. Allí fue el final. Quintilio Varo, sabiendo que si caía en manos de los queruscos lo más probable era que le quemasen vivo en el interior de un cesto de mimbre, después de sacarle los ojos y cortarle la lengua (costumbre germana para ejecutar enemigos), se lanzó sobre su espada. Lo mismo hicieron muchos oficiales y legionarios.

Los germanos, tras la matanza general, torturaron a los sobrevivientes, que fueron después sacrificados a Wotan (el Odín de los escandinavos). De tantos miles de personas, apenas consiguieron escapar ocultándose en la noche y la maleza, un par de cientos, que fueron quienes propagaron el suceso, que empezó a conocerse como la "Matanza del Bosque de Teutoburgo"; también denominado posteriormente "Desastre de Varo". Las tres águilas de las legiones XVII, XVIII y XIX fueron capturadas, y sus números nunca volvieron a utilizarse en nuevas legiones.

Dice Tácito": "Traen los escudos muy pintados y de muy escogidos colores".

Augusto, al tener noticia de la masacre, expulsó de Roma a todos los germanos que pudo localizar, empezando por los de su propia guardia, proclamó el nueve de septiembre día de luto nacional, se dejó crecer la barba y se dice que se golpeaba la cabeza contra las paredes exclamando: "¡¡¡Quintilio Varo: devuélveme mis legiones!!!"

Tras los hechos de Teutoburgo, muchas otras tribus se unieron a los queruscos y sus aliados y asaltaron los fuertes romanos situados al norte del Rin (aunque siempre hubo clanes que permanecieron fieles a Roma). El peligro ahora era que los germanos cruzasen el río e invadiesen las Galias; incluso que pudiesen penetrar en Italia. Para evitarlo, Augusto envió órdenes a Tiberio para que abandonase el Danubio y se dirigiese con sus legiones a Germania. 

La espada no era muy utilizada entre los germanos, que preferían lanzas o hachas;
si bien algunos guerreros portaban espadas de buena factura, no tan largas
como las de los galos, pero sí más que los gladius romanos.

Tiberio, tras reforzar las posiciones romanas en la orilla izquierda del Rin, cruzó el río y arrasó varias aldeas, regresando a Italia en el otoño. En los dos años siguientes, realizó otras operaciones de castigo, que hicieron retroceder a los germanos. La amenaza se había conjurado y Roma había dejado patente que su poder seguía incólume. Pero quedaba pendiente una venganza más contundente y... capturar a Arminio, cuestión que causaba desazón a Augusto.

El emperador no llegó a ver cumplidos sus deseos; moría en el año 14 dC y aunque dejaba un Imperio mucho más extenso del que se había encontrado, su sueño de llevar la frontera del norte hasta el Elba se esfumó para siempre. En lo sucesivo, y hasta el fin del Imperio, las fronteras septentrionales quedaron marcadas por el Rin y el Danubio. Y aunque los territorios romanos se extenderían aún más en el futuro, no sería por el norte de Europa continental.

Para ubicar de un golpe de vista la situación de la colina de Kalkriese, en relación con el mapa de Europa actual, 
nos viene muy bien este "pantallazo" obtenido en Google Earth. La inclusión del 
círculo indicador en rojo, es mía.

Pero el definitivo desquite romano no tardaría en producirse: en la campaña entre 14 y 16 dC, Germánico, hijo de Druso y sobrino de Tiberio (ahora nuevo emperador), llegó a Germania al frente de ocho legiones. Después de efectuar varias operaciones de castigo, encontró el lugar de la masacre, donde le esperaba un espectáculo espeluznante: huesos esparcidos, cráneos y manos clavados en los troncos de los árboles, restos de altares donde centuriones y tribunos habían sido torturados... Tras dar sepultura a los restos, Germánico comenzó la definitiva venganza romana: numerosos poblados fueron arrasados y sus habitantes diezmados o vendidos como esclavos.

 Las legiones asesinaron a cientos de hombres, mujeres y niños, en memoria de los cientos de hombres, mujeres y niños asesinados por las huestes de Arminio en Teutoburgo. Dos de las tres águilas de las legiones masacradas fueron recuperadas; del destino de la tercera existen dos versiones: una dice que se hundió en una ciénaga portada por un legionario moribundo; otra, que fue recuperada décadas más tarde. 


Y en la batalla de Idistaviso, en 16 dC, Germánico enfrentaba por fin a  Arminio, obteniendo una decisiva victoria, aunque no fue completa porque el querusco consiguió escapar. Pero el prestigio romano había sido restablecido y Germánico celebraba en Roma su Triunfo en 17 dC. Tras su carro triunfal caminaba encadenada, la esposa (encinta) de Arminio, entregada por su propio padre, pro-romano convencido. No se sabe que fue de Thusnelda, pero sí que el hijo de Arminio fue convertido en gladiador y murió en la arena.

Años más tarde (en 21 dC) Arminio era traicionado y asesinado por una conjura organizada  por otros jefes germanos, alarmados por su deriva dictatorial. Muy apropiado fue (el "karma", ya se sabe...) que muriese a manos de traidores un traidor. La acción de Arminio, en opinión de numerosos historiadores (antiguos y modernos, pero no alemanes, obviamente), se debió a mera ambición. No contento con ser comandante romano, prefirió intentar convertirse en rey de una Germania unificada. Pero los propios jefes tribales germanos estaban habituados a ser cabezas de sus propios clanes y no estaban por la labor de "unificarse" bajo nadie, ni romano ni querusco. 


Todas las naciones invadidas por Roma tuvieron un líder (o lideresa) que se opusieron a la ocupación. En Hispania se alzó Viriato; en las Galias, Vercingétorix; en Britania, Boadicea (o Boudica), en Dacia, Decébalo... pero ninguno de éstos se había criado en Roma, ni había comido su pan, ni cultivado la amistad de romanos, tanto patricios como plebeyos, que serían descuartizados en Teutoburgo. Ninguno traicionó un voto de fidelidad al Imperio. Sabemos que el hermano de Arminio, Flavus, permaneció fiel a Roma y a su juramento; y en la obra de Valerio Massimo Manfredi, "Teutoburgo", asistimos a un encuentro (ficticio) entre los dos hermanos, ocurrido años después de la Matanza y poco antes de la última batalla. Y Flavus dice a su hermano (entre otras cosas): "Yo solo tengo una palabra, tú tienes mil. ¡No te cruces en mi camino, Arminio!".  No parece que la escena ocurriese realmente, pero merecía haber ocurrido.  ;)

Massimo Manfredi termina su novela con la frase: "Se ha dicho que con la derrota de Teutoburgo, Roma perdió Germania y Germania perdió Roma". No es poco decir, porque leyendo entre líneas, podemos entender que con una Germania romanizada, nos hubiésemos evitado multitud de conflictos medievales y posiblemente dos guerras mundiales.


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Sobre las figuras
Son de la marca británica "Foundry", en metal y de 28mm.  Y me hubiese gustado acompañarlas de alguna unidad de caballería. Pero se da el caso de que en la última compra realizada por correo a Inglaterra, los costes de aduanas (que nunca antes me habían aplicado) me supusieron un coste adicional exagerado, debido (claro) a que con la cuestión del Brexit, "Inglaterra ya no está en Europa". Y como no me sobra (desgraciadamente) el dinero, me parece que pasará mucho tiempo antes de que vuelva a hacer un pedido a Inglaterra. Razón por la que estos germanos se van a quedar sin caballería. Lo que detallo por si alguien se pregunta: ¿Y por qué no hay ningún jinete entre tanto infante?  ;)


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